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viernes, 31 de octubre de 2008

¡Indecentes tribunos!

La primera vez que formé parte de un tribunal de una tesis doctoral, me encontré con un memo de presidente. Lo vi claro cuando, al llegar su turno, sacó a relucir desvergonzadamente la manida excusa de los fatuos: que lo que él tenía pensado decir ya había sido dicho por quienes lo habían precedido, así que para no alargar innecesariamente la sesión, etc, etc. O sea: Que no se había leído la tesis. Pero no solamente no se la había leído sino que, en el momento de las deliberaciones, se sorprendió de que algunos (no todos, que quede claro), sí que nos la habíamos estudiado de pe a pa. En mi humilde modo de ver las cosas, cada uno demuestra el respeto que le merece su propio trabajo por la seriedad con que se lo toma.

En otra ocasión fue el tutor del doctorando el que, en su intervención, se dedicó a dejar claro que a él el tema de la tesis doctoral que libremente había dirigido le importaba un bledo. Él se dedicaba a cosas serias. En una universidad que de verdad fuera seria lo hubiesen despedido inmediatamente, pero en la nuestra, que no tiene la seriedad entre sus preferencias, se puede ser un cínico y un inepto sin que pase absolutamente nada.

Hoy he asistido a otro tribunal de una facultad muy ajena a la filosofía. Pero me he encontrado con los mismos gestos y las mismas actitudes.

El tiempo pasa, las circunstancias varían, pero sea cual sea la facultad, los peores permanecen en sus puestos, impasible el ademán.

martes, 28 de octubre de 2008

Navarra, siempre p'alante


El Códex Calixtinus es una obra del siglo XII atribuida al Papa Calixto II que dice algunas cosas sobre los navarros que debieran ser bien conocidas por todos aquellos que pretendan entender aunque sólo sea una miaja de nuestra idiosincracia. Voy a recoger algunos párrafos y dejo en manos del lector interesado la posibilidad de reflexionar sobre los mismos.
I
Las gentes de esta tierra son feroces como es feroz, montaraz y bárbara la misma tierra que habitan. Sus rostros feroces, así como la propia ferocidad de su bárbaro idioma, ponen terror en el alma de quien los contempla.

II
En ese monte [Roncesvalles], antes de que el cristianismo se extendiese por todo el territorio español, los impíos de los navarros y de los vascos, tenían por costumbre, a los peregrinos que se dirigían a Santiago, no sólo asaltarlos, sino montarlos como asnos y matarlos. Junto a este monte, en dirección norte, está el valle llamado Valcarlos, en el que acampó el mismo Carlomagno con sus ejércitos, cuando sus guerreros murieron en Roncesvalles.

III
Pasado Roncesvalles, viene la tierra de los navarros, rica en pan, vino, leche y ganados. Navarros y vascos tienen características semejantes en las comidas, el vestido y la lengua, pero los vascos son de rostro más blanco que los navarros. Los navarros se visten con ropas negras y cortas hasta las rodillas como los escoceses y usan un tipo de calzado que llaman abarcas, hechas de cuero con el pelo sin curtir, atadas al pie con correas y que sólo envuelven las plantas de los pies, dejando al descubierto el resto. Gastan, en cambio, unos mantos negros de lana que les llegan hasta los codos, con orla, parecidos a un capote, y a los que llaman sayas. Como se ve, visten mal, lo mismo que comen y beben también mal, pues en casa de un navarro se tiene la costumbre de comer toda la familia, lo mismo el criado que el amo, la sirvienta que la señora, mezclando todos los platos en una sola cazuela, y nada de cucharas, sino con las propias manos, y beben todos del mismo jarro.

IV
Son un pueblo bárbaro, diferente de todos los demás en sus costumbres y naturaleza, colmado de maldades, de color negro, de aspecto innoble, malvados, perversos, pérfidos, desleales, lujuriosos, borrachos, agresivos, feroces y salvajes, desalmados y réprobos, impíos y rudos, crueles y pendencieros, desprovistos de cualquier virtud y enseñados a todos los vicios e iniquidades, parejos en maldad a los Getas y a los sarracenos y enemigos frontales de nuestra nación gala. Por una miserable moneda, un navarro liquida, como pueda, a un francés.

V
En algunos sitios los navarros, mientras se calientan, se enseñan sus partes, el hombre a la mujer y la mujer al hombre. Además, los navarros fornican incestuosamente al ganado. Y cuentan también que el navarro coloca en las ancas de su mula o de su yegua una protección, para que no las pueda acceder más que él. Además, da lujuriosos besos a la vulva de su mujer y de su mula. Por todo ello, las personas con formación no pueden por menos de reprobar a los navarros.

VI
Sin embargo, se les considera valientes en el campo de batalla, esforzados en el asalto, cumplidores en el pago de los diezmos, perseverantes en sus ofrendas al altar. El navarro, cada vez que va a la iglesia, ofrece a Dios pan, vino, trigo, o cualquier otra ofrenda.

Ampère se come las cerezas

Tras el paso, en el post anterior, por la pornografía, volvamos al erotismo. En este caso, al erotismo de las cerezas, aunque el reto requiere sutileza y no sé si voy a estar a la altura. Ya perdonaréis si se me escapa algún exabrupto.

Estamos en el tres de julio de 1797 y es lunes, día no especialmente propenso para dar rienda suelta a la pasión, pero Ampère no era un tipo cualquiera. ¡Era un científico, no un mero filósofo! A los nueve años ya se había leído todos los volúmenes de la Enciclopedia y se sabía de memoria buena parte de ellos. A los doce, estaba al tanto de las obras de Euler.

El día que nos ocupa cogía cerezas. Puede parecer una acción de poca monta, pero el corazón estaba a punto de salírsele del pecho. Tras cogerlas, se las echaba a Julia, de quien estaba perdidamente enamorado. Y el hecho de que ella las recogiera en su delantal, hacía de cada turgente, rojiza y jugosa cereza una metáfora de lo impensable.

Pero hay lunes en los que hasta lo impensable se hace realidad. Y aquel lunes Julia con el halda repleta de cerezas...

“se sentó en el suelo y yo me acosté a su lado, sobre la hierba. Y comía las cerezas que habían estado sobre sus rodillas”.

Turbado estoy tras escribir tan encendidas palabras y apenas tengo coraje moral para transcribir lo posteriormente acaecido:

“Después nos fuimos al jardín, en donde ella aceptó un lirio de mi mano”.

