I
He perdido la bufanda que tanto me gustaba. De lo único que estoy seguro es de que la he perdido en Madrid, pero no sé si en un taxi o dónde. Hasta esta mañana no la he echado en falta. La he perdido por culpa del buen tiempo. Suelo coger bastante cariño a la ropa que me ha usado de medio de transporte y ha ido adquiriendo la patina de mis rutinas, que es como una licencia de habitabilidad en exclusiva. Esta bufanda me gustaba. Era muy mía. Ya le perdí otra vez en Madrid y Ricardo Calleja me la guardó durante meses. Es una bufanda tan singular que estoy convencido que encontrará el camino de vuelta a casa.
II
Javier García Cañete de la Fundación Botín me dice que viene a Barcelona y quedamos para vernos, claro. Pero no viene hasta finales del mes que viene. Es igual. Concretamos lugar y hora del encuentro, que hay que tenerlo bien amarrado. Javier es un tipo fenomenal... Pienso ahora que los javieres que conozco son todos grandes tipos.
III
En la Francisco de Vitoria hemos hablado, mucho, de educación, pero en el campus me he encontrado con otro Javier, Javier Redondo, y hablamos de la importancia de la repetición y de de un congreso internacional de filosofía política para septiembre. Allí estaremos. Sin saber muy bien cómo, la Francisco de Vitoria se ha convertido para mí en una especie de imán guadanesco.
IV
Vuelvo de Madrid, como siempre, con las maletas llenas de proyectos. Creo que si tuviera dinero me compraría un piso en Madrid y desde allí añoraría el Mediterráneo cada día. Como todos los paisajes, que son estados del alma, el mar gana mucho con la añoranza.
V
Un Javier más, Javier Sánchez Menéndez, que es un ser redundante, por ser poeta y sevillano, me manda las pruebas de la cubierta de mi próximo libro de aforismos. Decido dejarlo en sus manos. No hay propuesta de cubierta que no haya empeorado mi intromisión en su diseño.
VI
En casa, rodeado de cosas caseras, acogedoras, cálidas, mías... pero solo. Mi mujer está en Pamplona.
Te deseo que encuentres tu bufanda.
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