lunes, 17 de marzo de 2014

De centauros y grillos

Kostas Axelos se imagina en sus Cuentos filosóficos a un matrimonio de centauros que contempla con dulzura a su hijo que anda trotando inocentemente, a su aire, por una playa mediterránea. El marido se vuelve hacia su mujer y le pregunta: “¿Debemos decirle que solamente es un mito?”

Amiel se imagina en su Diario íntimo a un grillo que canta creyéndose un ruiseñor. Todos sabemos que el grillo no es un ruiseñor, pero -nos pregunta-  ¿para qué decírselo?

En esa pregunta hay latente una ironía trágica, una tragicomedia que pudiera ser la de la filosofía.

9 comentarios:

  1. ¡Qué bueno! Yo creo que la trágica pregunta para la filosofía sería: "¿Debemos decirle que no hay sentido?"

    Confiemos en que esto sea un contrasentido...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No… si sabemos que no se puede vivir sin sentido.

      Eliminar
    2. Pero si supiéramos que se puede vivir sin sentido no filosofaríamos.

      Eliminar
    3. Esto ya requiere una botella de vino por medio y una tarde entera para dialogar despacio.

      Eliminar
  2. ¿El grillo va a ser más feliz sabiéndolo?

    ResponderEliminar
  3. Cuanta verdad es capaz de sortear un hombre?

    ResponderEliminar
  4. Respuestas
    1. Pues, con tu permiso, Martín, me quedo con el verbo "sortear": porque por mucho que intentes sortearla, siempre te espera en el último "sorteo".
      ¡Cuántas verdades esconden nuestros errores!

      Eliminar
  5. Sobre todo al grillo hay que decírle que no es un ruiseñor, para que nos deje dormir las noches de verano.

    ResponderEliminar

El guionista caprichoso

 I A eso de las cuatro de la tarde ha sonado el teléfono. Era una de esas llamadas que esperas que nunca lleguen y que cuando llegan, siempr...