domingo, 30 de noviembre de 2025

El matrimonio y los mediocres

Veo últimamente por aquí y por allá escritos de mujeres solteras que reivindican su soltería con argumentos un poco llamativos. En primer lugar niegan el amor romántico y, por lo tanto, los lazos de copertenencia de la pareja. El amor romántico, suelen decir, es un yugo afectivo con el que los hombres, tan taimados, tienen sujetas a sus mujeres garantizándose así sexo gratis. Estas mujeres, que tienen en tan poca estima la inteligencia de las mujeres que se casan, consideran que son dueñas de su vida porque son autónomas y que su autonomía, puesto que es una señal de los tiempos, es obviamente buena. En resumen: una mujer independiente, que se gana la vida y no tiene otro compromiso de fidelidad que no sea el de su autonomía, sería una conquista cultural. A mí estos argumentos (me olvido ahora de las feministas que sostienen que una mujer que goza sexualmente con un hombre está colaborando con el enemigo) me parecen propios de quien, puesto que se encuentra ocupando una determinada posición, siente la necesidad de justificar que es buena. En realidad, la soltería y el matrimonio son dos formas diferentes de ser mediocres. De lo que se trata es de saber cómo se lleva en cada caso la propia mediocridad, si con deudas de copertenencia o sin ellas.  

sábado, 29 de noviembre de 2025

In partibus infidelium

Del 25 (fecha de mi ultima entrada en este café) al día de hoy, han pasado muchas cosas. El 25 por la tarde volé a Alicante, donde me esperaba un taxista amante del riesgo en los adelantamientos que me llevó a Cartagena. ¡Qué puesta de sol! 

Nos acompañó un buen rato por la autopista con su dramatismo encendido de colores borrachos. Cuando cayó la noche quedó pendiente el horizonte un hilillo de luz horizontal que tardó en desvanecerse. En Cartagena he conocido a gente magnífica a la que, sin duda, volveré a encontrar en mi camino más pronto que tarde. El 26 tenía una conferencia a las 13:00, así que aproveché la mañana para recorrer la ciudad, que no conocía. Tiene Cartagena una historia impresionante, cuyo legado arqueológico creo que no conserva como se merece. Comencé mi recorrido por el parque arqueológico del Cerro del molinete, para visitar especialmente  los restos del templo de Atargatis, diosa siria de la felicidad a la que frecuentemente se la representa con cola de pez, como una sirena. 

Un vientecillo helado barría los restos solitarios de la que, posiblemente, fue diosa protectora de la ciudad en tiempos cartagineses. De allí, callejeando, me dirigí al teatro romano. 

Como llegué antes de que abrieran las puertas, pude darme el lujo de un chocolate con churros que me dejó el alma bien predispuesta para encarar el resto del día. El teatro impresiona. No me esperaba nada semejante. De allí, siguiendo el perfil del puerto, llegué cojeando al Museo de arqueología submarina, con la intención de detenerme ante la mano de Sabazios, cosa que hice con gran placer. 

Llevo siguiendo los rastros de esta extraña deidad desde mis tiempos de aficionado al mundo tracio. Después, la charla ante más de mil personas generosas y, corriendo, al hotel, donde me esperaba el taxi que me llevó de vuelta a Alicante. Como los dioses son buenos, en el aeropuerto me encontré con un exalumno que vive cerca de mi casa. Es un joven empresario muy dinámico, que me hizo sitio en su taxi. El 28, Cope (con Jorge Bustos) hablando de la falta de carácter jurídico del pueblo español (jueces incluidos), el hospital de Can Ruti (pruebas de equilibrio y audimetría) y encuentro telemático con Aparachiqui, al que tanto aprecio (¡qué bien nos lo pasamos). 

