martes, 2 de junio de 2020

Desnudo sin mascarilla


Ayer Xavier Graset me invitó a su programa en la televisión catalana. Era la primera vez que salía de Ocata desde el 10 de marzo. Y me olvidé la mascarilla en casa. Al darme cuenta, sentí, como Adán, vergüenza de mi desnudez. En los taxis han puesto una pantalla de metracrilato -o lo que sea- para separar a los pasajeros del conductor y la voz de este se oye un poco distante, pero tenía ganas de preguntar cosas, porque la de los taxistas es una de las profesiones que se mueve en la vanguardia de la realidad. No los vi muy entusiasas con la recuperación económica y sí preocupados por la negligencia de la gente. Me imagino que el taxista que me levó a Barcelona se refería a la gente que, como yo, no lleva mascarilla. Nada más llegar a los estudios pedí, por favor, una mascarilla para cubrir la desnudez de mi imprudencia. Había muy poca gente. No se maquilla a los invitados y el personal de limpieza se ha convertido en personal de socorro. Unos carteles en los espejos de la sala de maquillaje vacía decían que se necesitaba maquilladores y peluqueros. Todo tiene el aspecto de una provisionalidad que ha venido para pasar una larga temporada con nosotros. Al volver, pasadas las doce de la noche, llovía sobre unas carreteras vacías.

2 comentarios:

  1. Con la reapertura en algunos lugares, la gente se relajó ya mucho en cuanto a las medidas de precaución contra el COVID19, y no conviene hacer eso. Confunden la reapertura con una solución ya completa del problema, y no podrían estar más equivocados. Lo peor: en muchos lugares, como aquí en México, la imprudencia y mala acción de los gobernantes combinándose con que solo ciertos sectores de la población hicieron caso y otros no les importó nos llevaron a que la situación nos rebasara. Esperar al paso del tiempo y la muy mencionada inmunidad de rebaño con todo y lo que se tarde, es lo que nos queda.

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  2. Muy bien su corbata..., y su esfuerzo por elevar el nivel de la entrevista...

    José

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