Aún tardarían en casarse un par de años. ¡No sé cómo podían resistir este delirio amoroso!

Eugenoio d’Ors, en cuya “Flos Sophorum” me he basado, concluye su relato de esta manera:

“En 1836, Ampère murió. Julia le había precedido de bastantes años. Pero es seguro que él, en hora de agonía, debió de sentir que le volvía a la boca el sabor de aquellas cerezas comidas cuarenta años antes”.

Que así fuese.

domingo, 26 de octubre de 2008

Cultures of corruption

Los diplomáticos de la ONU gozan de la impunidad propia de su cargo, pero como además de diplomáticos tienen jeta, se aprovechan de las mismas (de la impunidad y de la jeta) para ahorrarse las multas de tráfico y los tickets de aparcamiento. Los americanos, que hacen estadísticas de todo, han estudiado el caso y han establecido el ranquing anual de una cosa muy rara que ellos llaman "cultures of corruption". ¿España? Por ahí está. ¡Que cada uno saque sus consecuencias!



sábado, 25 de octubre de 2008

La vida sexual de Niccolò Maquiavelo

La vida sexual de los filósofos merecería varias tesis doctorales. A algunos la aversión al matrimonio los lleva a decir monumentales estupideces sobre las mujeres; en otros es fácil sospechar de un anerotismo patológico. Han sido pocos los que han sabido bailar. Y menos aún los grandes mujeriegos, y entre estos predominan los muy feos, como Sartre o Russell.

Hoy voy a hablar de Niccolò de Maquiavelo, un filósofo revolucionario que pasó grandes épocas de, como él decía, “escasez de matrimonio”. En una ocasión la “vieja bellaca” que le lavaba las camisas le propuso sacarlo del apuro y lo condujo hasta un rincón oscuro en el que estaba una mujer con el rostro cubierto. Para saber lo ocurrido a continuación, mejor cederle la palabra a Niccolò, y que caiga por completo sobre él la autoría del relato:

“Yo, tímido como soy, me asusté por completo; sin embargo a solas con ella y en la oscuridad (porque la vieja enseguida salió de casa y cerró la puerta), seguí para adelante, aunque le encontrase los muslos arrugados, el sexo húmedo y le hediese un poco el aliento, tanta era la calentura que tenía. Pero cuando acabé, me entraron tantas ganas de ver la mercancía que cogí un tizón encendido de un hogar que había y encendí una lámpara que estaba encima; en cuanto la luz prendió, el candil estuvo a punto de caérseme de la mano. ¡Ay de mí! Casi me caigo muerto al suelo, de tan fea como era. Se le veía al principio un mechón de pelos entrecanos, pero tenía el cogote calvo y por la calvicie se paseaba algún piojo y en medio tenía una cicatriz. En cada una de las pestañas tenía un manojito de pelos llenos de liendres; sus ojos eran el uno bajo y el otro alto, y uno era más grande que el otro, llenos de lagrimales de legañas y las cejas medio peladas; la nariz estaba encajada en la cabeza, fruncida hacia arriba, llena de mocos, y la tenía cortada. La boca estaba torcida hacia un lado y por ella le salía algo de baba, dado que, por no tener dientes, no podía retener la saliva. En el labio superior tenía un bigote largo pero ralo. Tenía la barbilla alargada, aguzada y un poco torcida hacia arriba, de la que colgaba la piel que le llegaba hasta el nacimiento de la garganta.”.

Esta anécdota se encuentra en la carta que Maquiavelo le escribe a su amigo Luigi Guicciardini como respuesta a un minucioso relato de una lujuriosa aventura amorosa con una bellísima señora que aparecía en una carta previa de éste. Se trata, por lo tanto, de un “quid pro quo” que conociendo la ironía de Niccolò bien pudiera ser una manera elegante de tratar a Guicciardini de mentiroso.

Para entender a Maquiavelo conviene tener presente la diferencia entre el respeto que proclamaba a la ley qen la vida pública y la licencia que practicaba en su vida privada. Otro día hablaremos de la acusación anónima de sodomía a la que tuvo que hacer frente, aunque para no dejar en el aire ningún malentendido añadiré que la persona con la que aparecía implicado en la acusación era una mujer, Lucrezia, apodada la Riccia, con quien Niccolò continuó viéndose mucho tiempo después.

jueves, 23 de octubre de 2008

Finesse de la langue hispanique

Me he encontrado con este texto que creo que por derecho propio merece estar en El Café de Ocata. Después de Platon parece que algo de este tono no desentona.

Presqu'un an que j'habite en Espagne. Autour de moi on parle français, anglais et évidemment, espagnol. Même si j'avais des bases scolaires, je me suis très vite rendu compte que de l'enseignement à la parole, de la conjugaison à la pratique, du "¿qué tal?" au "¿qué pasa, tío?", il y a une frontière aussi grande que le Guadalquivir. Et finalement, c'est assez excitant, voire passionnant, de découvrir une langue de l'intérieur, ses expressions, de les utiliser même. Ca vous fait sentir un peu de la maison, ça vous complaît dans l'auto-satisfaction du type qui gère. Mais surtout, ça vous donne à découvrir une culture linguistique assez spéciale. Et en Espagne, le moins que l'on puisse dire, c'est que l'on sait se jouer de la vulgarité. Ici, on peut prononcer des gros mots devant des personnes âgées, on peut faire des blagues de cul sans que personne ne soit choqué et l'on peut jouer avec l'espagnol, qui donne beaucoup plus de possibilités, sexuellement parlant, que les "merde" et "chiant" français, si caractéristiques de notre goût pour la scatologie. Voici donc un petit résumé de mes apprentissages linguistiques, après un an d'immersion.

Le sexe féminin
Plus souvent appelé par son nom usuel, coño, qui signifie "con" en français, le sexe féminin devient une interjection placée un peu partout, en début ou milieu de phrase, pour marquer l'étonnement, le plus souvent, ou la joie, l'énervement etc... comme dans le sud de la France. Là, il devient une sorte d'équivalent au "putain" français. D'ailleurs, le coñazo, en d'autres mots "chatte géante", désigne une activité qu'on a pas du tout envie de faire. Et le pendejo, c'est le poil de pubis, ou l'andouille de service. Après, bien sûr, les Espagnols ont mille autres mots pour désigner cette merveille de la nature : "lapin" (conejo), "palourde" (almeja), "coquille" (concha), et mon préféré, el chocho !

