lunes, 29 de enero de 2024

Pelos

 I

El hombre es un animal de hábitos. Nos vamos haciendo a lo que hacemos y de esta manera vamos domesticando el tiempo.

II

Cada mañana bajamos mi mujer y yo a desayunar al Petit Cafè de la plaza de Ocata y cada mañana leemos allí un rato; si hace sol, acogidos a su generosidad en invierno y protegidos de ella por la sombra de los plátanos en verano; si hace frío, adentro y, si no, afuera. Todo esto es trivial e insustancial, ¡pero cómo se echa en falta lo habitual cuando estás solo ante las rutinas!

III

Hace unos años, exactamente el 12 de febrero del 2013, dos pianistas (los hermanos Tena Manrique) y un servidor estrenamos en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona una conferencia-concierto sobre la obra musical y filosófica de Nietzsche que poco después repetiríamos en el Casino de Soria. Ayer, porque la vida está llena de casualidades, decidimos recuperar el experimento y hacer algo semejante en la Tatiana de Madrid.

IV

Intento ver alguna serie en la televisión, pero me parecen tan insustanciales que difícilmente las puedo soportar más de 10 minutos. Cuando veo cómo alargan ciertas situaciones, pienso que John Ford resolvería eso en 10 segundos. Las series consistirían, entonces, en deconstruir a John Ford.

V

Tengo tantas cosas en marcha que mi vida es a un frente amplio.

VI

Cosas deprimentes de la vejez: esos pelos impertinentes y absurdos en las orejas y en la nariz.

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