jueves, 22 de febrero de 2007

La sociedad cerrada y la justicia

Defiende Leo Strauss en Derecho Natural e Historia que en la medida en que el hombre es por naturaleza social, es decir, está hecho de tal forma que necesita vivir en sociedad, su humanidad es sociabilidad.

El hombre se refiere al otro en cada uno de sus actos no por un cálculo utilitario, sino por naturaleza. Sobre esta sociabilidad reposa el derecho natural del hombre en el sentido estricto de la expresión.

Puesto que el hombre es naturalmente social, la perfección de su naturaleza incluye la virtud social por excelencia, la justicia:
“la justicia y el derecho son naturales”.
Pero si es natural el deseo de justicia, ha de ser también natural una cierta conciencia de la necesidad de la represión del deseo, pues no todo deseo puede estar permitido si hemos de satisfacer la demanda paralela de justicia.

Hay por naturaleza, entonces, una disposición (una apertura hacia la justicia y el autocontrol) a la que cada comunidad orienta con una normas precisas.

Las comunidades humanas son posibles porque el hombre es por naturaleza social. Pero la realización de esta naturaleza requiere que la comunidad le ofrezca al que llega nativamente a ella una cierta clausura del sentido de lo posible. Por eso toda sociedad es una sociedad cerrada (y aquí Strauss está polemizando claramente con Popper, a quien despreciaba) en la medida en que necesita satisfacer las demandas de confianza mutua, esto es, de un cierto grado de uniformidad que haga previsible el comportamiento del otro. Sin esta previsibilidad no hay comunidad ni responsabilidad mutua.

Así pues,
"las fronteras de la ciudad marcan los límites de la preocupación por el otro.”
Pero si la sociedad en el seno de la cual el hombre puede desarrollarse como ser social (esto es, alcanzar la perfección de su naturaleza) es necesariamente una sociedad cerrada, la división del género humano en grupos independientes es conforme a la naturaleza.

Las ciudades no crecen como las plantas. Hay en ellas un elemento de elección arbitraria de los criterios de copertenencia y exclusión. Y es necesario que así sea. Es necesario que una sociedad sea cerrada si quiere ser justa. Es decir: si quiere ser justa conforme a la naturaleza.

16 comentarios:

  1. Desde el último pupitre de tu blog, ¿puedo deducir -según tus palabras- que el modelo de convivencia en sociedad cerrada al que llamamos "ciudad" es el ideal, por mínimamente estable y gobernable?.

    Saludos cordiales.

    PEDRO

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  2. Se pueden deducir muchas cosas de las palabras de Strauss, Pedro. Por ejemplo:
    1. Que las sociedades cerradas tienen un sentido de la justicia más estricto que las abiertas.
    2. Que los conflictos del presente pueden entenderse (al menos en parte) como fricciones entre sociedades abiertas (y de poca fe en sí mismas) y sociedades cerradas (con un grado de fe en sí mismas que llega hasta el martirio de sus miembros).
    3. Que la ciudad es el ecosistema humano.
    4. Que la de la historia y la de la ciudad son dinámicas opuestas.
    5....

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  3. 5. (Añado) Que la permeabilidad-impermeabilidad de las sociedades -abiertas y cerradas- es una cuestión de eterno debate y discusión, de la que probablemente nació lo que hoy conocemos como "democracia".

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  4. Hombre, yo supongo que la apertura/cerrazón de una sociedad es una cuestión de grado, y también de "actitud" de los dirigentes.
    A este respecto decía Heráclito que hay que cuidar las leyes tanto como las murallas de la ciudad. Y yo diría, y viceversa.

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  5. Claro: sin una certa apertura, no hay democracia y sin una cierta clausura no hay posibilidad para el reconocimiento mutuo que hace posible la democracia.

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  6. Otro: Efectivamente. Y ese grado depende más de la sensatez que de la ciencia.
    Lo que, a mi manera de ver, Strauss está intentando criticar es la facilidad con la componemos ingenuos ditirambos sobre la apertura desarmada de la ciudad.