Le sexe masculin
La polla (bite) ressemble au pollo (poulet) et les lapsus révélateurs sont fréquents. En fait, ça signifie qu'en espagnol, le pénis est une poule, allez savoir pourquoi. Dans le nord de l'Espagne, on utilisera carajo, dans ces cas-là comme "foutre" en français. Pene et verga (pénis et verge) existent bien entendu, mais sont tellement propres qu'ils ne sont pas drôles. On s'amusera plutôt à prendre des mots dérivés du bois, comme tranca, qui signifie bûche.

Faire l'amour
Alors là, une liste serait trop longue. Le plus important serait de savoir que l'on appelle cela follar en Espagne, mais que la richesse latine-américaine en a donné beaucoup plus. Enculer se dit "culear" mais on dira plus souvent "dar por el culo" (donner par le cul). Parce qu'en espagnol, faire l'amour, c'est donner, devant ou derrière. "Va te faire foutre !" se dit donc simplement "¡Que te den!", qu'ils te donnent (ils sont plusieurs, quelle générosité).

Autres mots
Tout le monde connaît, bien sûr, le fameux ¡Joder!, sorti à tout bout de champ en Espagne, à la manière de coño. Mais il y en est de tout aussi appréciables, et moins connus, comme gilipollas, un équivalent au "con" français (d'ailleurs, le "Pauvre con !" de Nicolas Sarkozy fut littéralement traduit "¡Pobre gilipollas!" dans tous les médias espagnols). Plus obscur qu'en français, puisque personne ne sait exactement d'où vient ce mot. On reconnait le "polla", on sait que ça veut dire "idiot", mais on ne connaît pas "gili". Par contre, dites-le une fois devant plusieurs Espagnols, et tout le monde se mettra à rire, et ça non plus, vous ne comprendrez pas pourquoi.

Les expressions
C'est là que la richesse de la langue espagnole s'exprime le mieux. Son inventivité m'étonnera toujours, tout le monde peut se faire ses propres expressions pour faire rire la galerie, qu'elles soient clairement vulgaires ou spirituelles. Un exemple qui est devenu générique : echar un polvo, qui signifie tirer un coup, mais littéralement, c'est "lancer une poussière". Il y eut une époque où la mode, au sein de la noblesse espagnole, voulait qu'on sniffe de la poudre de tabac. Elle était censée dégager les voies respiratoires et faire du bien. Mais il fallait bien éternuer ensuite, ce qui était très mal vu. On allait donc souvent à l'écart pour se sniffer du tabac, ce pour quoi l'on pouvait aussi inviter une dame. Et l'esprit pervers ibérique a imaginé le reste.

La República. Un minuto más.

República 472c-e:

Sócrates: Con miras a un paradigma nos preguntábamos qué es la justicia misma y cómo es un hombre que ha conseguido ser justo, si es que tal cosa puede darse. De la misma manera procedíamos respecto a la injusticia y al hombre injusto. Nuestra intención era fijar la mirada en estas cosas para que se nos pusiera de manifiesto lo relativo a la felicidad y a su contrario. Así convendríamos que quien más se parezca a ellos más vivirá conforme a ellos, pero no era nuestra pretensión demostrar que esas cosas [el hombre justo y el injusto, la justicia y la injusticia] puedan existir en la realidad en estado puro.

Glaucón: Así es.

Sócrates: ¿Acaso piensas que porque un pintor haya retratado al hombre más hermoso, tal como lo ha imaginado, es peor pintor si no puede demostrar que tal hombre exista en la realidad?

Un poco más adelante (473 a) añade Sócrates “que la praxis, por naturaleza, alcanza la verdad menos que las palabras”. Con lo cual lo que se acaba mostrando en este ejercicio de elaboración de paradigmas es la naturaleza (physis) de la praxis.

miércoles, 22 de octubre de 2008

La República explicada en un minuto

A propósito de un comentario en Neoconomicón, vuelvo por enésima vez a la República de Platón.

Este diálogo se ha interpretado de multitud de maneras. Por H. Tarrant (Plato’s First Interpreters) sabemos que ya fue objeto de polémica en la antigüedad. Pero ha sido en el siglo XX cuando han aparecido las lecturas más aberrantes. Los teóricos germánicos de la eugenesia decían basarse en él. C. Mâder creía que la concepción política de Platón no sólo no era una utopía sino que había sido realizada por los nazis.

Pero si nos atenemos al propósito explícito de Platón, la República es un tratado de psicología. Su intención es conocer cómo es el alma humana y para ello establece una analogía entre el alma del individuo y la de la sociedad. Lejos de tratarse de una excentricidad, esta analogía era muy común en los siglos V y IV. Son muchos los autores que afirman que la “politeia” (este es el título original del diálogo platónico, que Cicerón tradujo por “res publica”), es el alma de la ciudad. La analogía, por lo tanto, parecía evidente. Pero Platón es también metodológicamente necesaria porque quiere entender el alma humana y, en sí misma, de maneras directa, le resulta inaccesible, mientras que si lo que ocurre diáfanamente en la ciudad puede trasladarse a lo que ocurre en el alma, su proyecto puede llevarse a cabo.

Este asunto era en Grecia sumamente relevante porque en el año 411 la Asamblea de los atenienses había votado democráticamente la eliminación del régimen y su sustitución por una tiranía. Lo que a Platón le preocupaba –hay abundantes datos al respecto en su obra- es si el paso de la democracia a la tiranía era algo que sólo se había debido al azar o si bien existía en el alma democrática (en la del ciudadano democrático y en la de la ciudad democrática) algún impulso tiránico que era el responsable de lo ocurrido, es decir, si la democracia no estaba siempre e inevitablemente incubando el huevo de la tiranía.

Si esto fuera así, la inhibición de lo tiránico del alma debería ejercerse de manera tiránica, de forma que no pudiera asomar las orejas. Esta es la primera paradoja política que descubre Platón.

Algo debe controlar sin concesiones la parte tiránica del alma. ¿Per cómo puede pensarse ese algo?

Platón entiende que una ciudad sólo podría liberarse de la tiranía y alcanzar un régimen político perfecto si fuera capaz de unir en una única persona la condición – extraordinariamente inusual- de filósofo y gobernante. Es decir, si la parte racional del alma (del individuo y de la ciudad) pudiera coincidir con su parte ejecutiva.

