Estas son las palabras de
Lo más probable es que Hesíodo se refiera a la “ferula communis”, planta parecida al hinojo, pero más alta (puede superar los tres metros) y con un cuerpo más cañoso y más poroso en cuyo interior se encuentra una pulpa blanca y compacta que tiene la doble propiedad de inflamarse fácilmente y consumirse lentamente. Hasta mediados del siglo pasado en diferentes lugares del Mediterráneo venía siendo utilizada como yesca. Todo parece cuadrar: Prometeo, para proteger su huida del Olimpo con el fuego recién robado habría encendido la médula de la férula (cañaheja o nártex) y de esta manera pudo culminar su empresa sacrílega sin levantar sospechas. La pulpa, consumiéndose lentamente no produce llama y, por lo tanto, su combustión no se ve de lejos. Además esta planta crece de manera espléndida en las laderas soleadas de las tierras áridas mediterráneas y muy especialmente en las laderas volcánicas.
Esta ha sido mi interpretación hasta hace relativamente poco tiempo. Pero tras conocer las propiedades de la “ferula communis” se me despertó la sospecha de que el auténtico fuego prometeico estuviera relacionado con sus sustancias químicas. En este caso el castigo mitológico de Prometeo podría tener que ver con las consecuencias de su consumo inadecuado. Sabemos que la ingesta de ciertas partes, especialmente las verdes, puede ser mortal, al producir fuertes hemorragias internas. Pero quienes sabían administrar sus dones escondidos (y de ello dan noticia tanto Plinio como Dioscórides) obtenían de su raíz un incienso de grandes poderes, así como diferentes sustancias medicinales e ingredientes culinarios. La farmacopea árabe ha utilizado abundantemente la resina aromática producida por la férula communis, a la que ha dado el nombre de “fasukh”. Añadamos que en las pinturas de las cerámicas griegas se representa a Prometeo y a los primeros hombres que reciben su fuego llevando "thyrsos", es decir, unas varas nudosas que probablemente están hechos con los troncos de esta planta, tan ligeros como resistentes.
Con frecuencia he sospechado que una planta que blande una figura femenina (muy probablemente una diosa) en una jarra del tesoro tracio de Rogozen pudiera ser también una “ferula” (bien en su variante “communis” o en su variante “assafoetida”).
Recientemente he descubierto que en las Islas Eolias, islas volcánicas donde la férula communis es abundantísima, la imagen de esta planta es utilizada como elemento decorativo en pinturas exteriores y que sus inflorescencias son recogidas para adornar los rincones de las casas (¿fue siempre así o antaño sus semillas eran utilizadas para otros fines?).
Cerraremos este divertimento mito-botánico con una leyenda que transmite Nicandro en su Theriaca. Se cuenta en ella que Júpiter no hubiera podido castigar a Prometeo por el robo del fuego si no hubiera contado con la delación de los hombres. No es que los humanos hubiesen ya olvidado los beneficios que habían obtenido con el hurto filantrópico del titán, lo que ocurrió fue, simplemente, que acabaron aspirando a más. Sospechando que en el cielo se escondían tesoros mucho más grandes que el fuego, acudieron ante Júpiter para canjear alguno por su delación. Júpiter aceptó el trueque y les entregó la recompensa de un “phármaco” contra el envejecimiento. Pero como el don recibido era muy pesado, los hombres lo cargaron sobre un asno. Así podían descender del Olimpo más livianos, dando rienda suelta a su alegría. El borrico caminaba a trompicones, resbalando en las rocas, enredándose con las raíces y ramajes de los árboles, pero los hombres, cegados por el frenesí de su festejo, no solamente se olvidaron de aliviar los sufrimientos del animal, sino que ni se dieron cuenta cuando éste abandonó la sinuosa senda del descenso en busca del consuelo de una fuente cercana. Estaba a punto de saciar su sed cuando una serpiente le salió al paso. Era la propietaria del lugar y no estaba dispuesta a entregar ni una gota de agua si no recibía a cambio algún estipendio. El asno le entregó inmediatamente su carga. De poco le servía a él aquel fármaco si estaba a punto de morir de sed. Gracias a este trueque las serpientes salen de la vejez cada año y se rejuvenecen, mientras los hombres siguen encadenados al inalterable curso del tiempo que, irremediablemente, acaba conduciéndolos a la vejez y a la muerte.
