domingo, 13 de octubre de 2013

Cuarta conclusión de todo esto

"No sé lo que ocurre en otros países, pero en el nuestro, la riqueza no nos hace más listos. Comparen ustedes mismos los resultados de España en comprensión lectora y matemáticas. En cada columna los datos de la izquierda muestran los resultados de las personas con un nivel de renta bajo, los del centro, con un nivel de renta medio y los de la derecha con un nivel de renta alto. Lo desolador es constatar, primero, lo tontos que son nuestros ricos y, lo segundo, que no podemos esperar nuestra mejora educativa del mero incremento de la riqueza. Es decir, no podemos esperar con los brazos cruzados a que el crecimiento económico nos redima. Necesitamos algo así como una revolución cultural.  



10 comentarios:

  1. Si me lo permite, este es el cuadro más demoledor de todos: ni los ricos dan para ser élite.

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  2. Cuando te encargan la organización de un acto cultural, lo primero que te dicen los patrocinadores es que te asegures de que sea para todos los públicos, es decir, una cosa de entretenimiento. No hay que bajar la cultura al pueblo, hay que pedirle al pueblo que se ponga de puntillas.

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  3. Divulgar (del lat. divulgāre): publicar, extender, poner al alcance del público algo (RAE).

    Creo que lo mínimo es pedir un poco de esfuerzo a quien, supuestamente, quiere acceder a la cultura. Muy acertada la idea de pedir al pueblo que se ponga de puntillas.

    El cuadro, ciertamente revelador (y triste).

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    1. Más datos reveladores y tristes.Dice Antonio Villar:
      "Si nos fijamos en los aspectos formales, tales como los años medios de estudios y la proporción de jóvenes con estudios terciarios, podemos decir que nuestros jóvenes constituyen efectivamente la generación mejor preparada de la historia. Eso muestra el éxito de nuestro país en la extensión de la educación. Si miramos las habilidades cognitivas la cosa cambia. Los jóvenes entre 16 y 24 años son los que presentan mejores resultados frente a los mayores de esa edad, para los niveles educativos obligatorio y medio (aunque su valoración cae muy deprisa). No es así para los universitarios: lo que parece ser el mascarón de proa del avance educativo, los jóvenes universitarios, no presentan mejores resultados que sus mayores. En este ámbito no hay evidencia de que estemos consiguiendo acompañar la extensión de la educación con la mejora del rendimiento."

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  4. Cuando ha triunfado la revolución acultural, se necesitarían, por lo menos, dos o tres revoluciones culturales para sobreponerse a los destrozos de la primera, acaudillada por gentes del conocimiento empleado al servicio del capital para proveerle el ejército consumidor que se satisfaga con la carnaza que les dan. ¿Sobre qué asuntos innovadores fundamentó PRISA su despliegue televisivo: las corridas de toros y el fútbol? ¿Quienes abanderaron la acultura de la beautiful people? La labor de zapa ha sido espectacular. Y si antes nos quejábamos del yermo cultural del franquismo, en igual medida podemos hacerlo ahora del yermo cultural democrático.

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  5. Hola, amigos, llevo mucho tiempo en dique seco, un tanto hastiado y mareado de tanto viaje internáutico. Me recordarán (como dice un personaje de los Simpson) por aquellos episodios deseducativos ya en las garras del olvido. Soy Raus, y os mando un afectuoso saludo a todos los que en aquella fracasada empresa participamos.
    Gracias, amigo Luri, por estos análisis del desastre escolar.
    Los factores que nos empujaron al abismo fueron bien analizados en Deseducativos. Supongo que casi todo está ya dicho. Quisiera añadir un par de reflexiones, no obstante.
    Pienso que la LOGSE fracasó por dos grandes motivos:
    - Por un lado, porque, como todos sabemos, dejó sin pizca de autoridad a padres y a docentes. El lógico miedo a los abusos de autoridad que otrora se perpetraron en la escuela y otras instituciones, acabó destruyendo a la misma autoridad. Para matar las pulgas, nos cargamos al perro. Se creyó que la democracia era incompatible con las jerarquías y la autoridad. Una de las consecuencias es que ni padres ni maestros tenían instrumentos para civilizar al niño (urbanizarlo, inculcarle respeto...). La potestad de mando es aneja a toda autoridad, o no hay autoridad. La autoridad no se agota en la potestad de mando, pero la precisa a menudo. Nuestros niños crecieron en estado silvestre, sin que casi nadie osase cuestionar su infantil espontaneidad (sinónimo de libertad para la mentalidad del progre). En contraste, los alumnos finlandeses son los más callados y reservados del mundo. ¡Qué diferencia con los nuestros, que son de los más bulliciosos, espontáneos y vocingleros del orbe occidental!
    Ese miedo patológico al abuso de autoridad nos ha llevado al exceso de que un padre no puede dar un cachete a un niño sin temor a ser considerado un maltratador de niños. Y si la autoridad del padre está vigilada por un estado que lo convierte en presunto, no menos lo está la del maestro. En Estados Unidos, país con una pésima escuela, los maestros son sometidos a controles estatales continuos. Los informes y el papeleo controlador que deben cumplimentar los maestros son continuos y agobiantes. Y las inspecciones que deben soportar, ingentes y punto menos que ultrajantes. ¿Esto por qué? Porque allí, como aquí, corrección política mediante, se recela de la autoridad del maestro, porque no se confía en él. En cambio, en los países con mejores escuelas los maestros tienen mucha más libertad para organizar las asignaturas a su criterio personal, y más libertad de cátedra. Confían en el maestro y no sienten fobia por su autoridad (o la autoridad en sí).

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  6. - Por otro lado, porque, al alumno, la LOGSE lo consideró irresponsable de sus actos, su conducta escolar y sus resultados académicos. Si el alumno se portaba mal en clase es porque el maestro no había sabido hacer bien su trabajo. Si no lograba el aprobado, el maestro era también el culpable por no haberlo sabido motivar. Sin embargo, como todos sabemos, no es posible esperar buenos resultados de nadie si lo hacemos irresponsable de su conducta (incluido al rey). La LOGSE (sus seguidores) creyó que era erróneo atribuir co-responsabilidad al alumno, incluso al alumno ya talludito. El alumno podía lavarse las manos impunemente si no lograba el aprobado: el maestro no me ha sabido motivar, no explica bien la lección, es aburrido...
    Los alumnos ni siquiera son responsables de sus deberes escolares para casa. Sus padres (al menos los padres con algunos estudios) les supervisan, hacen o rehacen los deberes. El chaval no tiene de qué preocuparse: siempre salta con red. La culpa siempre es del mayor. Él, menor de edad, es ajeno a todo. La misma ley del Menor abunda, como harto sabemos, en este mismo despropósito.
    ¿Qué empresa podría funcionar en estas condiciones? Si al marinero no se le hace (co)responsable de sus actos, si las culpas de todo siempre van a parar al capitán, ¿será posible que el barco llegue a buen puerto?
    Hay que percatarse de que esta situación es explosiva: maestros desautorizados y sin potestad sobre los que, sin embargo, recae toda la responsabilidad posible; alumnos irresponsables que jamás tienen que rendir cuentas de sus fracasos, ni siquiera parcialmente. Si la escuela prelogsiana funcionó bien fue, precisamente, porque el maestro y el padre tenían autoridad y, además, se enseñaba al niño a saberse responsable de las notas que sacaba y de su conducta dentro de clase. Despeñadas y desdeñadas estas dos condiciones esenciales, es imposible crear una escuela de calidad.

    Saludos

    Raus

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