Los que, de verdad, no descansan nunca, son los tontos. Eso sí que es deprimente.
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Me dice B. que el invierno ya ha llegado a París. Pues aquí, a Ocata, ha llegado esta mañana. Veo desde mi cuarto temblar los árboles de frí...
Los que, de verdad, no descansan nunca, son los tontos. Eso sí que es deprimente.
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