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miércoles, 14 de febrero de 2007

Amores reales

Cuenta Sánchez Dragó en "Gárgoris y Habidis" a propósito de Carlos II (1661-1700) la siguiente increíble, y por eso probablemente cierta, historia:
"Mamó toda la leche del país agarrado a las ubres de catorce nodrizas vicisitudinarias, más las dieciséis de repuesto a las que accidentalmente recurría (...). Se las daba aquel energúmeno de impotente, si bien era tan rijoso como un mandril, hasta el extremo de que su atribulada esposa tenía prohibido calzar bragas, con objeto de que jamás seda alguna se interpusiera entre su ingle y los arrebatos del rey. Costumbre ésta que motivó episodios tan divertidos e inéditos en los anales de la Corona como aquel en que la augusta consorte se quedó enganchada por un pie al estribo de su corcel, y el animal corría desalmado chichoneando el occipudio de su dueña entre adoquines y boñigas, y dos caballeros -honra de la juventud dorada- acudieron al quite, y ya en él no pudieron soslayar la visión de los blancos muslos; y esa deleitable imagen llevaba aparejada la pena capital, y los dos gentilhombres tuvieron que salir a uña de caballo mientras el Consejo el Reino deliberaba. Carlos -ofendido y cejijunto, pero presionado por el cónclave- optó al cabo por indultarles con la condición de que se condenara al puñetero caballo a la horca, y así se hizo, erigiéndose el patíbulo en los jardines de palacio y permaneciendo en la soga durante muchos días el cadáver del ajusticiado para escarmiento de mirones y entretenimiento del rey a la hora del desayuno."

7 comentarios:

  1. Gustaba de perseguir y cazar gatos por las buhardillas del alcazar madrileño, a los que castrataba posteriormente según cuentan algunas crónicas y se hace eco Ramón J. Sender. Nunca la decadencia pudo llegar de tal manera de la mano de la degeneración. Hay un cuadro de él, obra de Carreño, en que el pintor de cámara que había sido como tal compañero de Velazquez, lo sitúa de espaldas a un espejo en una sala real, de espaldas a una cómoda. Intenta el pintor dar aire a las figuras para parecerse, creo yo, al maestro, pero el resultado es terrible, y evidencia el estado del reyno.

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  2. Es curioso. Al escribir el post tenía presente la imagen del rey pintada por Claudio Coello. Tras leerte, he recordado a Carreño. Es -me parece- mucho mejor la de este último. Probablemente el retrato de Coello es unos cinco años anterior al de Carreño y quizás sirviera de precedente. En ambos casos la autoridad que se presenta es flácida, y por ello temible, por potencialmente despiadada.
    Este rey da miedo.

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  3. Es que Carreño lo rodea de dorados y rojos carmesí, con suelo de damero en mármol, creo recordar. LO que hace, sin quererlo tal vez, es adornar de oropel a la figura patética por su vacuidad imbecil. Tienes toda la razón, da miedo, y sería interesante analizar esta figura desde el terror antes que desde el ridículo.

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  4. Por cierto que al escribir mi comentario, o al leer el tuyo, me ha venido a la cabeza Ionesco. No se si será por "El Rey se muere" o porque Carlos es un personaje del absurdo patético: personaje en su función.

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  5. El psicológicamente débil, si además es sentimental, no es extraño que sea muy cruel. Conocí una vez a un profesor de este tipo que sostenía con absoluta seriedad, que el poder para merecer su nombre debía ser arbitrario.

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  6. Debe de ser cierta, sí, de tan increíble.

    Hay una frase por ahí que dice algo así como que mando que no abusa pierde autoridad. Frase que considero falsa entre personas civilizadas, y cierta entre los que lo son menos.

    Un abrazo.

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  7. El abuso del mando suele ser muestra de que quien lo ejerce tiene más fuerza que autoridad. Una de las cuestiones esenciales de la política es, precisamente, la de cómo encontrar el punto de equilibrio entre la autoridad desarmada y la fuerza sobrearmada.

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