Buscar este blog

viernes, 16 de febrero de 2024

Nóviles

 I

Soy de una generación que recibió muchas broncas en la infancia por la adicción, incuestionable, que tuvimos a los tebeos, que nos impedían estudiar lo que debíamos. Con el tiempo los tebeos pasaron a llamarse cómics y alcanzaron respetabilidad cultural. Ahora están en las bibliotecas escolares.

II

Después, como padre, viví con bastante tranquilidad aquellos años en los que los juegos de rol se demonizaron y eran la fuente de todos los peligros de la adolescencia. Ahora se llaman "escape room".

III

Más adelante el mal pasó a llamarse "videojuego".  A mí me gustaron y me gustan y los he defendido públicamente. Hoy hay toda una filosofía del videojuego.

IV

Por supuesto hay cómics, juegos de rol y videojuegos moralmente condenables. ¡Pero es que en el hombre todo es cuestión de grados!

V

Ahora cuando el demonio es la pantalla, lo que me pregunto es qué necesidad han venido a cubrir. ¿Qué es aquello a lo que la pantalla ha dado respuesta? Pienso que son una respuesta no demasiado inteligente a lo insoportable que se nos ha vuelto la espera. Y de eso las pantallas no son culpables, aunque en modo alguno contribuyan a su solución. La espera no dejara de ser insoportable sin móviles.

VI

Hay algo de una sinceridad cínica y terrible en las pantallas. Pienso en esas parejas que en la mesa de un restaurante están pendientes del móvil y, por lo tanto, diciéndole de hecho al otro: "Esto me interesa más que tú". Y como el otro responde de la misma manera, no pasa nada. Lo importante es lo que pueda haber tras la cena. La cena es solo un ritual de espera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Perillán

 I Contestándole un mensaje a Jorge Freire me emerge espontáneamente de no sé donde, pero directo y contundente, el adjetivo "perillán&...