“Un grupo de puercoespines quisieron acercarse mucho unos a otros un gélido día de invierno con el fin de no helarse de frío infundiéndose mutuamente calor. Sin embargo, sintiendo enseguida los pinchazos recíprocos de sus respectivas púas se vieron obligados a separarse. Ahora bien, cuando el deseo de calor los llevó a acercarse de nuevo, se repitió este segundo mal; de modo que fueron pasan de un sufrimiento a otro hasta que hubieron logrado encontrar una distancia adecuada desde la cual pudieron soportarse mejor. Del mismo modo impulsa a los hombres el deseo de compañía a buscarse los unos a los otros, pero sus muchos defectos vuelve a separarlos de nuevo”
También acudo a este blog con mucha frecuencia. Pero lo más importante que hago aquí no es leer, sino pensar.
ResponderEliminarPero el Contrato Social de los pouercoespines es menos riguroso que el de los humanos.
ResponderEliminarEn realidad sustituyen el contrato por el contacto social. Hobbes, seguro, que tiene escrita alguna cosa al respecto.
ResponderEliminarEs el más indicado y la fuente de mi conciencia.
ResponderEliminarValery, que de esto sabia mucho, sostenía que la piel es lo más profundo del alma.
ResponderEliminarNo sera que las puas de los puercoespines forman parte de su naturaleza, y que eso no les impide por ello relacionarse con su especie a todos los niveles?
ResponderEliminarNo sera que nuestra piel, esa frontera del cuerpo y a su vez del alma, esta repleta de puas mucho mas complejas, puas antinaturales que acostumbran a impedir una relacion profunda con nuestra especie?
Nuestras puas, aunque invisibles, pueden llegar a ser más profundas que las de cualquier otro animal.
ResponderEliminarVisto el "efecto Shopenhauer" quizás mi próximo post tenga que ver con los aforismos del arte de saber vivir. Ya veremos.
ResponderEliminar¿Y si tú eres tu propio puercoespín?.
ResponderEliminarPues lo mismo, hay que hallar ese punto de generosidad con uno mismo que permita hacernos llevaderos.
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