Pero ha dejado previamente establecido que hay tres componentes en el alma (y, por ende, en la ciudad): la razón, el coraje y el apetito. La razón es la capacidad para establecer lo mejor en cada caso; el coraje es la capacidad para actuar con decisión (es como un depósito de energía que puede ponerse al servicio de diferentes amos); el apetito es lo que su nombre indica, las ganas de satisfacer los deseos de la cama y mesa. Bueno, en realidad la cuestión es un poco más complicada. Platón ofrece una versión más sofisticada de estas tres partes. El apetito podría verse, en este sentido, como el deseo de tener o poseer bienes; el coraje como el deseo de ser alguien dentro de la comunidad; la razón es otra cosa, es básicamente, contemplación de la verdad. Las diferencias son para Platón tan notables que incluso considera que existen virtudes específicas diferentes para las personas según sea la parte de su alma que los domina.

Lo que parece querer decirnos Platón, entonces, es que si unimos las instancias heterogéneas de la razón y el coraje (que no sólo tienen fines opuestos sino virtudes diferentes, de acuerdo con sus respectivos fines), todos los problemas del hombre y de la ciudad podrán solucionarse.

Es, efectivamente, bien difícil de creer. Pero, además, hace trampa, porque nos oculta el sexo.

¿Qué pasa con el sexo? ¿Es posible acaso separar el coraje del sexo y ponerlo exclusivamente al servicio de la razón?

Dicho de otra manera: Si se diera en una persona una razón asexuada en unión con un coraje asexuado y, por lo tanto, en esta persona el sexo (y el deseo de poseer bienes en general) no cumpliera ningún papel, entonces los problemas de la ciudad y del alma estarían solucionados. Es decir: si existiera una ciudad de ángeles, los problemas políticos desaparecerían.

Por lo tanto, una de dos: O Platón era rematadamente tonto, o la República es un tratado sobre el desengaño y el aprendizaje de la frustración. O, si se quiere, es una crítica irónica de todo idealismo psicológico y político.

martes, 21 de octubre de 2008

La audiencia del diablo

No encontraba una manera no impúdica de dejar atrás el post anterior. Por eso he tardado varios días en añadir una entrada nueva, hasta que gracias al azar, he dado con una vía para salir del apuro. Consultando las Conversaciones con Goethe” de Eckermann, para una cuestión que nada tenía que ver con El Café de Ocata, he abierto casualmente el libro en la anotación del 29 de noviembre de 1826. Eckermann acababa de leer el Deformed Transformed de Byron “y después de comer” comentó su contenido con Goethe.

Tras reconocer “el ingenio desbordante” del autor, Goethe añadió:

- “Es forzoso reconocer que el poeta dice más cosas de las que debiera. Suele decir la verdad, pero esta no siempre resulta agradable, y a veces casi preferiríamos que se callase. Hay cosas en el mundo que el poeta haría mejor velándolas que descubriéndolas. Pero el carácter de Byron es así, y antes se dejaría hacer pedazos que cambiar de manera de ser”

- Sí, no puede negarse –le respondió Eckermann-, es verdaderamente ingenioso. Qué certeras son aquellas palabras:

The Devil speaks truth much oftener than he’s dumed,

He hath an ignorant audience


O sea:

“El Diablo dice la verdad más a menudo de lo que parece,

pero tiene un auditorio ignorante”.

Así que, Don Cogito, Byron le daría la razón.

sábado, 18 de octubre de 2008

Divirtiéndose en Auschwitz

Más información: Aquí y aquí.

Zoosofía pascaliana

No abundan los animales en los pensamientos de Pascal. De hecho sólo he encontrado una mosca, una gallina y un gallo. Quizás haya alguno más, si es así, os agradeceré que me lo comuniquéis. La zoosofía se va construyendo pasito a pasito.


En el pensamiento 95 aparece el zumbido de una mosca para, con su insistencia, rebajar considerablemente las ínfulas del hombre:

La mente de ese soberano juez del mundo no es tan independiente que no pueda verse turbada por cualquier ruido que se haga a su alrededor. No necesita un cañonazo para interrumpir sus pensamientos; basta con el chirriar de una veleta o de una polea. Que nadie se extrañe si ahora no razona bien: una mosca zumba junto a su oído; ello basta para hacerle incapaz de ordenar sus ideas. Si queréis que pueda encontrar la verdad, alejad a ese animal que tiene en jaque a su razón y turba esta poderosa inteligencia que gobierna las ciudades y los reinos. ¡Que dios más grotesco! O ridicolissimo eroe!

El gallo y la gallina se inmiscuyen en el pensamiento 357 y digamos que su aparición no constituye uno de los momentos más clarividentes de la ciencia:

¿Por qué una virgen no puede dar a luz? Acaso una gallina no pone huevos sin ayuda del gallo? ¿Qué los distingue de los otros? ¿Y qué nos dice que la gallina no puede formar este germen lo mismo que el gallo?

jueves, 16 de octubre de 2008

Esta tarde

Esta tarde, a eso de las cinco, para desentumecerme un poco el alma he ido a darme un baño. Seguimos con un clima tropical y a poco que uno se mueva comienza a sudar. La playa estaba casi desierta. Un adolescente en los columpios, una mujer mayor con dos niños pequeños jugando por la arena y grupos de gaviotas volando de forma arremolinada, nerviosa. El agua estaba perfecta. Al principio, no lo niego, un poco fría, pero pronto me he reconciliado con ella, he hundido la cabeza en una ola y me he puesto a bracear mar adentro. Ha pasado un buen rato hasta que he levantado la cabeza para mirar a tierra. La impresión ha sido tremenda. Ocata había desaparecido. O casi. Un nubarrón oscuro descendía de la montaña y se extendía como una mancha sobre los tejados, sumergiéndolos en la niebla. Unos truenos graves retumbaban en el cielo. Las primeras casas parecían más pequeñas y todo el pueblo estaba envuelto en una atmósfera de irrealidad. Han comenzado a caer una gotas enormes, pero muy pausadas, que anunciaban la que estaba a punto de llegar. Cuando he alcanzado la orilla tenía la ropa empapada. Como ya no había nada que salvar me he demorado contemplando la luz. El sol, sobre el mar, seguía su curso, camino de Collserola, iluminando las escamas de las olas en la rompiente. Brillaban con una extraña intensidad, como retando a la oscuridad que se iba apoderando de la playa. Una oscuridad densa, dulzona, un poco sofocante, de grises azulados y cenizas doradas que por aquí y por allá era traspasada por compactos rayos de luz solar. Un prodigio.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Poemando a Alfeo

