Ayer por la tarde, en Sant Mateu
Para una escuela sustentada en una genuina pedagogía del interés no debieran existir conocimientos inútiles, dado que el conocimiento sólo es inútil para aquel que no le ve ningún interés. Pero la realidad nos muestra que nunca ha habido un sistema educativo más obsesionado con lo útil que el actual. Todo aquel conocimiento que no se traduce en una competencia -todo aquel "qué" que no se traduce de manera inmediata en un "cómo"- es considerado un conocimiento meramente declarativo y, por lo tanto, devaluado.
A la hora de la verdad, nuestro sistema educativo rechaza todo aquel conocimiento que considera carente de interés sin darse cuenta de que de esta manera está impugnando las pedagogías del interés en las que dice basarse.
Nunca ha habido una escuela más sensible a lo inútil y menos rigurosa ante lo opinable (¿y no es lo opinable lo más declarativo?).
Insisto: sólo para el carente de curiosidad existen conocimientos inútiles.
Cuando le pongo a un conocimiento el calificativo de inútil estoy reconociendo mi ignorancia con respecto a la parte de la realidad a la que ese conocimiento se refiere.
Hace más de 35 años, estudiando filología en la facultad, una profesora de una asignatura sobre poesía, Raquel Asún, nos hizo una introducción sobre la inutilidad de lo que estábamos aprendiendo. Fue, quizá sin pretenderlo, una oda al saber "porque sí", "porque nos hace personas", porque vale la pena y porque tiene sentido. Con el tiempo, adquirí algunos conocimientos científicos sobre el aprendizaje y eso me hizo corroborar aun más sus palabras. Su argumentación acabó con un aplauso por parte de todos. Siempre la recordaré y estoy segura de que algo de ese momento ha trascendido en mis alumnos y en mis hijos. Una inutilidad que sirvió.
ResponderEliminarDoro Carbó Martorell
@DoroCarbo
plas, plas, plas.
EliminarLOS CONOCIMIENTOS SON SIEMPRE UTILES. SERIA MARAVILLOSO SI NOS ALCANZARA LA VIDA QUE TENEMOS PARA ABARCARLOS A TODOS.
EliminarEl famoso discurso de Steve Jobs en Stanford es, en el fondo, una defensa de la fecundidad de lo inútil expuesta en primera persona.
ResponderEliminarEsta mañana he desayunado en un café al lado de dos mujeres de unos 35 años. Una, sin duda profesora, le decía a la otra que a ella le gustaban los adolecentes, "pero no en contextos de aula". A continuación ha intentado justificar su desinterfés, porque la culpa es nuestra, por empeñarnos en enseñarles historia. "¿A quién le interesa la historia?", le ha preguntado. Yo, por supuesto, he tomado nota en silencio.
ResponderEliminarGran muletilla, "en contextos de".
EliminarImaginemos que se tratase de dos profesores varones y que uno le dijese al otro que le gustaban las adolecentes, "pero no en contextos de aula"
EliminarGran nivel intelectual el de esa profesora..
ResponderEliminarNingún conocimiento es inútil. Un beso
ResponderEliminarHace tiempo ya que esta batalla está perdida. Tener que defender en la escuela (¡en la escuela!) el conocimiento por el conocimiento... Seguro que hay otros signos más claros del fracaso del proyecto ilustrado, pero pocos tan dolorosos.
ResponderEliminarBueno, es que no creo que haya aprendizaje inútil.
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