Esta tarde he visitado el colegio La Pau, en el barrio del mismo nombre de Barcelona. He ido en tren hasta Sant Adrià y de allí he seguido caminando en zig-zag. Me apetecía pasar por el barrio de la Verneda, donde estuve viviendo un tiempo a finales de los 70, hasta que una noche vino la policía a echarnos. Nos llevaron a comisaría. Nos trataron bien, pero nos aconsejaron abandonar el piso. Un vecino nos había denunciado acusándonos de ser lo que no éramos. El barrio ha cambiado, pero aquellos mastodónticos e impersonales bloques de viviendas siguen ahí, mirando al futuro, pero indiferentes con las personas. Ahora abundan los Döner Kebab y la gente de color. De allí he continuado mi camino hasta el barrio de La Pau, un barrio en el que pocas personas elegirían vivir si tuvieran otras opciones. Pero allí, amigos, me he encontrado con una escuela. Una escuela de profesionales entusiastas y alegres, con ganas de hacer cosas y dispuestos a hacerlas bien, luchando contra los elementos, si hace falta. Pocas cosas son más gratificantes que un encuentro con maestros que conocen su oficio y lo ejercen serena y juiciosamente, sis aspavientos, pero con seriedad.
Estoy totalmente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarPara el equipo de maestros de la escuela La Pau ha sido un placer compartir la tarde contigo; una tarde llena de sentido común hacia la tarea de la escuela y de las relaciones con nuestros alumnos y familias. Estaremos encantados de que vuelvas cuando quieras.
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