Me dan pena los que llevan una vida sin amor,
pues nada hay agradable si el corazón se tiene muerto.
Miradme a mí, que ya camino a paso lento,
pero en cuanto la veo, desearía volar raudo como el rayo.
Hacedme caso: ¡No huyáis del amor,
perseguidlo en cuanto se presente!
El amor es la piedra en que se afila el alma”
De Alfeo de Mitilene
(en traducción muy, muy libre)

martes, 14 de octubre de 2008

Los tiempos del hombre

Dicen –bueno, en realidad lo dice Mateo Alemán en su inmortal Guzmán de Alfarache- que cuando Júpiter hizo el mundo, creó a los animales antes que al hombre. Cuando el asno abrió por primera vez los ojos y vio la belleza del mundo, se alegró y comenzó a dar saltos hasta que cansado y algo más manso “le pasó por la imaginación cómo, de dónde o cuándo era él asno”. Y como no podía apartar de sí estas preocupaciones, dignas de un existencialista francés de los cincuenta, se presentó ante su creador para que le aclarase el sentido de su vida. Júpiter se lo dijo sin rodeos: Estaba destinado para servir al hombre. Al enterarse de las penalidades que tendría que padecer, “quedó en aquel punto tan melancólico cual de ordinario lo vemos, pareciéndole vida tristísima la que se le aparejaba”. Preguntó cuanto viviría y le fue respondido que treinta años. Apenado de su propia existencia, suplicó humildemente que le fueran acortados. Le bastaba con diez, “los cuales prometía servir como asno de bien, con fidelidad y mansedumbre”. Los veinte restantes podía dárselos “a quien mejor pudiese sufrirlos”. “Júpiter, movido de su ruego, concedió su demanda, con lo cual quedó el asno menos malcontento.”


Tras el asno, fue el perro “que todo lo huele”, quien quiso saber su suerte. “Fuele respondido que su ocupación sería en ir y venir a caza, matar la liebre y el conejo y no tocar en él; antes ponerlo con toda fidelidad en manos del amo. Y después de cansado y despeado [sin pies] de correr y trabajar” le darían de comer “tarde, frío y poco”. Tras conocer que también su vida se prolongaría durante treinta años, “le pareció negocio intolerable” y solicitó que, como al asno, se le redujera. Con diez, se conformaba. “Júpiter se lo concedió y el perro, reconocido desta merced, bajó el hocico por tierra en agradecimiento”.


Al tanto estuvo la mona de lo ocurrido e imitó a sus compañeros. Júpiter le hizo saber que habría de servir de diversión al hombre, cosa que a ella se le hizo “muy amargo”. También a ella le esperaban treinta años de vida, y también pidió y obtuvo su recorte.


Por último Júpiter creó al hombre, que “al verse criatura tan hermosa, tan misteriosamente organizado, de tan gallarda compostura, tan capaz”, quiso enterarse de su destino. Supo así que a él, como al resto de los animales, Júpiter le había reservado treinta años de vida.


“Maravillóse desto el hombre, pues en abrir y cerrar los ojos pasaría como una flor su vida, y apenas habría sacado los pies del vientre de su madre, cuando entraría de cabeza en el de la tierra”. Así que le pidió a Júpiter que le concediera los años que los animales habían repudiado.


Así se hizo. Júpiter le concedió que viviese sus primeros treinta años como un hombre y que pasados estos “comenzase a vivir por su orden los heredados. Primeramente veinte del asno, sirviendo su oficio, padeciendo trabajos, acarreando, juntando, trayendo a casa lo necesario. De cincuenta hasta setenta, viviese los del perro ladrando, gruñendo, con mala condición y peor gusto. Y últimamente, de setenta a noventa, usase de los de la mona”.


Mateo Alemán concluye su relato con estas palabras: “Y así vemos en los que llegan a esta edad que suelen, aunque tan viejos, querer parecer mozos, pulirse, aderezarse, pasear, enamorar y hacer valentías representando lo que no son, como lo hace la mona, que todo es querer imitar las obras del hombre y nunca lo puede ser”.

A don Enrique

Un honor, don Enrique.

lunes, 13 de octubre de 2008

Más allá del bien y del mal

Releo Más allá del bien y el mal. En la Plaza de Cataluña, esperando al tren que me llevará a Ocata, alcanzo la sección novena, dedicada a responder a la pregunta "¿Qué es aristocrático?". El día ha sido pesado, con nubes bajas y una humedad pegajosa, un poco animal. Una máquina se me queda dos monedas sin entregarme a cambio mi bebida. Al subir al tren nos empujamos despiadadamente intentando alcanzar un asiento libre. Por culpa de la máquina, me quedo sin asiento y sin bebida. Leo de pie, ensardinado y sudoroso. Leído así, Nietzsche me ha parecido, por primera vez en mi vida, obvio.

domingo, 12 de octubre de 2008

Sobre el dolor y la ciencia

Fernando del Pulgar le escribió, a mediados del siglo XV, una carta a su médico que bien puede servir de apostilla a lo que escribí ayer sobre el mito y la economía. Me permito retocar el texto original para hacerlo más asequible a todos los amigos de este café:

“Señor doctor Francisco Nuñes:

Yo, Fernando del Pulgar, escribano, acudo ante usted para decirle que, padeciendo un gran dolor de ijada y otros males que asoman con la vejez, quise leer a Cicerón, Sobre la vejez, para ver si encontraba algún remedio para mis males (…). La verdad es que Cicerón ofrece muchas consolaciones y realiza un gran elogio de la vejez, pero no provee de remedio para sus males. Pero yo necesitaba un remedio más que sus consolaciones, porque los consejos, si no quitan el dolor, no ponen consuelo. Y así me quedé con mi dolor y sin su consolación.

