I
Visita al oculista y al otorrino.
II
Del oculista, una conclusión evidente: todo carísimo. Me he dejado una fortuna en prótesis (o sea: en gafas).
III
Del otorrino, una alegría y una decepción. La alegría nace del hecho de que el padre de la encantadora joven que me ha atendido tiene mis mismos síntomas. No pueden hacerse idea ustedes de cuánto consuela encontrarse con alguien que sabe lo que te pasa, que entiende tus vértigos, tus caídas, tus días sin poderte mover de la cama, tus acúfenos... y tu voluntad de no rendirte a nada de todo esto, de afirmar la vida en vez de recluirte en lamentos. La decepción: por primera vez en mi vida tengo tapones de cera en los oídos. Es lo que me faltaba. Me los tengo que quitar antes de seguir con la visita.
IV
Tengo la sensación de que me estoy descascarillando. A veces me pregunto si no es por eso por lo que intento no parar de hacer cosas.
V
Ferran Sáez Mateu, uno de mis monstruos preferidos, ha sacado nuevo libro, con Herder, y se me declara "lurista-leninista".
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