Y ayer, cuando el sol rompía el horizonte, incendiándolo de entusiasmo, tomaba el tren para Barcelona: Clínica de Remei (visita preoperatoria), Rosamerón (que tengo muy abandonados a mis socios) y Podcast por la tarde con Joan Salicrú, defendiendo el conservadurismo, creo que con éxito, en partibus infidelium. Pero lo más importante, sin duda, es que el 27 mi nieto mayor cumplió 16 años.

martes, 25 de noviembre de 2025

Al héroe no reconocido

Después de habérnoslo dado todo, aún saca, no sé de dónde, lo que le exigimos, martirizándolo para exprimirle hasta la última gota. Y así día tras día. Cada mañana mi mujer y yo comentamos que hay que comprar pasta de dientes, pero por lo que sea, cada día nos olvidamos. Y el caso es que el tubo enrollado en sí mismo sigue dándonos pasta para limpiarnos los dientes. ¡Y después dicen que ya no hay milagros! Yo le haría un monumento al humilde tubo de pasta de dientes por su magnífico ejemplo de desprendimiento, entrega y dadivosidad.

lunes, 24 de noviembre de 2025

Lo inevitable de la sofística

En Ocata no estamos preparados para tener tres días de frío invernal seguidos, por eso ayer gozamos de una mañana plácida, como un paréntesis otoñal en el invierno que nos viene adelantado. ¡Qué placer desayunar y, todo seguido, almorzar al sol de la plaza de Ocata: café con leche, torreznos, patatas bravas y cerveza. Mucho menos placer me proporciona constatar que no acabo de estar conforme con la conferencia que tengo que dar en Cartagena pasado mañana. Quiero decir demasiadas cosa, lo sé, pero todas me parecen relevantes y no sé por dónde meter las tijeras. En estos casos me resulta inevitable recordar el consejo de Josep Maria Espinàs: «No hay libro que no mejore recortándolo». Lo mismo podemos decir de una conferencia. Pero eso supone ocultarle al oyente parte de la complejidad del asunto que le estás exponiendo. Es como si quedar retóricamente bien fuera incompatible con decir la verdad. Pero como en una hora solo caben parcialidades, para quedar bien hay que ser sofista. A esta conclusión llegué con la ayuda de los torreznos.

domingo, 23 de noviembre de 2025

¡Ay, derecho!

No es muy sensato, políticamente hablando, confundir el derecho con la justicia. Lo justo podríamos decir que es darle a cada uno lo que le corresponde (no nos metamos ahora en el berenjenal de qué es lo que le corresponde), mientras que el derecho es, como dice Ciro Bayo en El lazarillo español, «lo que de cuatro quieren tres» y posiblemente no haya peor perversión del derecho que la de exigirle que haga justicia, que sería como prescindir del sentido legal de la justicia para aplicar, sin vacilaciones, el moral. Una sentencia es justa si es ajustada a derecho. Con respecto a lo de dar a cada uno lo que le corresponde... de eso sólo Dios está en condiciones.

viernes, 21 de noviembre de 2025

El Mediocre viaja a Madrid


No puedo estar más contento. Haré dos presentaciones de La dignidad del mediocre en Madrid, la primera, el próximo día 3, en la sede de la Fundación Tatiana, y la segunda, en la sede de Abante, a mediados de enero. Tengo a José Luis Pardo como uno de los dos mejores españoles vivos (el otro es el farero de la isla de Ons, que siempre anda por aquí) y a Helena Farré como un ejemplo perfecto de inteligencia cordial. Este es un libro escrito con mucho cariño, pero con la intención de proporcionarle al lector las piezas de un puzzle más que una fotografía. Cada página ha estado muy pensada, pero el resultado, claro, no depende de la voluntad del autor, sino de la recepción del lector. Ya decía Aristóteles que de la excelencia de una casa no puede decidir su diseñador, sino el que la habita. Pues bien, esta es una casa que quiere ser, a la vez, acogedora y tener algo de escape room.

jueves, 20 de noviembre de 2025

Perder la cabeza

Me dice B. que el invierno ya ha llegado a París. Pues aquí, a Ocata, ha llegado esta mañana. Veo desde mi cuarto temblar los árboles de frío y las nubes amenazadoras están asentadas en el cielo como si hubiesen venido a quedarse. Hace frío y el puñetero siempre encuentra alguna manera de colarse por una rendija y advertir de su presencia en ti.