Acudí después a a sus Disputaciones Tusculanas, donde Cicerón intenta probar que el sabio no debe padecer y si padeciere, debe apartar sus males con la virtud. Yo, señor doctor, como no soy sabio, sentí el dolor,; y como no soy virtuoso, no lo pude desechar, no lo desecharía el mismo Cicerón, por virtuoso que fuera, si sintiera el mal que yo siento. Así que, para las enfermedades que vienen con la vejez, fallo que es mejor ir al médico remediador que al filósofo consolador.

sábado, 11 de octubre de 2008

La ciencia y el mito

Cuánto más leo sobre la crisis, más me convence la capacidad predictiva del mito. No es que piense que una rogativa para pedir más lluvia o una novena para aprobar oposiciones sean fórmulas infalibles para enfrentarse al futuro, sino que cada día veo más clara la falibilidad de nuestras teorías para anticiparnos lo que ha de venir. Por otra parte, ¿los sucesivos planes de ayuda que nos van presentando los gobiernos no se parecen mucho a una peregrinación a Lourdes? Con todas nuestras buenas intenciones y nuestro ingente saber, resulta que estamos dando palos de ciego y que lo determinante para recuperarnos -o al menos para no continuar hundiéndonos- es ese intangible llamado "confianza", palabra en cuyo núcleo se encuentra ni más ni menos que la "fe", aquella virtud que según el catecismo consistía en creer en lo que no vemos..

Quiero decir que tanto con el mito como con las llamadas ciencias sociales lo que hacemos es enviar a nuestras tropas a conquistar el futuro sin tener mucha idea de qué tipo de enemigo nos vamos a encontrar. Y a veces lo peor que puede pasarnos es que no encontremos ninguno, porque nos adentramos en tierra incógnita sin darnos cuenta la enorme cantidad de fortalezas sin conquistar que dejamos a nuestras espaldas.

Sí, efectivamente, las tropas de la ciencia son más modernas que las del mito, y parecen mucho más capacitadas para vérselas con la normalidad. Pero el futuro que realmente nos interesa es el que nos coge desprevenidos. Y en este caso la pesadilla de la razón es muy semejante a la pesadilla del mito.

Incluso me pregunto si de cara a la conciencia de la imprevisibilidad del futuro no estaba el mito mejor armado que nuestras flamantes teorías científicas.

En cualquier caso, tengo la sensación de que estamos haciendo una barbacoa mientras Roma ha empezado a arder.

viernes, 10 de octubre de 2008

El día que los hombres se olvidaron de la inmortalidad

Es bien conocida la historia del heroísmo de Prometeo, que se atrevió a robar el fuego del mismísimo Zeus para entregárselo a los hombres y aliviar así sus penas. Es menos conocido algo que nos cuenta Nicandro en su Theriaca. Nos dice que si Zeus pudo enterarse de quién había sido el ladrón, fue porque los hombres acabaron delatando a su benefactor. Sin duda esperaban recibir aún mayores recompensas de Zeus. Y así fue. Como premio por su delación recibieron un “phármaco” contra el envejecimiento. Pero como este premio era muy pesado, lo cargaron sobre un asno. Así podían descender del Olimpo más livianos y dar rienda suelta a su alegría. La carga, efectivamente, pesaba como plomo y el borrico no tardó en agotarse. Lo abrasaba, además, una sed insoportable. Caminaba a trompicones, resbalando en las rocas y tropezando con las raíces de los árboles. Los hombres, festejaban con tanto entusiasmo su fortuna que se olvidaron de aliviar los sufrimientos del animal sobre el que habían depositado el motivo de su alegría. Ni se dieron cuenta de que había abandonado la sinuosa senda del descenso al barruntar el caudal de una fuente. Cuando el sediento borrico acercó, muerto de sed, su hocico al agua, una serpiente se interpuso entre él y el manantial. Era su propietaria y no estaba dispuesta a entregar gratuitamente el agua. El asno no tuvo ningún inconveniente en ofrecerle inmediatamente su carga. De poco le servía a él aquel fármaco si estaba a punto de morir deshidratado. Gracias a este trueque las serpientes salen de la vejez cada año y se rejuvenecen, mientras los hombres siguen encadenados al inalterable curso del tiempo que, irremediablemente, acaba conduciéndolos a la vejez y a la muerte.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Una revelación teológica

Del gallo de Villalón a la idea de Platón

Basándose en un relato de Luciano de Samosata, Cristóbal de Villalón escribió en un magnífico castellano El Crotalón, libro que guarda mucho saber y mucho ingenio. El protagonista del mismo es un gallo dicharachero que ha vivido multitud de vidas y que como posee una memoria prodigiosa, de todas ha aprendido abundantes cosas.


En el capítulo segundo, este gallo parlanchín compara de esta manera la conducta de los animales y de los humanos:

“Dejemos de contar cuántos varones han tenido sus ayuntamientos con cabras, ovejas y perras; y las mujeres que han efectuado su lujuria con simios, asnos, cabrones y perros, de los cuales accesos se han engendrado centauros, esfinges, minotauros y otros animales monstruosos de prodigioso agüero. Pero las fieras nunca usaron así, como lo muestra por ejemplo la continencia de aquel famoso Mendecio, cabrón egipcio, que siendo encerrado por muchas damas hermosas para que holgase con ellas, ofreciéndosele desnudas delante, las menospreció, y cuando se pudo soltar se fue huyendo a la montaña a tener sus placeres con las cabras sus semejantes.”

Cicerón en De amicitia ya resalta que los animales buscan a otros de su misma especie (eiusdem generis) para parearse. Esta conducta tan natural resultaba para los antiguos un motivo de sorpresa. Los platónicos, por ejemplo, vieron que en los animales es innata la capacidad para comprender lo similar y lo diferente y por eso son capaces de identificar a los de su misma especie. Diógenes Laercio, que es quien nos informa de este asunto, utiliza el verbo “theoreo”, del que se deriva nuestra “teoría” para nombrar esta acción de identificar. Pero lo relevante es que, de acuerdo con este testimonio, los platónicos encontraban en esta conducta la prueba inapelable de la existencia de las ideas, pues la vida animal sería imposible si los animales no supieran diferenciar entre los ejemplares de su propia especie y los ajenos. Resulta, entonces, que el trabajo del filósofo consiste en realizar de manera intelectual lo que cualquier animal hace de manera espontánea. Pero todos teorizamos movidos por "eros".


