Los que, de verdad, no descansan nunca, son los tontos. Eso sí que es deprimente.
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I Como con frecuencia me cuesta decir que no, me veo obligado a asumir las consecuencias de mi pusilanimidad: vivo bajo un alud de comprom...
Los que, de verdad, no descansan nunca, son los tontos. Eso sí que es deprimente.
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