Hoy, con Jorge Bustos, he recordado al filósofo marxista Jan Sten, al que Stalin obligó a darle clases particulares sobre la Fenomenología del Espíritu de Hegel. Como era de esperar, el pobre Jan Sten acabó fusilado. Es el día de la filosofía. Hemos recordado también a Giordano Bruno y al pobre Descartes que daba clases de filosofía a la reina de Suecia a las cinco de unas mañanas invernales mucho más frías que las de Ocata. Murió. Su cuerpo fue trasladado a Francia y al abrir el ataúd para notificar que aquel cuerpo era cartesiano, lo encontraron sin cabeza. El filósofo del racionalismo perdió la cabeza.

Ayer por la tarde tuve un encuentro telemático, muy grato, con profesores de universidades católicas mexicanas. La buena gente de Querétaro me invitó a dar una charla y acepté encantado. Me pareció ver una cierta rendición a los signos de los tiempos. Intenté demostrar que con frecuencia lo que perdura de una época es precisamente lo que se le opone. Por ejemplo, el antiestalinismo.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

La vejez, esa ironía.

El lunes me quedé clavado, sin poder dar un paso por el dolor tan agudo en la rodilla izquierda, la puñetera. Por fortuna estaba frente a una farmacia y entré a comprarme un bastón: el que le gustó a la farmacéutica. Ahora ando como Edipo camino de Tebas. Sé la respuesta a la pregunta: "¿Qué animal camina a cuatro patas por la mañana, dos al medio día y tres al atardecer?", pero no hay esfinge que se digne hacerme la pregunta pertinente. Sé la respuesta al interrogante que a nadie interesa. Lo más que me preguntan es "¿Qué te pasa?", yo les digo que problemas del crecimiento negativo e inmediatamente el que me ha hecho esta pregunta, pasa a desgranarme sus males que, por supuesto, son siempre superiores a los míos. De vez en cuando me cruzo con alguien de mi edad y condición que también camina apoyado en un bastón y nos intercambiamos unas miradas cómplices y silenciosas que constatan la ironía de la trivialidad humana. Envejecer es la cosa más rutinaria y conviene tomarla con la misma ironía con que hemos aprendido a leer los periódicos. Mientras tanto...


martes, 18 de noviembre de 2025

Sobre el azar amigo


Estaba este pasado verano en Hoyuelos de la Sierra cuando recibí un mensaje de un italiano al que no conocía, Fausto di Biase. En muy poco tiempo aquel inicial contacto dio lugar a una invitación para viajar a Vicenza y a un proyecto común que ha acabado teniendo la forma de un libro que saldrá antes de fin de año y cuya portada les presento. Ya saben ustedes que soy un gran devoto del azar amigo. Pero este amigo es un poco especial. Hay que abrirle las puertas de casa de par en par en cuanto se presenta. Si te muestras reticente o remiso, se va a llamar a otra puerta. El azar amigo es un poco como la virtus de Maquiavelo, que está para ser conquistado sin demasiados miramientos... El azar amigo exige una sentencia en ausencia de pruebas y solo tras el veredicto aparecen las pruebas que confirman la sentencia. 

lunes, 17 de noviembre de 2025

Hooligans

Me da miedo leer la prensa. Los míos me deprimen y los otros me enfadan. Es lo que suelo hacer cada mañana, temprano: repasar las revistas de psicología y pedagogía a las que estoy suscrito y mirar en diagonal las portadas de varios diarios de ideas claramente contrapuestas.  Tal como están las cosas, debiéramos juzgar a la prensa española más por lo que cada medio calla sobre los suyos que por lo que cuenta sobre los otros y, desde luego, mejor no juzgarla por lo que opina. Obviamente, yo tengo mis afinidades, parcialidades y fracciones. Y cuando abro un diario de los "afines" lo hago temiendo qué noticia sonrojante me va a saltar a la cara. La política tiene una virtud insospechada en la juventud: la de fortalecer nuestra resistencia a la frustración y quizás debiéramos juzgarla por eso. No solo por eso, claro, pero también por eso. No creo que los políticos actuales sean peores que los de otras épocas. Ni tan siquiera gritan más que los de antes. En el parlamentarismo español siempre ha habido alguna manada de jabalíes. Pero uno esperaba -sin argumentos, ahora lo sé- que la práctica democrática fortalecería los hábitos parlamentarios y que la igualdad del "un hombre un voto" estaría acompañada por la dialéctica entre la razón parlamentaria y la razón de la calle. La verdad cruda, la verdad políticamente obvia es que todos somos hooligans más o menos fervorosos. No vamos al campo a ver un partido, sino a ver ganar a los nuestros, a ser posible, por goleada.

