miércoles, 8 de octubre de 2025

10.000 pasos

Alguien, no sé con qué fundamento, ni me importa, aseguró que para perder peso, caminar 10.000 pasos diarios es mano de santo. Ya sé que la teoría tiene sus críticos, pero los que hemos depositado nuestra fe en ella, seguimos confiados en que la fe reduzca cinturas. El reto tiene su intríngulis, porque es raro el día en el que, al caer la tarde, has llegado a la meta, así que, para no avergonzarte de ti mismo delante de tu familia, sales a la calle a cumplir con tu fe. Al principio vas a lo que vas, poniendo voluntad en cada paso, pero poco a poco te das cuenta de que no estás solo en este empeño. Hay otras personas que, como tú, deambulan un poco erráticamente por las calles del pueblo sin otro norte que el reloj que nos va marcando el destino. Turistas involuntarios en un pueblo que nos conocemos de memoria, nos envuelve una cierta atmósfera de espías jubilados, que se refuerza cuando nos cruzamos y nos saludamos con gestos sutiles, pero reconocibles para los iniciados. Los que van más acelerados son los que ya están de vuelta y saben que en el trecho que les falta hasta llegar a casa culminarán la meta. Los más melancólicos (y aun pesarosos) son los que llevan a rastras unos números rojos de más de 4.000 pasos y no hacen (hacemos) más que mirar al reloj a ver si se acelera el tiempo y nos liquida la deuda. 

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