En botánica se conoce con el nombre de “dehiscencia” la maduración natural de la estructura de una planta y, especialmente, de su fruto. Con frecuencia el término se utiliza solamente para referirse a la apertura espontánea de una antera para liberar sus granos de polen o de un fruto para liberar sus semillas. De ahí que se pueda hablar de la estructura dehiscente de las plantas. En la historia de la filosofía el místico renano Maister Eckhardt (1260-1327) hizo de este término la clave conceptual de su sistema filosófico. Cuando se dirigía, en su condición de prior de Alemania y Bohemia, a los monjes del valle del Rhin los animaba a ver la naturaleza como un todo “dehiscente”, y a no dejarse impregnar por la melancolía de las hojas de otoño. Como muchas de las proposiciones del Maister Eckhardt fueron declaradas heréticas por la Inquisición permanecieron latentes, esperando su propia dehiscencia, hasta que en el siglo XIX el filósofo romántico Franz von Baader las sacó a la luz. Inmediatamente acudió a contarle su redescubrimiento a Hegel, que apenas conocía de Eckhardt algo más que su nombre. El autor de la Fenomenología del Espíritu exclamó tras leer sus textos: “Esto es exactamente lo que yo digo, aquí está el conjunto de mis ideas y mis propósitos”. Y evidentemente tanta dehiscencia hay en la explosión de un hibiscus en verano como en la pobredumbre de un cadáver.
¿La evolución espontánea de un sistema aislado tiende a un incremento de su propia entropía? Pregunto.
ResponderEliminarII Ley de la termodinámica.
II ley de la termodinamica: Los sistemas fisicos tienden a dar calor a su entorno; en todo movimiento o sistema que utilice energia, la entropia aumenta.
ResponderEliminarPor ello nuestro instinto de supervivencia esta directamente relacionado con el imperativo autopoietico que a su vez lo esta con el anhelo de la calor a disiparse. Y es que la vida es un equilibrio que el universo ha seguido para cumplir la segunda ley de la termodinamica.
La vida es un nombre, pero quizas deberia ser un verbo, no?
Aunque el Universo, como Todo, se comporte de una manera que parece cabalmente decrita por las leyes de la termodinámica, el Pluriverso humano (lo que Aristóteles llamaba "el mundo sublunar") está regido por leyes que aunque a largo plazo sean despreciables, a corto plazo pueden costarle a uno, por ejemplo, la vida, un amor apasionado, una operación de cataratas o un viaje a las Islas Eolias. Y nada de esto es despreciable para quien lo vive. La dehiscencia o la dialéctica -por no hablar ya del estricto materialismo dialéctico- pretrende explicar el Todo sin dar sentido a la parte (esa parte cosmológicamente despreciable que somos nosotros) y, por ello mismo, dan explicaciones de algo ajeno a los intereses existenciales de cada uno de nosotros. Un cadáver, deshiscentemente, puede ser un festín de vida. ¡Eso es lo que me duele!
ResponderEliminar"Vida" es el sustantivo del acto de vivir.
ResponderEliminarUn cadaver deshiscente bien puede ser un sistema cerrado en evolución incrementando su entropía, medida de su desorden, cantidad del desorden hasta su completa transformación o aniquilación.
Se trata en todo caso, creo yo, de ir acotando los conjuntos que acaban formando el Todo y reparar en ellos. El Todo es para mi pensable, pero inalcanzable, está en un plano teórico de difícil concreción.
Por eso, ese cadaver al que haces referencia, no es solo festín de vida, sino que es la medida de nuestra realidad.
Aquí, Luis, tenemos que disentir: "Vida", en el sentido de "existencia", en tanto que es sólo mía, es un nombre propio, personal e intransferible
ResponderEliminarAsí lo entiendo, y lo he expresado mal al escribir "sustantivo", lo que en realidad es una metedura de pata. Pero si la refiero al acto de vivir, también propio y personal. De todas maneras ese "sustantivo" denota precipitación y ligereza.
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