Me habéis traído a casa sano y salvo y no puedo, queridos pies míos, relegar por más tiempo mi alabanza. Porque si el organismo es una unidad, es de justicia reconocer que vosotros sois su fundamento. ¡Sois, ni más ni menos, que el fundamento de la unidad! ¡Menudo problemón metafísico!
Y sin embargo, a pesar de que vuestra dignidad bien requeriría la atención ontológica de un Anselmo de Aosta, durante la mayor parte del año vivís con humildad franciscana vuestra presencia necesaria, soportando la contingencia de cuanto os pesa. ¡Apenas os dejaríais notar si no fuera por algún pisotón de tarde en tarde o porque la moda nos empuja a cambiar de calzado con el paso de las estaciones!
Reconozco, avergonado, que apenas os presto atención en el día a día, mientras que a otras parte de mi organismo, muchísimo más prescindibles, pero más engreídas, les dedico mis buenos ratos de carantoñas y arrumacos. No salgo de casa sin repasarme el pelo, los dientes, la cara, las manos, etc… mientras que con vosotros me parece cumplir con con cuatro gestos de rutina.
Ahora bien, en las horas ásperas de la vida, cuando todo se pone cuesta arriba, se muestra con toda evidencia que el alma -sobre todo el alma de las vacaciones de verano, tan sobreexpuesta a todo tipo de fatigas- se refugia en vosotros y si no respondéis vosotros, no responde nada. La unidad depende de su fundamento como si de un castillo de naipes se tratara.
Así que os pido perdón, con gran dolor de los pecados y mayor propósito de enmienda y prometo, que de aquí en adelante, dejaré de elegir al buen tuntún los calcetines del día y hasta meditaré la conveniencia de habituarme a la pedicura.
Cuando me haya de atar los cordones de los zapatos transformaré el formulario gesto de la forzosidad biológica en un acto de reverencia y pleitesía.
Hermanos pies, ¡qué bien que estéis ahí!
Así que os juro pública y solementemente lealtad.
Reconozco, avergonado, que apenas os presto atención en el día a día, mientras que a otras parte de mi organismo, muchísimo más prescindibles, pero más engreídas, les dedico mis buenos ratos de carantoñas y arrumacos. No salgo de casa sin repasarme el pelo, los dientes, la cara, las manos, etc… mientras que con vosotros me parece cumplir con con cuatro gestos de rutina.
Ahora bien, en las horas ásperas de la vida, cuando todo se pone cuesta arriba, se muestra con toda evidencia que el alma -sobre todo el alma de las vacaciones de verano, tan sobreexpuesta a todo tipo de fatigas- se refugia en vosotros y si no respondéis vosotros, no responde nada. La unidad depende de su fundamento como si de un castillo de naipes se tratara.
Así que os pido perdón, con gran dolor de los pecados y mayor propósito de enmienda y prometo, que de aquí en adelante, dejaré de elegir al buen tuntún los calcetines del día y hasta meditaré la conveniencia de habituarme a la pedicura.
Cuando me haya de atar los cordones de los zapatos transformaré el formulario gesto de la forzosidad biológica en un acto de reverencia y pleitesía.
Hermanos pies, ¡qué bien que estéis ahí!
No solamente como elementos sustentadores y motrices, no hay que dejar caer en saco roto el potencial seductor de esos sufridos trabajadores. Y es precisamente en verano cuando tienen mayor oportunidad de exhibirse.
ResponderEliminarNaufragando por internet, un feliz día de tiempo ha, observé un blog pornográfico que trataba de lo que aquí sigue;
ResponderEliminarel autor del blog fotografiaba sus pies mientras estos acariciaban la vulva de su señora.
Eso sí es amor hacia las extremidades inferiores! O quizás el señor autor carecia de extremidades superiores. No se especificaba este último extremo.
Sin duda, sin duda Señor Toldo... Pero este post estaba dedicado a "mis" pies y le puedo asegurar que su potencial autoerotizante deja bastante que desear... Ahora bien, usted me ha abierto un interrogante sobre el potencial provocador de mis pies que tendré que ir desvelando a lo largo de una discreta encuesta. Gracias.
ResponderEliminar¡Dios Santo, Subal! ¡A ver si va a resultar que he estado viviendo de espaldas a mis pies en un grado infinitamente mayor del que sospechaba. Te agradezco este estímulo hacia la perversión podal. Y, una vez abierto el tema, agradeceré cuantas sugerencias me ayuden a recuperar la integridad de mis miembros.
ResponderEliminarQuesta philosophia pedrestre mi piace molto ma non posso atingere le senso ultimo del tuo misterio pedicular anche sono convicto que tuttavia a vida é soltanto un andare via intutilemente mortifero
ResponderEliminarTonibañez. Digan lo que digan sus críticos -y no cualquiera merece tener críticos- es superior a sí mismo. Dicho esto, pasemos a la vida. Tema difícil porque es la realidad más reacia a caber en su nombre de todas las realidades que hay (aunque, ahora que lo pienso, también "realidad" es dura de pelar... y por no hablar del "todo" o de la "nada", que tanto anonada). Es una soprende unidad de tragedia y comedia, trivialidad y trascendencia que no está hecha para ser comprendida, es decir, teorizada, sino para ser vivida. No le busques tres pies a mis pies. Este post es una simple confesión de agradecimiento a quienes me han permitido ascender al Etna, al Vesubio, al Vulcano y al Stromboli y volver sano y salvo con la constatación de que no hay que tomarse la filosofía tan en serio como Empédocles. En el fondo si la vida puede ser comprendida desde alguna perspectiva, esta es la que nos permtie entenderla (Ortega tenia aquí mucha más razón que los orteguianos) como un inmenso fenómenos deportivo.
ResponderEliminarPrepage un homenaje a sus pies y a usted mismo. Vaya al pedicuro (o pedicura) una vez cortadas uñas, quitado pellejos, pulido callos y limadas las asperezas -todo ello tras un reconfortante baño caliente- le dará un masaje con alguna pomada cosmética, dedo a dedo, estimulando la planta y acariciando los tobillos.
ResponderEliminarProcure no hablar, es posible que al término de esa manipulación usted sea proclive a declarar amor eterno.
Alicia: evidentemente me he perdido hasta el día de hoy dimensiones inéditas de la experiencia humana. Gracias por ayudarme a descubrir que hay otros mundos, y están a nuestros pies.
ResponderEliminarHola, pies de Luri. ¡Cómo os compadezco! No os merecéis como dueño a ese torturador. ¡Cuán ásperos, deformes e hinchados os veo! Yo he intentado mimarlos, pero vuestro señor es muy suyo. De nada han servido mis consejos de caricias diarias, aceites esenciales, spray refrescante, masaje… ¿Os acordáis de que una vez os traté y cuánto me lo agradecisteis? Lamento que hasta el Averno tengáis que vivir unidos a ese tirano. ¡Ah, qué buenos vasallos si tuviesen buen señor!
ResponderEliminar¡Quién tuviera una Maga de bolsillo desplegable! ¿Que te apetece un masajisto? ¡La despliegas! ¿Que le da por hablar? ¡La repliegas!
ResponderEliminarVery pretty design! Keep up the good work. Thanks.
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