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viernes, 12 de junio de 2020

Razonar en tiempos de emociones

¿Hacia dónde tiende la actividad racional? Según Platón, hacia una verdad no hipotética e independiente de nuestros puntos de vista; según el subjetivismo, hacia una verdad psicológica (hacia una opinión o un punto de vista). Sólo en el primer caso la razón sirve como un tribunal de apelaciones.

Mi tesis es que en el transcurso del ejercicio racional del pensamiento, cada persona puede encontrar en su interior una verdad interpersonal. Tan impersonal que aspira a ser universal. La actividad racional nos permite alejarnos de nuestras opiniones, restándoles el valor que tengan por ser nuestras y sumándoles el valor que tengan por ser racionalmente compartidas. Nuestra singularidad desaparece tras la afirmación de una verdad que, estando en nosotros, no es nuestra, y que no siendo nuestra, nos obliga.

A pesar de ser seres contingentes, finitos y mortales, tenemos acceso a verdades eternas. Es decir, llevamos en nosotros algo que nos trasciende por ser eterno.

Creo, honestamente, que es muy difícil ser racional y carecer de algún tipo de religiosidad.

La comprensión es la vivencia de la empatía intelectual. Sé que al hacer mía una verdad, estoy haciendo mía una verdad del otro y que la vivencia de su verdad es común. 

Razonar es aspirar a encontrar algo universal en mí. Es descubrir que, si persiste una diferencia intelectual con el otro, no podemos apelar a ninguna autoridad superior a la razón para ponernos de acuerdo, sino que ha de haber una manera racional de superarla. 

Razonar es un ejercicio de ascetismo, una cura de humildad de la misma alma que es capaz de descubrir lo eterno y una vacuna contra la pereza intelectual.

Cuando defiendo el deber moral de ser inteligente entiendo que en la razón hay implícita esta moralidad ascética a la que acabo de hacer mención.

5 comentarios:

  1. Estoy convencido de que Ramón Llull suscribiría estos postulados en su integridad. ¿Para cuándo un Ars Nova siglo XXI, don Gregorio?

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    1. Para eso hace falta otro Llull. Yo sólo soy un tipo que se espanta al leer cosas como ésta de Rorty: "Lo que la gente como Kuhn, Derrida y yo creemos es que no tiene sentido preguntarse si realmente hay montañas si simplemente nos resulta conveniente hablar acerca de montañas".

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  2. En medio de la emocionalidad, que se vive, acepta, se expresa...la racionalidad nos abre el camino, nos da sentido y nos enseña lo eterno más allá del momento presente... Gracias maestro por ser ese tipo...y compartir...

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  3. En efecto, querido maestro..., y todo ello se está viendo de forma palmaria últimamente hasta unos niveles casi ofensivos, de vergüenza ajena: a la Verdad le está empezando a sobrar sentimiento, y le falta mucha razón (de la del "logos"). Nada nuevo, algunos como Vd. llevan llamando la atención sobre ello, y no sólo en el ámbito educativo.

    Por cierto, muchas gracias por ese penúltimo regalo que es su libro "La imaginación conservadora", de imprescindible lectura en los tiempos que corren.

    Un abrazo

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