Sí, tú lo sabes; sabes que mis días,
partidos siempre entre Minerva y Temis,
corrieron inocentes, consagrados
siempre al público bien. Sabes que en ellos
sumiso y fiel la religión augusta
de nuestros padres, y su culto santo
sin ficción profesé. Que fui patrono
de la verdad y la vitud, y azote
de la mentira, del error y el vicio.
Que fui de la justicia y de las leyes
apoyo y defensor, leal y constante
en la amistad, sensible y compasivo
a los ajenos males; de la pura
y cándida niñez padre, maestro,
celoso institutor; y de la patria,
¡oh cara patria!, de tu bien, tu gloria
constante y ciego promotor y amigo.
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domingo, 19 de marzo de 2017
Confesión de un patriota
Jovellanos a su amigo Carlos Posada:
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Vehemencia
I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...
No miente, por eso le fue como le fue.
ResponderEliminarTengo sus obras completas en la edición de 1845 y provocan verdadera admiración (a quien no haya perdido esta facultad). Habla con conocimiento de causa y lucidez de legislación; educación; gramática española, francesa e inglesa; filosofía; fiscalidad; historia; arte; literatura; economía; ciencias naturales... Escribe poesía, teatro, incluso unas memorias.
En otro país, o en el nuestro en otro tiempo, con tal fruto qué no habría germinado, pero en España con Carlos IV, Fernando VII y la invasión francesa toca repetir una vez más los versos del romance del Cid: qué buen vasallo si oviesse buen señor.
Es, sin duda, uno de los grandes. Encontrarse con él es encontrarse con la mejor versión de nosotros mismos.
Eliminarhttp://www.chronicle.com/article/The-Academic-Home-of-Trumpism/239495?cid=wsinglestory_41_1
ResponderEliminarhttps://www.nytimes.com/2017/03/17/nyregion/norman-podhoretz-still-picks-fights-and-drops-names.html?_r=1
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