domingo, 16 de noviembre de 2025

El Valle de Josafat

Domingo luminosos, con un matinal paseo renqueante que me ha dado para 4.000 pasos. El sábado por la tarde viaje con mis hijos y nietos a Pamplona. Mi suegra cumplía 100 años y lo celebramos con una copiosa comida familiar. Mi mujer ya estaba allí, esperándonos. Cada vez que viajo a Pamplona me sorprendo de la voracidad con que esta ciudad se nutre de sus límites.  Hoy está rodeada de barrios y barrios desconocidos para mí, en los que me perdería sin la ayuda de esa brújiula moderna que es el móvil. A mis nietos les sorprende el verde -¡tantos verdes!- de los parques y a mí, como de costumbre, las variaciones caprichosas del cielo. Cumplir cien años no es poca cosa. El anciano Platón -¿cuántas veces habré contado esto?- trata a los ancianos, en su obra postrera, las Leyes, de «imágenes vivas de los dioses derruidas por el peso de la edad» y nos pide que los tratemos bien, pues si hay otra vida, ¿quién podrá interceder por nosotros con más vehemencia que nuestros padres? Una vez una mujer muy anciana, de Pamplona, por cierto, me aseguró que al morir vienen a recogernos nuestras madres, para llevarnos de la mano al Valle de Josafat, culminando así con su misión de verdaderos ángeles de nuestra guarda. 

jueves, 13 de noviembre de 2025

A mí a humilde no me gana nadie.

He llegado de Zaragoza, esa ciudad climáticamente inhóspita y humanamente tal cordial,  cansado y satisfecho. He inaugurado un congreso con una conferencia en la que, imitando al Platón de la República, he creado una escuela con palabras y en las palabras. Le he puesto el nombre de «Escuela serena». Creo que ha ido bien. Pero antes de dar la conferencia he pasado -en realidad me han llevado y traído- por la COPE, donde he defendido el Ars nesciendi de Vives y, casi de pasada, he citado a don Antonio Aparisi y Guijarro, valenciano, nacido el 29 de marzo de 1815 en la última casa de la calle que hoy lleva su nombre.  La cita es esta: «La humildad es el conocimiento de la verdad respecto de nosotros mismos». Quizás porque tengo que reconocer que de humildad ando escaso («a mí a humilde no me gana nadie», me dijo un fraile en una ocasión), no me puedo quitar estas palabras de encima. Mi día, hoy, ha sido un continuo tropezar en el desconocimiento de mí mismo.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

¿Qué es la cultura?

Es imposible leer a Philip Rieff sin preguntarse continuamente qué es, exactamente, eso que llamamos cultura. Es imposible, sobre todo, en nuestros días, cuando hemos convertido todo en cultura y hablamos de cultura de los jóvenes, de cultura infantil, de cultura de las cárceles, de cultura digital, de cultura de masas, de cultura de las emociones, de cultura de lo cotidiano, de cultura de la noche, etc., etc. Todo es cultura porque entendemos la cultura horizontalmente, de manera plana, como lo que hacemos, como una conducta peculiar que no nos exige nada. Hemos abandonado la exigencia ascensional de la cultura vertical. Pero precisamente porque estamos asistiendo en nuestras sociedades modernas al espectáculo enorme -y deprimente- del abandono democrático de la alta cultura, es más pertinente que nunca la pregunta qué es la cultura. Para Rieff es un ejercicio de sublimación colectiva que cumple socialmente el papel que el superyó individual cumplía para Freud. Ese papel es, fundamentalmente, el de ocultar la crueldad ciega de la naturaleza y, sobre todo, ocultar nuestra soledad esencial. La alta cultura (que tanto amaban él y su mujer, Susan Sontag) no es tanto un producto como una intensidad: la intensidad con que algunos grandes hombres temerarios se interrogan continuamente, siglo tras siglo, sobre qué es la cultura y nos muestran así las puertas que se abren al vacío y a la ausencia de rostros tras nuestras máscaras. Lo hacen con tan excelsa calidad que los pequeños hombres vemos la belleza de sus obras y nos quedamos cegados por ella.

