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lunes, 8 de junio de 2020

Don Quijote va tomando cuerpo

Sigo con mi gozosa lectura del Quijote, poco a poco, aprovechando cada rato que tengo libre. Nuestro hidalgo ha llegado al capítulo XVI y Cervantes va preparando -¿quizás inconscientemente?- el terreno de la introspección. Apunto a la inconsciencia porque parece dominado por un daimon que le lleva la pluma con una cadencia precisa y hermosa, con frecuencia propia de un adagio, pero dispuesta siempre al tono heroico de los metales.

El inquieto don Quijote comienza proclamándose conocedor de un yo sin interioridad y poco a poco va asomándose a su alma. La transición está claramente facilitada por la amable acogida que le dispensan unos humildes cabreros a él y a ese crédulo racional que es Sancho, el escudero al que ha comenzado muy pronto a tratar de hermano, y por esa historia de ambiente pastoril de Grisóstomo y Marcela. 

Alguna interioridad del caballero se nos va insinuando ya. Por ejemplo, nos hemos enterado de que, si bien anda fervorosa y muy castamente enamorado de su Dulcinea, no por eso deja de pensar en aquellas partes suyas "que a la vista humana encubre la honestidad", que "son tales (...) que sólo la discreta consideración puede encarecerlas, y no compararlas". Don Quijote es demasiado humano y su humanidad no cabe en el esquema de un caballero andante.

Me ha interesado mucho la canción del desafortundo Grisóstomo, que le da voz a su yo perdido. Grisóstomo, ciegamente enamorado, no sabe quién es él y habla de manera a la vez retórica y muy sentida de las heridas que lleva abiertas en el alma y de los despojos de la misma, así como de su pertinaz fantasía. La suya es el alma rota de un enamorado no correspondido, trágico, en su caso, porque "el verdadero amor (...) ha de ser voluntario, y no forzoso" y, por lo tanto, puede no ser correspondido.

La manera que tiene Cervantes de cantar la libertad de una mujer, la pastora Marcela, merecería un comentario aparte, por su convincente modernidad. Don  Quijote, ese héroe sincero y anacrónico, se mostrará presto a acudir en su ayuda. Pero ella es demasiado autónoma como para necesitar la ayuda de nadie.

"Es menester mucho tiempo para venir a conocer a las personas", le asegura don Quijote a Sancho en el capítulo XV. Ese es el tiempo que se está tomando Cervantes para ir mostrándonos los perfiles de su héroe, que cada vez son más complejos y más cercanos. Es el tiempo de la gran literatura.

4 comentarios:

  1. El grupo Espliego, en su muy bello disco "Nunca fuera caballero" (2005), realizado con la colaboración de Amancio Prada, Luis Pastor y Joaquín Díaz, hizo una excelente versión de la canción de Grisóstomo, titulada "Canción desesperada":

    https://www.youtube.com/watch?v=EEPMKFypUTU

    (En Youtube se pueden escuchar otras canciones de ese disco, que es una obra maestra en ese género de música).

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  2. Cuando leí La Celestina (tendría yo dieciocho años o por ahí), recuerdo que me dejó boquiabierto la desenvoltura con que trataba ciertos temas de índole sexual que, creía yo, un hombre del XV no se atrevería a hablar en público. Lo que se ponía de manifiesto no era la anormalidad de la obra, sino mis prejuicios sobre aquel tiempo.

    Yo me pregunto, cuando decimos que un texto de siglos pasados recoge una visión moderna, ¿no será más bien que no encaja en nuestro propio esquema de aquel tiempo?

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    1. Buena pregunta, Rafael, y posiblemente tu insinuada respuesta debe tomarse en serio, ya que, efectivamente, quienes nos sorprendemos somos nosotros y si tal ocurre es porque algo impugna nuestra visión de la historia.

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