viernes, 3 de mayo de 2024

Una adolescente dormida en el tren

 I
Tengo, me dice el oculista, la vista cansada. 

II

Me gusta esta expresión: "la vista cansada". Cansada... ¿de qué? No de mirar ni de ver sino de mirar y ver mal, pendiente de la pantalla del ordenador. Los ojos se cansan como la tierra cuarteada por la sobrexposición al sol. Esta mañana el oculista me ha dicho que vuelva a visitarlo dentro de unos días y que el día anterior no abriese el ordenador, para ver si entendía lo que me pasaba. Veo las letras como si se sobrepusieran un poco borrosamente unas sobre otras. Vivi inmerso en una ligera neblina.

III

Esta tarde tengo que asistir a un acto conmemorativo. No me gustan esos actos que miran hacia atrás y te dejan el alma con tortícolis. Corres el peligro de convertirte en una estatua de sal. Pero a veces hay que hacer lo que no gusta. Especialmente si tu agente provocador se empeña en ello.

IV

Esta mañana en el tren una adolescente con la cabeza apoyada en el cristal de la ventanilla parecía dormida. Muy guapa, con el pelo rubio, largo y un poco enredado. Su belleza estaba resaltada por un aire de fragilidad que resultaba muy llamativo en medio de un vagón a rebosar de pasajeros condenados a intimar físicamente. Llevaba un teléfono móvil entre las manos. El tren ha parado en Masnou, Montgat Nord, Montgat Sud...  y no se ha despertado. En Badalona me he bajado yo y ella seguía durmiendo. La he visto unos segundos desde el andén. ¿Se despertará en el lugar al que quiere llegar?

V

Me invitan a colaborar periódicamente en un diario catalán. Tengo que pensarlo.

1 comentario:

  1. Hay que ver en las cosas que observamos. Ayer una lozana hierba salía por entre el asfalto y ahí estaba yo agachada como una tonta mirando el suelo... El problema fue enderezar las rodillas luego para levantarme.... Cafelito.

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