Una cosa más: agradecería cualquier información que pudierais darme sobre ese cabrón de moral ejemplar del que habla Cristóbal de Villalón.

lunes, 6 de octubre de 2008

El alarde del pavo

Tratando el gran Gracián de la ostentación en El discreto, introduce un apólogo en forma de fábula que con gran placer aporto al caudal creciente de la zoosofía. En estos tiempos de turbulencias económicas puede, además, fomentar alguna útil analogía. El protagonista es el Pavo Real y el esplendor de sus plumajes.

Como la mirada que no es capaz de provocar la emulación fácilmente “se convierte en la poquedad de la envidia”, la Corneja comenzó a despotricar de lo que consideraba un exceso de ostentación del Pavo, y se fue de ave en ave “solicitándolas a todas, ya las Águilas en sus riscos, los Cisnes en sus estanques, los Gavilanes en sus alcándaras, los Gallos en sus muladares, sin olvidarse de los Búhos y las Lechuzas en sus lóbregos desvanes”. No le negaba hermosura al Pavo, pero le reprochaba su ostentación y ufanía. Así iba sembrando envidia, que al ser “pegajosa, siempre halla de qué asir” y, finalmente, consiguió reunir una embajada “de parte de toda la república ligera” integrada por el Cuervo, la Corneja y la Picaza, con otras de este porte.”

Los recibió el Pavo “en un espacioso patio, teatro augusto de su ostentosa bizarría”, donde escuchó el discurso de la embajada “de todo el alígero senado”:

“Sabe que están muy ofendidas todas las aves de esta tu insufrible hinchazón, que así llaman a esa gran balumba de plumas, y con mucho fundamento, porque es una odiosísima singularidad querer tú solo, entre todas las aves, desplegar esa vanísima rueda (…). Mándate, pues, e inapelablemente ordenan, que de hoy más no te singularices, y esto es mirar por tu mismo decoro, pues si tuvieras más cabeza y menos rueda, repararas en que, cuando más quieres placear la hermosura de tus plumas, entonces descubres la mayor de tus fealdades, que tales son tus extremos”, es decir, sus patas.

El Pavo se sorprendió de que las aves condenaran su ostentación sin apreciar su belleza. “¿Qué aprovecha ser una cosa relevante en sí, si no lo parece? (…) El mismo Hacedor de todo lo criado, lo primero a que atendió fue al alarde de todas las cosas, pues crió luego la luz, y con ella el lucimiento”.
(…)
“Y diciendo y haciendo, volvió a desplegar aquella su gran rodela”, lo cual enfureció a los embajadores, que arremetieron contra él, “el Cuervo a los ojos y las demás aves a las plumas”.

Organizaron un escándalo tan grande que pronto acudieron los animales a ver qué pasaba. El León tuvo que hacer uso de su autoridad y propuso que la Vulpeja, “por sabia y también por desapasionada” juzgara esta contienda política entre la realidad y la apariencia.

Tras analizar los diferentes perfiles del asunto, la Vulpeja consideró que “sería una imposible violencia concederle al Pavo la hermosura y negarle el alarde” y dictó la siguiente sentencia: “Que se le mande seriamente al Pavo y criminalmente se le ordene, que todas las veces que despliegue al viento la variedad de su bizarría, haya de recoger la vista a la fealdad de sus pies, de modo que el levantar plumajes y el bajar los ojos todo sea uno: Que yo aseguro que esto sólo baste a reformar su ostentación”.

Y así concluye Baltasar Gracián la fabulilla: “Aplaudieron todas el arbitrio, obedeció él y deshízose la junta, despachando una de las aves a suplicar al donosamente sabio Esopo se dignase de añadir a los antiguos este moderno y ejemplar suceso”.

domingo, 5 de octubre de 2008

Diógenes de Oenoanda

Dedicado a Luc Misseri


Epicuro fue, posiblemente, el escritor más prolífico de la antigüedad. Sin embargo apenas hemos conservado algunos resúmenes de su obra y unos cuantos fragmentos. Los avatares de la transmisión han condicionado nuestra visión del mundo antiguo de una manera tal que dejan en muy mal lugar al Espíritu hegeliano. Sin embargo en las últimas décadas la arqueología nos ha proporcionado dos hallazgos sorprendentes. Uno de ellos es una biblioteca de un epicúreo hallada en Herculano, cuyos textos están siendo recompuestos con una paciencia infinita en Nápoles y, el otro, una inscripción del siglo III de nuestra era aparecida en la ciudad de Oenoanda, en el Norte de Licia, en el sudoeste de Asia Menor. El descubridor de esta última se encontraba pasando unos días en una ciudad turca cuando descubrió que en los muros de la casa en que se albergaba se podían leer algunos textos antiguos. Los fue recomponiendo poco a poco y así se dio cuenta de que se trataba de un resumen de la filosofía de Epicuro. Finalmente pudo averiguar que un tal Diógenes había hecho levantar un gran muro en el ágora de la ciudad, de más de 80 m. de largo, con la intención declarada “de proporcionar públicamente los fármacos que garantizan la salvación” tanto a los ciudadanos como a los visitantes.


Me voy a limitar a transcribir uno de los fragmentos qure, sin duda alguna, haría saltar de alegría al mismísimo Marx:

No conseguiremos universalizar la filosofía hasta que no esté al alcance de todos. Pero si aceptamos que esto es posible, entonces realmente la vida de los dioses se transformará en vida humana. En todas partes reinará la justicia y el mutuo aprecio y no habrá necesidad ni de murallas ni de leyes ni de todo cuanto tramamos para defendernos de los demás. Como todo lo necesario viene de la tierra y no poseeremos esclavos, todos labraremos y cultivaremos y cuidaremos del ganado y encauzaremos ríos y vigilaremos las cosechas (...) y en los ratos libres podremos dedicarnos al estudio de la filosofía.*

* DIOGENES OF OINOANDA, The epicurean inscription, Bibliopolis, Nápoles, 1993. Según D. R. Blickman, 171, “the text gives an almost Jeffersonian picture of farming philosophers”.


Un par de links: Este y este.


viernes, 3 de octubre de 2008

Didáctica versus filosofía

A medida que iba reflexionando sobre los contenidos de mis clases, me iba haciendo, fatalmente, peor profesor de filosofía. A los pocos años de ejercicio docente comprendí que, en lo que a la enseñanza media se refiere, es mejor saber poco para poder explicar mucho. Conviene que el profesor y los alumnos se crean lo que dice el libro de texto. Tal cosa, además, ayuda a los alumnos a obtener buenas notas en selectividad.