    No deberíamos olvidar nunca que la democracia ateniense votó democráticamente hacerse el harakiri y elegir un gobierno dictatorial que, entre otras cosas, persiguió a muerte a los demócratas más cabales.

    Dicho de otra manera: La dialéctica entre identidad y libertad será todo lo compleja que se quiera, pero cuando se pone a prueba, parece que es más fácil renunciar a la libertad que a la identidad.

    Orwell fue el primero en observar que cuando Stalin necesitó movilizar a los rusos acudió a la simbología de la madre Rusia, en lugar de a la fraternidad universal de los obreros del mundo.

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  7. Vaya por delante que soy economista, no filosofo. Leo el articulo, sigo el argumento (quizas con dificultad pero sin duda con gusto) y veo donde me lleva.

    Ahora bien, todo el argumento es una teoria... donde esta la evidencia? Habra teorias mas o menos bonitas, pero yo quiero la que sea verdadera.

    Por ejemplo. Esta claro que el hombre es naturalmente social: habra muchas razones, pero seguramente se basan en que somos primates y el lenguaje es nuestra principal ventaja competitiva. Pero esto no implica que las mismas fuerzas que nos llevan a ser sociales nos lleven a la justicia. Sin duda este no es el caso entre todos los otros primates - todos son sociales pero las normas son, en general, poco justas. Es el lenguaje entonces? Con una respuesta empirica podemos decidir si seguimos con el argumento de Leo o no.

    Ademas, hay razones de fondo para pensar que eficiencia y justicia no coinciden, y que por tanto hay que comprometer. Uno de los mas espectaculares es el teorema de la imposibilidad de Arrow,

    http://en.wikipedia.org/wiki/Arrow's_impossibility_theorem

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  8. Según yo lo veo: es la dialéctica entre apertura y cierre la que obliga (naturalmente, i. e., necesariamente) a establecer un derecho y por tanto una idea de justicia. No hay hecho empírico que aducir. Si la apertura llega a lindar con el desorden, es necesario un mecanismo de cierre.

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  9. Me parece una matiz adecuado. Ninguna ciudad puede ser tan abierta que deje de ser ciudad, de manera que sea "ciudad de ciudades". Problemas similares son los que sigue planteando la fórmula constitucional "nación de naciones"; la "nación abierta".

    No tanto porque "la realización de esta naturaleza requiere que la comunidad le ofrezca al que llega nativamente a ella una cierta clausura del sentido de lo posible", que parece una formulación demasiado metafísica, sino porque el Hombre no es lo mismo que el Ciudadano. Los límites del derecho positivo no son los mismos que los límites de la naturaleza humana. El hecho verdadero es que la ciudad no puede convertir a todos los hombres en ciudadanos suyos. Es evidente que la izquierda extravagante y utópica saca partido de este malentendido.

    Para hacer justicia a Popper, su "sociedad abierta" se planteaba sobre todo frente a la sociedad tribalista, encerrada en lindes dogmáticos y no razonables.

    Creo que por eso los que vivimos en
    "ciudades" propensas al tribalismo (y me refiero al País Vasco) tenemos cierta disposición positiva hacia las ideas de Popper.

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  10. ra: Entiendo lo que quieres decir.

    Entiende tú también que Leo necesita doscientas páginas para desarrollar lo que yo resumo en cuatro líneas. Y cuando uno ofrece resúmenes, no puede aclarar los presupuestos (que son los que van a malintepretar esos mismos resúmenes).

    Strauss no entiende por justicia más que, básicamente, la realización sin excesivos sobresaltos de la sociabilidad. De la misma manera que Platón, porque fue este filósofo quien señaló que la justicia es tan necesaria que ni tan siquiera un grupo de ladrones podría mantenerse unido sin una cierta presencia de la justicia en sus relaciones.

    Son justas, en última instancia, las conductas que sirven para cohesionar la copertenencia.

    Desde este punto de vista -creo- las mismas fuerzas que nos empujan a ser sociales nos empujan a la justicia. La justicia sería la realización de la sociabilidad potencial.