martes, 11 de noviembre de 2025

Artistas de la propia vida

Nietzsche primero y, después Wilde, Deleuze, Foucault y tantos otros han defendido que tras la muerte de Dios el reto es hacer de nuestra propia vida, autónomamente, una obra de arte, lo cual le suena muy bien a la mentalidad moderna, porque nos constituye a cada uno como artistas. Pero reconozcamos que ser un buen artista no es fácil. Como me decía hace unos días Christian García Bello, hay algunos artistas que cortan la yerba tras de sí, de manera que es imposible seguir sus pasos. Es el caso de un Picasso, de un Manzoni, de un Warhol... «Su mundo muere con ellos». No los podemos imitar porque dejaríamos de ser artistas para pasar a ser meros plagiarios. Otros, como Velázquez, Giotto o los artista povera «dejan caminos abiertos y permiten que otros cojamos su testigo». Pero a ver quien de entre nosotros coge el testigo de Velázquez. O sea, que o rebajamos las exigencias del arte o no hay manera de ser genuinos artistas de nuestra vida.

Roberto Colom, una de las voces de más resonancia internacional de la ciencia española, lleva tiempo defendiendo que somos nuestros genes. No me convence. En primer lugar, porque no es descartable la existencia de un gen que me fuerce a creer en el indeterminismo. El salto de la epistemología a la ontología no es fácil en el mundo de las cosas humanas, dado que lo primero en sí (la desnuda realidad) no suele ser lo primero para nosotros. Estoy convencido que los científicos deterministas cuando salen de copas se olvidan de que son deterministas. Lo que Zubiri llamaba «la propensión natural de la inteligencia cotidiana», que es un dato científico, no acaba de encajar con la verdad de la ciencia, que es siempre una reducción de la complejidad del mundo de la vida. Nadie le dice a la persona que ama que la ama porque sus feromonas han afectado sus terminales olfativas, aunque pueda ser esta una estricta verdad científica. Sin la confianza en la libertad se nos desmorona toda la cultura humana, comenzando por el derecho.

El mundo de las cosas humanas se sostiene gracias a la convicción de que existe la verticalidad (lo alto y lo bajo) y no solo la horizontalidad (todos somos artistas). Podemos modificar el contenido de lo alto y de lo bajo, pero no su necesidad.

lunes, 10 de noviembre de 2025

El pulpo arbóreo del noroeste del Pacífico

Daisy Christodoulou acaba de publicar un interesante artículo en No More Marking sobre la Revisión Curricular que pondrá en marcha el gobierno británico y en la que destaca la propuesta de enseñar a identificar la desinformación.

¿Han oído ustedes hablar del pulpo arbóreo del Noroeste del Pacífico? Es un sitio web que ofrece, con un aire aparentemente serio, información detallada sobre este animal inexistente. Disponemos de varios estudios que nos indican que los adolescentes que visitan este sitio creen que su información es veraz... incluso después de que se les advierta que es falsa. ¿Cómo enseñamos, pues, a poner en cuestión lo aparentemente verdadero? ¿Tenemos los adultos aprendida esta lección? Hay recursos digitales que nos ayudan a evaluar la fiabilidad de un sitio web, pero pedir a los alumnos que los consulten es como pedirles que busquen en un diccionario las palabras que no entienden de un texto. Esto solo funciona cuando un alumno, primero, no es perezoso, y, segundo, posee un vocabulario lo suficientemente amplio como para entender la definición del diccionario. Si en la definición se encuentra con palabras que no entiende, se resistirá a caer en el bucle de la búsqueda léxica. Y es comprensible. 

Solo podemos decir que una información es fiable si poseemos suficientes conocimientos previos sobre ella. Si no poseemos ningún dato sobre el pulpo arbóreo podemos revisar la web que nos habla de su existencia buscando índices de fiabilidad. En este caso hallaremos que está relacionada con la Universidad Kelvinic y la Sociedad para la Conservación del Haggis Silvestre. ¿No es esto sospechoso? Busquemos, para orientarnos, qué hay en internet sobre la Universidad Kelvinic. Google nos dice en su primer resultado que es una institución de educación superior independiente y totalmente acreditada que ofrece programas de licenciatura, maestría y doctorado. Suena bien, luego... el pulpo arborícola gana entidad.

