Chocolate con churros en el barrio de Miraflores, en Lima
El vasco Juan Larrea sintió vivamente que en México renacía el Espíritu europeo que había muerto en los campos de batalla de España. Defendió esta tesis en una obra singular titulada Rendición de espíritu, que vio la luz en 1943, el mismo año que se exhibió en el café La Blanca de la ciudad de México el triste espectáculo de la crucifixión de un faquir conocido como Harry Wieckede. Cuando lo visitó el ministro Maximino Ávila Camacho, hermano del Presidente de la República, Wieckede, que permaneció crucificado 488 horas y 45 minutos, le solicitó la nacionalidad mexicana. Murió poco después de ser desclavado a causa de un trombo en la vena cava, causado por su prolongada inmovilidad. El faquir Harry Wieckede era en realidad un exiliado andaluz que no había encontrado otra manera de no morirse de hambre. No he conseguido saber su verdadero nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.