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  11. Otro: Acabo de leer, mientras tomaba el café en la sobremesa, un texto de Thomas Mann de una inteligencia tan iluminadora que deja en muy mal lugar a sus contemporáneos que, dándoselas de sabios, no fueron capaces de entender lo que se venía encima. El texto, de 1935, se titula "¡Atención, Europa!". Podréis encontrarlo en El Cultural de El Mundo de hoy mismo.
    Comento esto porque, efectivamente, la cuestión de la justicia tiene que ver con equilibrios necesariamente inestables.

    Pero me parece que el horizonte en que se equilibrio puede ser enjuiciado es previo al equilibrio mismo (y lo engloba) y por tanto tiene más que ver con el cierre de un sentido ya dado que con la apertura a sentidos posibles.

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  12. Eduardo: Hablar de "nación de naciones" o de fórmulas de este tipo es, simple y llanamente, caer en el oxímoron. En el caso de España es reconocer, de facto, su fracaso histórico como nación, puesto que no son pocos sus supuestos ciudadanos que necesitan sentirme partícipes de ámbitos de copertenencia diferentes a los que propone la "nación" España.

    ¿No era Cánovas el que decía que es español el que no puede ser otra cosa?

    Esto puede gustar más o menos, pero me parece que es un hecho. Un hecho que tiene su envés. Ya que las naciones que se presentan como ámbitos alternativos de copertenencia tampoco acaban de realizar su pretensión, pero no tanto porque España se lo impida (que también) como porque hay en su interior ciudadanos que necesitan sentirse parte del ámbito de copertenencia español.

    En esas estamos. Las ambigüedades que arrastra esa relación me parecen absolutamente enfermizas. Pero no tengo ni idea de si se pueden resolver.

    Respecto a los límites del derecho: Tampoco los límites del derecho natural son los de la ley natural (si tal ley existe). El hecho verdadero (es curioso cómo acaban siendo los hechos verdaderos los que separan las posiciones de una discusión bienintencionada, como esta) es que el hombre que no es ciudadano no es hombre. De ahí que cada ciudad busque las alternativas que sean para recluirlo, apartarlo del espacio público, segregarlo.

    Te confieso que en su momento leí con voracidad a Popper. Y con la referencia de Navarra al fondo.

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  13. Claudio.

    "El hombre se refiere al otro en cada uno de sus actos no por un cálculo utilitario, sino por naturaleza."

    ¿Y si su naturaleza es ese cálculo utilitario? ¿Dónde buscarla si no?
    Parece que el hombre ha de aprender a vivir con una contradicción permanente: quiere maximizar sus intereses a costa de los otros hombres pero a la vez se da cuenta de que estos son la misma condición para alcanzarlos. Ha de aprender a querer esa limitación, ese condicionamiento, ese egoísmo contradictorio.

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  14. Claudio: Creo que es Adam Smith quien escribe por algún sitio que preferimos ser humillados antes de pasar desapercibidos. Y Dostoievski, en "Memorias del subsuelo" dice que si necesitamos la atención de otro, preferiremos ser su esclavo antes que ser ignorados por él.

    Pero no hace falta ser tan trascendente. Si la condición natural del hombre es su ser social, previa a cualquier instrumentalización del lazo social será la necesidad de establecer lazos.

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  15. No hace mucho presentaron un "Mercader de Vencia" cinematográfico, en donde sobresalía, potentísimo, Al Pacino. Lo recuerdo ahora porque pensé que ni las mujeres ni el judío eran ciudadanos y Shakespeare lo mostraba espléndidamente, con lo cual quedaban reducidos a ser niños de por vida; no es casual que hoy en día la niñez esté tan explotada, manoseada,ensalzada,sociológicamen-te. La tragedia, en la obra citada, se trasctoca en comedia gracias a la intervención trangresora, amoral, de las féminas, crueles como el judío pero
    con alegría.

    Lola

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  16. Te agradezco la claridad semántica y la precisión en el abordaje del tema... Muy interesante.-

    Saludos, Aquileana :)

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