Ocurre algo parecido con el pensamiento crítico. Es universalmente alabado, pero muy escasamente practicado, a pesar de la gran cantidad de métodos que aseguran garantizar su adquisición. Podemos insistirle a un alumno que analice un problema desde múltiples perspectivas. Posiblemente aprenderá la conveniencia de hacerlo, pero si le faltan conocimientos específicos sobre los datos del problema, no sabrá cómo. Prueben de analizar la Teoría de cuerdas desde diferentes perspectivas. O den su opinión sobre la elaboración de la leche de tigre para ceviche si este asunto les resulta completamente desconocido. El juicio crítico sobre una información o se basa en los conocimientos previos sobre el tema, o es una opinión sin fundamento.

Todos estamos expuestos a la seducción del pulpo arborícola. Nos seduce aprovechándose de nuestra ignorancia.

domingo, 9 de noviembre de 2025

Fellow Teachers

Aunque Philip Rieff es hoy el padre de David Rieff y el marido ocasional de su alumna Susan Sontag, yo lo tengo por el más agudo de los tres. Si bien en los tres aprecio la influencia de Leo Strauss. Es bien estraussiana, por ejemplo, la tesis de Philip Rieff sobre Freud: era un moralista que estaba reintroduciendo la moral en la sociedad sin que sus pacientes se percataran de sus intenciones. Necesitaba dar un barniz científico a su terapia porque la ciencia es la máscara que el moralismo moderno acepta una vez perdida su capacidad para tener fe. Como Strauss, Rieff es un firme defensor de la privacidad de la vida filosófica, la única que merece la pena ser vivida. La privacidad es la condición imprescindible para una imprudente libertad intelectual.

De Rieff aprendí que el principio represor (la dialéctica del Sí y del No que caracteriza una cultura) no puede ser reprimido. No hay escapatoria a la autoridad. Siempre hay algo ajeno que nos convoca ante lo real y lo posible, si bien nuestra cultura terapéutica quiere creer que se puede sustituir el principio represor por unas cuantas palmaditas en la espalda. Es decir, por el bienestar. Con George Orwell y Hannah Arendt, ve en la destrucción de la capacidad de mantener creencias firmes, el fundamento del totalitarismo. Tiene a la primera como «una de las guías más fiables de nuestro tiempo» y con ella sostiene que el objetivo de la educación totalitaria nunca ha sido inculcar convicciones, sino destruir la capacidad de formarse». Destruida esa capacidad, la acción queda desprovista de motivación» (Fellow Teachers).

Señalo por último que Rieff se empeñó en resaltar la necesidad de la categoría «de lo sagrado». El intelectual es un individuo «con una sensibilidad inusual hacia lo sagrado, una reflexión poco común sobre la naturaleza del universo y las reglas que rigen la sociedad». 

sábado, 8 de noviembre de 2025

La edad del paciente

Cuando Philip Rieff escribió The Triumph of the Therapeutic: Uses of Faith After Freud (1966), intuía que el animal político aristotélico estaba dejando paso al animal terapéutico, de manera que nuestra sociedad se había convertido en una sociedad terapéutica. La disolución de la cultura cristiana (que, como judío, no le quitaba el sueño) y el creciente predominio de la sociedad abierta (en el sentido de Bergson, no de Popper) nos ha llevado a renunciar, por una parte, a «la vida buena» a cambio de la aspiración a «vivir mejor», y, por otra, a la sustitución de la virtud por los valores, entendiendo por valor lo que se espera al final de la terapia. Rod Dreher (La opción benedictina) resume así la cuestión: «El hombre religioso nació para su salvación. El hombre psicológico nació para su satisfacción». Todo esto era para mí una teoría interesante, pero teoría, al fin y al cabo, hasta que me he enterado de que, en una especie de congreso terapéutico celebrado esta misma semana, se ha proclamado con orgullo y alegría que estamos en «La edad del paciente». Obsérvese bien: hay gente que celebra como un ascenso cultural colectivo el haber dejado de ser agentes. Lo que no saben es que, para Freud, todo lo que era legítimo esperar del final de la terapia era la transformación de un miserable neurótico en un infeliz trivial.

