No hay mito más indestructible entre los pedabobos que el de la inmaculada infancia. Este mito nos ofrece como dogma de fe las ruedas de molino de que el niño nace no solamente bueno, sino científico, artista y poeta, pero la escuela, esa madrastra sin alma, le va agostando poco a poco las dotes con que lo trajo al mundo la madre naturaleza. Leyendo a algunos, uno no puede reprimir la sensación que que están convencidos de que la infancia es la culminación de la vida del hombre, y viven en consecuencia.
"La escuela mata la creatividad", repite el memo de Sir Ken Robinson. Pero para ser coherente con esa premisa, Sir Ken debiera añadir: "nadie que haya pasado por la escuela ha dado muestras de creatividad jamás de los jamases". Y a continuación nos debiera demostrar que la creatividad de Shakespeare, de Renoir y sus hijos y de todos los premios Nobel que han pasado por la escuela es sólo un espejismo. Si esto es pedirle demasiado, que nos diga, al menos en qué escuela se garantiza que todos los niños podrán desarrollar su creatividad hasta culminarla en la genialidad.
La creatividad es el hijo bastardo del mito del progreso.
Pero dejemos a Sir Ken en paz, y volvamos a la infancia, porque lo que pretendía con este apunte es invitarles a leer un artículo de Daniel Willingham titulado Kids Don't Learn Better Just Because They're Young, 'Little Sponges': What Really Works. Una vez defendí esta misma idea en una facultad de pedagogía de Barcelona. No me han vuelto a invitar.
La Idea de progreso supone una parámetro, es decir, supone determinar respecto a qué hablamos de progreso y bajo qué criterio de valoración. La crítica al progreso es tan mítica como la propia Idea de progreso, si no se especifica el parámetro.
ResponderEliminarEl parámetro de la crítica del progreso puede ser la misma idea de progreso. Basta, por ejemplo, con saber si a un progreso con pérdidas se le puede llamar progreso. Es decir. Basta con mostrar un particular contrario.
Eliminar¿Pérdidas respecto a qué parámetro? El concepto de "particular contrario" no es absoluto, supone un parámetro, y remitir el parámetro a la propia Idea de Progreso es cerrar la cuestión a través de una Idea metafísica. Progreso es lo que se ajusta al progreso. El problema es que las metafísicas evidentes e irrenunciables van por barrios y el progreso es regreso según el barrio. Renunciar a los parámetros y sustituirlos por lindas narraciones, discúlpeme pero es renunciar a la filosofía. La filosofía allá donde no colabora más en la confusión, es racionalista, es decir, crítico-clasificatoria.
ResponderEliminarMire usted, para la negación de un universal, basta y sobra con un particular contrario. Si los "parámetros" han de servir para ocultar lo evidente, entonces conviene recordar que contra principia negantem non est disputandum.
EliminarLo que digo es que el Progreso no es un concepto sustancial sino funcional. Si fuera un concepto sustancial un particular contrario supondría su negación siempre y cuando tuviéramos un único concepto de progreso, como hay diferentes Ideas del Progreso tenemos que ese mismo particular puede confirmar otra Idea de Progreso. Como no tiene sentido que un concepto sustancial sea confirmado y negado por un particular a la vez, entonces tenemos que aceptar que el concepto de progreso no es sustancial sino que es un concepto funcional. Es decir, depende de los parámetros, un particular negará el concepto de progreso para un determinado parámetro pero no para otro.
EliminarEl recurso a Ideas sustanciales, metafísicas, es lo que yo criticaba.
Uf!
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