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martes, 28 de octubre de 2008

Ampère se come las cerezas

Tras el paso, en el post anterior, por la pornografía, volvamos al erotismo. En este caso, al erotismo de las cerezas, aunque el reto requiere sutileza y no sé si voy a estar a la altura. Ya perdonaréis si se me escapa algún exabrupto.

Estamos en el tres de julio de 1797 y es lunes, día no especialmente propenso para dar rienda suelta a la pasión, pero Ampère no era un tipo cualquiera. ¡Era un científico, no un mero filósofo! A los nueve años ya se había leído todos los volúmenes de la Enciclopedia y se sabía de memoria buena parte de ellos. A los doce, estaba al tanto de las obras de Euler.

El día que nos ocupa cogía cerezas. Puede parecer una acción de poca monta, pero el corazón estaba a punto de salírsele del pecho. Tras cogerlas, se las echaba a Julia, de quien estaba perdidamente enamorado. Y el hecho de que ella las recogiera en su delantal, hacía de cada turgente, rojiza y jugosa cereza una metáfora de lo impensable.

Pero hay lunes en los que hasta lo impensable se hace realidad. Y aquel lunes Julia con el halda repleta de cerezas...

“se sentó en el suelo y yo me acosté a su lado, sobre la hierba. Y comía las cerezas que habían estado sobre sus rodillas”.

Turbado estoy tras escribir tan encendidas palabras y apenas tengo coraje moral para transcribir lo posteriormente acaecido:

“Después nos fuimos al jardín, en donde ella aceptó un lirio de mi mano”.

Aún tardarían en casarse un par de años. ¡No sé cómo podían resistir este delirio amoroso!

Eugenoio d’Ors, en cuya “Flos Sophorum” me he basado, concluye su relato de esta manera:

“En 1836, Ampère murió. Julia le había precedido de bastantes años. Pero es seguro que él, en hora de agonía, debió de sentir que le volvía a la boca el sabor de aquellas cerezas comidas cuarenta años antes”.

Que así fuese.

9 comentarios:

  1. ten cuidado, porque si primero te tragas las maldades y ahora te despachas las cerezas (ajenas), pronto tendrás que recurrir a un dietólogo...

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  2. Qué bonito, qué suerte.

    (Coño, la palabra de verificación es "diari"...)

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  3. ¡Qué maravilla, Sr. Luri! A partir de ahora, cuando vea un contador eléctrico veré en realidad un delantal repleto de cerezas!

    (Pla sostiene que las mejores son las de carne blanca, mucho más modestas que las picotas, pero infinitamente más sabrosas. Estoy de acuerdo)

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  4. Yo no encuentro apenas cerezas (ni fruta alguna) que no sea más que un receptáculo de agua y pulpa insabora fresquita.

    ¡Y Pla se quejaba de que las uvas y los melocotones de su tiempo no eran como los de su niñez!

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  5. Gregorio: ¡¡Cuanta belleza hay en las metáforas¡¡
    Aparte de las cerezas y los lirios, particularmente me encanta la siguiente metáfora:
    "Que se beba el néctar del LOTO y que se libe en el bastón de JADE.
    Sin ruborizarse... simplemente con ternura y dulzura...

    Abrazos metafóricos...

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  6. Aurora: El chisporroteo eléctrico de los amperios. ¿Se alterará la tensión del contador cada vez que alguien pasa a su lado con cerezas?

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  7. Porto, Aurora: Pla tenía una relación muy sensual con la comida. Era un viejo tunante.

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