Escribes: (¿fue siempre así o antaño sus semillas eran utilizadas para otros fines?).
ResponderEliminar¿A que te refieres? No se nada d e esto salvo que me interesó mucho la lectura de un libro de Graves "los dos nacimientos de Dionisio" en los que hace referencias constantes al consumo de hongos (amanytas) como alucinógenos en el Mediterráneo.
¿Puedes referirte a algun tipo de efecto alucinógeno en usos oraculares?
Insisto en que no es un tema del que sepa nada o casi, pero me ha interesado mucho , como todo en este café.
Un abrazo.
NO hay duda de que el consumo de sustancias que ahora se suelen denominar con el nombre de "esteógenos" fue muy común entre los antiguos. Desde luego era habitual en el culto dionisíaco y muy probabemente en el eleusino. En cualquier caso soy yo quien quisiera saber más sobre los efectos "enteogénicos" de la ferula communis.
ResponderEliminarEl primer efecto enteogénico de la ferula es despejar el vestíbulo.Pruébalo.
ResponderEliminarLa Maga, filóloga feraz, me corrige sutilmente: Efectívamente, se trata de "enteógenos" (en-theos-génesis), no de "esteogenos". Gracias, por su inestimable ayuda, señora Maga. La verdad es que he venido cargado de semillas de la ferula communis, pero vistos sus efectos, no me atrevo a aliñar la ensalada que había pensado. Ya veremos que uso les doy.
ResponderEliminarAllá sobre el mes de junio estuve preparando un ensayo sobre el ajo y los tracios. Cuando leí su post, pensé que alguna vez llegaría a la férula, aunque no sabía cómo.
ResponderEliminarAhora, persiguiendo la pista de mi próximo tema, me reencuentro con su "férula". Y es que el mundo es un pañuelo. Permítame que le tome nota e imágenes para el post.
Si por algo podría aspirar el hombre a sobrevivir a su vida sería por poder contemplar los asombros del futuro. Hasta a mí comienza a pasarme eso. Y esa cabeza de Seutes puede querer decir lo mismo... y no, no me importaría comprobar en mí los efectos enteógenos de la férula. Si sabe como hacerse un caldo... yo me lo tomo :)
ResponderEliminarKSNDR
Gracias profesor Luri, una vez más.
ResponderEliminarAhora soy consciente de lo que significa el relato mitológico de Prometeo. Dentro del contexto en el que estoy trabajando. El fuego robado es un fuego muy especial. No creo como usted sugiere, que se trate del intelecto sino de otro fuego. El fuego del nartheks.Lo sorprendente es encontrarme encima, con el título "Theriaca" junto al símbolo del Asno y el de la Sierpe. Me gustaría leer con calma esa obra llamada "theriaca". Creo que se le puede sacar mucho jugo.
Sobre la Serpiente, se me ocurre que realmente es así: mutan su piel y parecen que renazcan de la muerte. En algunas fuentes, los propios hebreos fueron comparados con este renacimiento serpentino.Las Sierpes además se hubieran quedado con el preciado botín del asno. Por eso las Sierpes contienen el "Pharmakon" en su doble sentido.¿Y el Asno? seguro que también tiene su porqué. Estoy pensando por ejemplo, en el de Apuleyo...y en el de Zarathustra.
Quizás tenga que volver a leer el Prometeo encadenado,..le pregunto ¿sabe por cierto, quién pueda ser el primero que interprete el símbolo prometeico del fuego, como la razón o el intelecto?
Profesor, no es la férula la que hay que asociar al símbolo prometeico.
ResponderEliminarUsted ya sabe que yo me refiero a otra planta.La planta que nace en la ciudad donde se produce la escena, según Hesiodo. Haga caso al relato de Nicandro.
Tengo listo ya, un nuevo Tratado sobre el tema.