viernes, 5 de junio de 2020

De sorpresa en sorpresa

Acabo de leer un "estudio" de una importante institución pedagógica, cuyo nombre tengo intención de olvidar inmediatamente, sobre  los aprendizajes telemáticos durante el confinamiento. Como suele ocurrir, la neolengua utilizada no defrauda, pero aunque merecería la pena detenerse en sus sofistiquerías, lo que me ha llamado la atención es un párrafo que he necesitado leer un par de veces para convencerme de que decía exactamente lo que parecía querer decir.

Los autores han tenido la muy loable intención de comparar las diferencias significativas de resultados entre "los docentes que se reconocen con un enfoque basado en contenidos y los que lo hacen con enfoque basado en competencias".  Todos estamos, creo yo, de acuerdo en la necesidad de una comparación rigurosa de sus resultados, así que he continuado leyendo con toda atención hasta que me he dado cuenta de que la comparación estaba basada en las apreciaciones subjetivas de los profesores, lo cual deja en no muy buen lugar la pretensión de encontrar "diferencias significativas de resultados", pero lo relamente bueno viene después.

"Los docentes que manifiestan situarse en un modelo curricular basado en competencias [...] señalan que trabajan significativamente más [que los docentes que se sitúan en un modelo currícular basado en el contenido] en todos los casos, salvo en uno en el que significativamente trabajan menos: la corrección de tareas".

Aquí conviene relajarse y tomar aliento. ¿Cómo saldrán de aquí los redactores del informe? ¡Pues a la torera! Esto es lo que añaden: "Este dato resulta coherente con el principio de que en el enfoque competencial se le da más importancia a la evaluación de aprendizajes que a la mera corrección de tareas."

Es decir que, si lo entiendo bien, se puede evaluar la competencia de un alumno sin evaluar sus tareas. ¡Demonios! ¿A qué están esperando todos los profesores del mundo para "situarse en un modelo curricular basado en competencias"? ¿Es que son masoquistas?

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