Cuando regalo un libro mío, tengo mucho cuidado en dejar claro que es un regalo, no un castigo. Me resultan insoportables los plastas que te regalan un libro y al día siguiente ya te están llamando a ver qué te ha parecido. "Dime la verdad", te dicen con la boca pequeña. Por experiencia sé que la mejor manera de evitar que te regalen otro libro es decírsela. Así que cuando Ignació Peyró me envió las 1.062 páginas de su "Pompa y circunstancia", me puse a temblar. Pero les aseguro que en este caso el autor es de una educación exquisita y el regalo está resultando un regalo. ¡Qué librazo, Ignacio! Como no podía ser de otra manera, desde aquí te envío mi agradecimiento. Me lo estás haciendo pasar muy bien.
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