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lunes, 23 de marzo de 2015

Ejemplaridad pública

Los azarosos caminos del destino han querido que llegase quince minutos tarde a una reunión que comenzaba a las cinco y que estaba presidida por el conseller de cultura, Ferran Mascarell. La reunión se celebraba en torno a una gran mesa ovalada y sólo había un asiento libre, a su derecha. Y allí me he sentado, obedeciendo a su invitación. Nos ha advertido el señor conseller que a las seis se tenía que ir, porque había reunión en el MACBA para tratar de la polémica escultura, ustedes ya saben. Y como el azar ha seguido moviendo los hilos a su antojo, cinco minutos antes de las seis se ha presentado la ocasión propicia para que le mostrase al conseller este libro que, casualmente -lo juro- llevaba en el bolsillo:


Ha tomado nota del mismo en el móvil e incluso ha hecho una foto de la portada.

Después ya saben ustedes lo que ha pasado. El director del MACBA ha presentado su dimisión.

No caeré yo ahora en la falacia del "post hoc ergo propter hoc". Pero ahí queda eso.

5 comentarios:

  1. No sé por qué me ha dado por pensar si había algo parecido a un concepto de "Ejemplaridad pública" en la República de Platón y no se me ha ocurrido nada. Quizá es que se suponía que bastaba con una buena preparación de los gobernantes. Respecto al pueblo, ahí estaba la 'mentira noble', que quizá es donde se engloba eso tan vagoroso de la "ejemplaridad pública".

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  2. La ejemplaridad pública está bien mostrada por Aristóteles en la Ética a Nicómaco con la figura de "ho phronimós", que es un ejemplo para la ciudadanía precisamente porque ésta lo ha instituido como tal. En tiempos pasados -ya no en el nuestro- la ejemplaridad pública mostraba las posibilidades más altas de lo que podíamos llegar a ser (vidas de héroes, de santos...). Ahora somos autónomos y tenemos que gestionar terapéuticamente los diferentes impulsos anímicos.
    ¿Hay ejemplarida pública en Platón? Buena pregunta.
    Te ofrezco una respuesta que quiere ser más cordial que científica.
    Existe, desde luego, una educación poético-política.
    Pero el problema es que el filósofo no puede ser esa figura política ejemplar, porque, como dice el Jenofonte del Banquete, el filósofo "tas hyponoias epistantai".
    A mi modo de ver el proyecto de Platón es la sustitución de la religión y la educación ancestral (Sócrates ha sido condenado por subvertirla) por el influjo erótico de las ideas.
    De los límites de este proyecto son perfectamente conscientes los neoplatónicos, que elevan a Sócrates y a Platón a la condición de figuras ejemplares.

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  3. Hablando de ejemplaridad poética:
    Gilbert Murray (1866-1957), Euripides and His Age (London: Williams & Norgate, 1913), pp. 102-103:
    ... an ancient poet was living hard, working, thinking, fighting, suffering, through most of the years that we are writing about life. He took part in the political assembly, in the Council, in the jury-courts; he worked at his own farm or business; and every year he was liable to be sent on long military expeditions abroad or to be summoned at a day's notice to defend the frontier at home. It is out of a life like this, a life of crowded reality and work, that Aeschylus and Sophocles and Euripides found leisure to write their tragedies; one writing 90, one 127, and the third 92!

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  4. Sí, en la poesía se aprendía la ejemplaridad. Mi cuestión a Gomá sería qué ejemplaridad habría que asumir. Él dice que todo su 'tenderete' comenzó a partir de Homero, pero lo que no sé yo es a quién imitar allí: si a Tersites o a Aquiles (un niñato), Ulises (un mentiroso) o Agamenón (un déspota).
    Por definición, todos los griegos (y mucho más todas las griegas) parece que eran más ejemplares que nosotros.

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    Respuestas
    1. Sí, te entiendo.
      Creo que hay que leer a Gomá, pero sin tomarlo de manera ejemplar.

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