I
Los domingos están hechos para los jubilados.
II
Te levantas con aquella levedad festiva de cuando trabajabas y aún tenías el día por delante, pero tras la comida no te atrapa esa miserable tristeza de las últimas horas del fin de semana, insoportables, que nos recuerdan que no hay redención.
III
Cuando estás jubilado las tardes de los domingos son como las de los sábados y las de cualquier otra tarde de la semana: la redención.
IV
En la Historia de la decadencia escribe Cioran palabras definitivas sobre esta sombra negra que se cuela en las casas acompañando la llegada del atardecer del domingo: "La única función del amor es hacernos soportables las tardes de domingo, crueles e inconmensurables, que nos dejan heridas que nos hacen daño durante el resto de la semana, e incluso durante toda la eternidad".
V
No leo apenas prensa y cuando, inevitablemente, choco con la actualidad noticiable, me da la sensación de que se trata de acontecimientos de una realidad de la que solo parcialmente formo parte.
VI
La política es, sin embargo, la filosofía primera. Y por eso cuesta aceptar todo cuanto tiene de infantil. Pero acabas aceptando, con el paso del tiempo, que lo infantil y sus tragicomedias son la realidad primera.
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