viernes, 7 de noviembre de 2025

La Plaza del milagro del mocadoret

Hay en la plaza del Milagro del Mocadoret, en Valencia, una librería de viejo interesante, a la que visito cada vez que ando por la ciudad. Esta vez me ha sido imposible cruzar su umbral. El propietario la abre cuando le da la gana -y en estos días he comprobado que de gana anda muy escaso- y el encargado de abrirla y cerrarla no está dispuesto a dejar entrar a nadie mientras el propietario esté ausente. Me insiste en que no sabe cuándo vendrá, si dentro de un minuto, de cinco, de dos horas... o si vendrá o no. La escena se repite durante tres días, mañana y tarde. Finalmente, al tercer día desisto y me voy con malas caras. Entonces el empleado displicente me grita que si quiero algo concreto, que se lo diga. Pero no, no busco algo concreto. Con lo concreto e inesperado es con lo que me gusta encontrarme en las librerías de viejo. 

Llego de Valencia a mi sofá, que siempre me acoge solícito y desbordante de amor. Es bueno tener en la vida algo que siempre tiene la forma de tu deseo. Llegué a casa a eso de las 15:30,, con las rodillas que parecían cáscaras de huevo vacías. Me arrojé a sus brazos y ya no me moví de ellos hasta que el sueño me condujo de la mano hasta la cama. Hay repartidas por el mundo magníficas habitaciones de hotel, con vistas espléndidas e interiores de lujo, pero ninguna es tu casa. Me despierto cuando comienza a amanecer y hago un repaso a la prensa del día. Un repaso superficial y en diagonal, que el interés por la actualidad no me da para más. Me encuentro en un diario con este titular: «La educación sigue siendo el único escudo para frenar la marea de emociones y liturgias que está marcando el curso de la política actual». Dejo de lado la consideración de que educar es armarse de un escudo y, también, la «marea de emociones y liturgias» porque eso es, básicamente, la política. No hay partido político que no juegue con emociones y liturgias, propias y ajenas. ¿Y con qué me quedo entonces? Pues con la sospecha de que los educados son los que comparten mi visión del mundo. A esta concepción sectaria de la educación se le llama también «pensamiento crítico», que ya saben ustedes que es el pensamiento que coincide con el nuestro.


miércoles, 5 de noviembre de 2025

La vida es bella

Me gusta Valencia. En esta ciudad me siento como en casa. Siempre me han tratado bien. Y vengo con la certeza de que me tratarán estupendamente. Me ponen el clima que me gusta, la luz perfecta, los atardeceres más cordiales y magníficos restaurantes me reciben en sus mesas. ¿Qué más se puede pedir? Pues tratándose de Valencia se puede pedir lo inverosímil. Hoy he estado hablando de Aristóteles a doscientos empleados de una fábrica de trenes. Y, después, mientras me enseñaban las enormes instalaciones en las que trabajan la friolera de 4.000 empleados, pensaba que la vida es bella por todo lo insólito que hay en ella.

martes, 4 de noviembre de 2025

La maison vide

Mi idolatradas amiga B., que anda, como yo, con achaques propios de nuestra edad, me lo advirtió: «Le prix Goncourt. Je lis  actuellement le livre d'un des grands favoris, "La maison vide" de Laurent Mauvignier.  Moi, je vote pour lui, c'est de la grande littérature.  On verra le résultat.» El resultado, conociendo a B., solo podía ser uno:

La investigación pedagógica

Me suelo levantar temprano. Hay días que no han dado las 6:00 y ya estoy danzando por la casa. Bien es cierto que también me gusta ir a dormir temprano. Hay días que antes de las 23:00 ya he caído plácidamente en brazos del dulce Morfeo. Lo primero que suelo hacer por las mañanas es dar un repaso a las revistas de psicología y pedagogía internacionales a las que estoy suscrito por internet. Me interesa ver qué estudios se publican. A lo largo de los años ya llevo leídos unos cuantos y me he hecho con la suficiente información como para permitirme dos conclusiones. La primera es que si los resultados de un estudio no te gustan, sigue leyendo, que siempre encontrarás algún otro que te proporcione conclusiones a tu gusto; la segunda es la constatación del abismo que separa la investigación pedagógica de las preocupaciones efectivas de los profesores en las aulas. En pedagogía la investigación está impregnada de moralina y, con frecuencia, de wokismo. En las aulas las cosas son mucho más inmediatas, concretas y, no pocas veces, dolorosas. Ahora que el mundo empresarial anda creando spin-off para poner en directa conexión el mundo de la investigación con el de la empresa, no me imagino que spin-off se puede crear para poner en relación la investigación -de alguna forma hay que llamarla- pedagógica y los centros educativos. Mientras tanto, el desconcierto y el malestar docente no paran de crecer.