Comencé a tener problemas de conciencia con Platón. Al releer sus diálogos comprendía lo mal que lo entendía. No está nada claro, por ejemplo, qué era para él la teoría de las ideas. ¿Tenía, acaso, una teoría sobre las ideas? Lo de la reminiscencia es claramente un mito y el alma parece totalmente sometida al tiempo. Por no saber, no sabemos ni quién pueda ser en los diálogos el portavoz del platonismo. Si contestamos que tal papel le correspondía al irónico Sócrates, nos meteremos en un considerable lío, pues ¿qué tipo de filósofo puede elegir como protavoz de sus ideas a un irónico? De esta manera, cada vez que tenía que hablar de Platón, me preocupaba pensar que el viejo filósofo se estaría retorciendo de desesperación los huesos al oirme.

Si hablar de Platón con conocimiento de causa es difícil, intentar explicar a Nietzsche es, claramente, una indecencia.

¿Cómo demonios nos atrevemos a convertir el pensamiento de Nietzsche en lecciones de las que hay que examinar a adolescentes aprendices de demócratas? Nietzsche sí que se retorcerá de desesperación en su tumba cada vez que se entera de que un adolescente ha obtenido un notable en Zaratustra o que ha suspendido por no saber explicar el eterno retorno o la voluntad de poder. ¿Alguien en su sano juicio puede creer que es posible hacer inteligible el terremoto nietzscheano a una clase de adolescentes? Más aún: ¿Alguien en su sano juicio cree que de ser posible tal cosa, no debería evitarse?

Me costó entender que si me resultaba imposible explicar a Platón y a Nietzsche es que algo tenían en común. Pero una vez nacida la sospecha, no me fue difícil ver hasta qué punto la voluntad de poder jugaba en Nietzsche un papel muy semejante al de Eros en el platonismo. Al ver esto, tuve que dejar la enseñanza media. En caso contrario mis alumnos hubiesen suspendido, todos, la selectividad.

jueves, 2 de octubre de 2008

Nueva visita al psiquiatra

Desde el pasado cuatro de abril no visitaba a mi psiquiatra. Pero ayer por la mañana, sin más ni más, me acordé de él y lo llamé. Por supuesto me dio hora inmediatamente. Su lista de espera no es precisamente kilométrica. En realidad yo tampoco estoy muy seguro de ser su paciente. Más bien lo he adoptado, apiadado de su desvalimiento. En el tren he ido pensando lo que le diría. No es difícil, pica pronto el anzuelo y no cuesta tirar de él. Mi táctica consistiría en ensalzar de manera hiperbólica mi felicidad. De esta manera le daría motivos para seguir diagnosticándome una depresión profunda pero, en este caso, enmascarada. Sigue como siempre, prisionero de su particular Síndrome de Diógenes. He ido con la mochila que le gusta. Sabiendo que me la pediría para observarla de cerca y que me preguntaría dónde me la había comprado. Sabiendo, también, que se excusaría por el desorden y que durante unos minutos daríamos vueltas por el piso intentando encontrar dos sillas en una misma habitación no demasiado cargadas de papeles. Sigue creyendo que lo visito cada mes, sigue interesado por mi vida sexual y sigue insistiendo en que la próxima visita la tengo que hacer acompañado de mi mujer. Ayer le dio por cambiarme la medicación (una medicación que una vez me recetó, que yo le digo que tomo religiosamente y que nunca llegué a comprar). Decía que quizás el tratamiento era demasiado fuerte. Aunque, evidentemente, mi depresión continuaba. Sólo que estaba enmascarada. Pero todo esto ha durado poco, no más de cinco minutos. Todo normal. Después, como siempre, me ha servido un café y ha comenzado a contarme cosas de su propia vida. Al despedirnos, hasta el mes que viene, claro, me ha dado una sorpresa: Ha subido la minuta.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Mucho morro

Gracias a la Maga me entero de que ha sido elegido el pincho de la década en Navarra. Su nombre ya alimenta: "La ternera cuando besa: banderillas de morro de ternera con espuma de patatas a la riojana". ¿El destino indepasable de la vaca socrática?

Buscando una imagen del pincho me he encontrado con la guerra de banderas del ayuntamiento de Villava. Y claro, uno no es de piedra...

Resulta que los concejales de ANV exponen una ikurriña en cada pleno de esta localidad navarra. En la última sesión los concejales de UPN respondieron colocando una bandera y un banderín del Club Atlético Osasuna y los socialistas con una de Iron Maiden. El alcalde de Villava, que anteriormente se había negado a ordenar la retirada de la ikurriña, se ve ahora obligado a respetar la feria de enseñas. Los de UPN dicen que el alcalde siempre ha defendido que la bandera es un tema de sentimientos y, por lo tanto, ellos se limitan a exponer los suyos. Han comenzado por la de Osasuna, seguirán con la del Portland y, posteriormente, con todas las nacionalidades que conviven en Villava, que son un montón.

Y una última cosa. Ayer en la última de El País se mencionaba un plato del restaurante La Reserva de Zaragoza con el sugerente nombre de "Sinfonía de setas al Idiazábal".

Añado, hoy viernes, la palabra definitiva y profética del poeta:

William Shakespeare, Trabajos de Amor Perdidos (Love's Labour’s Lost): “Navarra será el asombro del mundo” (“Navarre shall be the wonder of the world”).

1 de octubre de 1918

... Coromina es dirigeix a Gori i li diu:
- Si ho examinàvem cas per cas, detingudament, tot ens portaria, com Proudhon, a demanar-nos si la propietat no té inicialment, per origen, un robatori. Mireu aquestes fortunes que s'han fet amb la guerra... És literalment indecent.
- Ja ho veig... --diu Gori mirant el sostre, com si badés--. Però ¿és que excloeu algú de la possibilitat de tornar-se lladre?
- Absolutament ningú...!
- Llavors, què voleu fer? La qüestió de l'entrada en el gremi de la propietat és un simple afer de paciència...

El corrent que s'ha format contra els nous rics creix a simple vista a tot arreu. La premsa estrangera en va plena. És una campanya aparatosa que sembla que ha de revolucionar el món. No farà res, perquè conté tants elements d'enveja --i, per tant, d'adulació possible. Si els papers fossin invertits, la campanya tindria les mateixes característiques.

Josep Pla, El quadern gris,
entrada del 1 de octubre de 1918.
O sea, hoy mismo.

Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...