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viernes, 31 de mayo de 2024

Et respice finem

 I

Días muy intensos en Madrid. Tan intensos, que parece una eternidad lo que me separa del martes pasado, cuando pusimos el punto final al seminario de la Tatiana con un anónimo hexámetro medieval: "Quidquid agis, prudenter agas, et respice finem".

II

Madrid es una ciudad que siempre se me muestra acogedora, a pesar del calor que comenzaba a hacer a partir de las 12:00 y que convertía las primeras horas de la tarde en un ejercicio de resistencia. No hay vez que no vaya a Madrid y que no vuelva con algún proyecto nuevo bajo el brazo. 

III

No hablaré de la aprobación de la ley de amnistía. He decidido que este ensayo de un diario tenga un carácter más personal, más cotidiano. No es que la política no sea relevante. Incluso la tengo como la filosofía primera. Pero quiero resaltar otros matices de mi vida en este ejercicio que solo tiene como propósito cumplir con el mandato de "nulla dies sine linea".

IV

Tuve entrevistas con periodistas, encuentros con pedagogos, cena con economistas y rectores, y visitas a la galería de las colecciones reales y, de nuevo, al infinito museo del Prado. No hay espectáculo en el mundo que me sobrecoja más que ese Museo que forma parte de nuestro patrimonio colectivo. Es un templo en el que lo milagroso vive en cada sala.

V

Pero, por encima de todo, resalto los paseos matutinos con mi agente conspirador, cuando la luz amable de la mañana daba alegría a los juegos de luces y sombras de la fronda de los árboles, la temperatura era perfecta y la invitación a un chocolate con churros, irresistible.


3 comentarios:

  1. Et respice finem....
    Si la vida es un paseo aleatorio con más o menos grados de memoria, no es posible determinar su fin, a no ser un ingenuo.

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  2. No hablaré de la aprobación de la ley de amnistía.
    ¿Y si la prudencia, sermoneada al ciudadano, es la razón necesaria para que los teóricos de la política, sean ultras de derecha o ultras de izquierda, puedan controlar a su voluntad a la ciudadanía?
    ¿Y si la imprudencia, tan castigada por los teóricos de lo político, fuera la única conducta moral frente a la injusticia de la polis?
    ¿Y si el silencio de los prudentes, y de la población que sufre la normalidad del Estado socialdemócrata, fuera el peor de los males para afirmar la dignidad del individuo humano?

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  3. ¡Qué envidia de su agente conspirador!

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