lunes, 3 de noviembre de 2025

Cogito, ergo sumus

Lo acabo de escribir en otro sitio: «Cuando hoy llega un niño al mundo lo reciben dos personas que marcarán su desarrollo: un coach padre y una coach madre» Y nada más terminar de escribir la última letra me he preguntado de dónde ha salido esta frase. Ha salido, sin duda, de algo mío, puesto que no me ha saltado a la conciencia desde fuera de mí. Pero no sé de qué parte de mí ha ha saltado. Me gusta porque resume mucho de lo que pienso sobre la atrabiliaria educación familiar de nuestros días. ¿Pero qué ha estado trabajando en mí para dar con este aforismo sintético, que parece el resultado de exprimir muchas ideas? Concluyo que, sea la que sea mi inteligencia, solo es parcialmente mía. El resto es de mi sombra, a la que no conozco nada bien. Solo sé de ella que es caprichosa, ya que hay situaciones en las que debería saltar inmediatamente para estar al quite de algo que me dicen y, sin embargo, se calla y me deja con cara de lerdo. Y hay veces que sale a superficie como un corcho que se desenredase del lodo del fondo para flotar en la conciencia. El famoso «Cogito ergo sum», tiene sus revueltas. Habría que decirlo así: "Algo cogita en mí y sobre ese algo flota lo que sé de mí".

domingo, 2 de noviembre de 2025

Sobre la excelencia

Siempre me han resultado irresistibles las invitaciones a hacer algo que no he hecho nunca. Entendámonos, no se trata de lanzarme al vacío empujado por una pulsión suicida, sino de explorar vías que hasta ese momento estaban muy lejos de mi horizonte de intereses. Nunca he sentido miedo al decir que sí a una invitación arriesgada, sino emoción y unas ganas enormes de leer todo lo que pudiera sobre el asunto y de preguntar a los que saben. Lo último: Una empresa multinacional me pide que dé una charla a sus empleados sobre la excelencia. Y, por supuesto, ya estoy en máquinas, descubriendo mundos, preguntándome qué queda de la areté griega o de la virtus romana; cuál es la diferencia entre la excelencia artística y la tecnológica; por qué hemos abandonado la excelencia moral en los tiempos del «emotional turn»... Y lo más importante: ¿es la mediocridad un capital ignorado de potencial excelencia?  La jubilación está siendo para mí más emocionante, en muchos aspectos, que la juventud. 

sábado, 1 de noviembre de 2025

Sobre el final de la misa

La misa es mucho más que un espectáculo, pero como espectáculo, es perfecto. Todo está en su sitio. Y todo es puntual. En la misa no se guardan los cinco minutos de cortesía para los tardones. Todo comienza y acaba cuando toca. Todo es pulcro y ordenado y cada gesto remite a algo más allá del gesto mismo. Hoy, mientras el cura realizaba el proceso de purificación del cáliz (limpiar los bordes, verter el agua, limpiar patena, beber, secar el cáliz con el purificador), pensaba que mientras los cuentos infantiles acaban mal, ya que nos aseguran que los protagonistas «fueron felices y comieron perdices», pero nos ocultan quién se quedó a barrer y fregar; la misa acaba fregando la vajilla, que es lo que se hace en cualquier casa pundonorosa. Al final, en la despedida y cierre (la bendición), lo que se nos está diciendo es «ya os podéis ir, pero no os olvidéis de la pulcritud en ningún momento».

Lo inacabado

Si hay algo inacabado e inacabable es la ropa que espera ser planchada.

 

La Obama, cancelada.

Hay un feminismo excéntrico y faltón, que, simple y llanamente, se muestra contrario a la vida adulta y se empeña en no perder ocasión de de...