Para Ferrancab, con sincero aprecio
A Leo Strauss ciertamente no le caía bien Popper. Cuando este último visitó la universidad de Chicago en 1950 para, supuestamente, dar una conferencia, Strauss se puso en guardia. Inmediatamente le escribió a Voegelin: “¿Puedo pedirte que me manifiestes tu opinión sobre Popper? Dio una conferencia aquí sobre el objeto de la filosofía social que fue más que despreciable (…) la más completa incapacidad de pensar racionalmente. Era muy mala.”
Los separaba de manera radical la interpretación de la democracia ateniense y para ninguno de los dos era éste un tema meramente histórico, sino que formaba parte del núcleo duro de su filosofía. Popper es heredero de la tradición historiográfica que inició en Gran Bretaña Grote, miembro activo de
Para Strauss, sin embargo, la filosofía política nace en Atenas con la reflexión platónica sobre la muerte de Sócrates. Su Platón es heredero del de Alfarabi.
Pero el disgusto de Strauss con Popper escondía algo más, algo tan prosaico como las rencillas profesionales. Sospechaba que no había ido a Chicago solamente a dar una conferencia, sino que su verdadero propósito era conseguir una plaza docente. Hizo cuanto pudo para cerrarle el paso.
En su correspondencia con Voegelin no se ahorra adjetivos para despreciarlo. Lo tiene por un positivista tan engolado como incompetente. “No concibo que un hombre así sea capaz de escribir algo digno de ser leído”. La opinión de Voegelin no fue más favorable. Despreció con palabras muy duras “La sociedad abierta y sus enemigos” y, especialmente, la diferencia entre “sociedad abierta” y “sociedad cerrada”, por entender que Popper la había tomado frívolamente de “Les Deux Sources de la morale et de la religión”, sin comprender el significado religioso que tenían en Bergson. “Si la teoría de Bergson sobre la sociedad abierta es histórica y filosóficamente sostenible (cosa en la que creo), entonces la idea de la sociedad abierta de Popper es basura ideológica”. Aunque Voegelin le pide a Strauss discreción con el uso de esta carta, deja bien claro que “sería faltar al deber profesional apoyar este escándalo [es decir la concesión de un puesto docente a Popper en Chicago] con el silencio”.
Strauss hizo el uso que creyó adecuado de esta carta, mostrándosela a quienes tenían competencia para decidir sobre la cuestión. “Usted ayudó a evitar un escándalo”, le agradecerá a Voegelin en una carta posterior.
Como podéis ver, sigo con la zoosofía.
Un honor, muy agradecido
ResponderEliminardice el autor de la bitácora:
ResponderEliminarYo creo que [Popper] sólo vendía humo. Lo que pasa es que él no lo sabía.
Popper tiene la misma relación con la filosofía que los propagandistas católicos con la teología o un manual de campaña electoral con la filosofía política.
Cuánto dolor destilan esas palabras! Igual que las de Strauss.
Lean a ambos y saquen sus propias conclusiones.
Y si no, al menos lean estos dos artículos de Mark Lilla sobre Strauss, tampoco exentos de cierto dolor pero con mucho mayor contenido de información sobre el personaje del que aquí se ha ofrecido nunca.
(Clichés aparte).
Mi veredicto es claro: gracias Popper, por escribir claramente y con verdad (sí, sí).
Ahora sí, no dejen de leer algo de Strauss directamente, no de sus pretendidos admiradores. Es ciertamente muy instructivo e interesante.
Saludos cordiales a todos.
Extraño pero interesante post. De Strauss no leí nada, sé que recientemente se editaron unos textos suyos en castellano.
ResponderEliminarPopper me parece muy interesante aunque creo que su pensamiento político es demasiado reduccionista. Y su escrito de vejez "El mundo de Parménides", anacrónico, osado e insostenible en muchos aspectos.
No obstante, es un autor que me hace pensar mucho. Yo creo que lo hubiera querido tener cerca, aunque no fuese más que para criticarlo.
Un abrazo
Ferran: Nada, a mandar, la pista de “Les Deux Sources de la morale et de la religión” es interesante.
ResponderEliminar¡Coño, Anbtonio, a ver si no voy a poder criticar a Popper sin tener que ir a un terapeuta emocional!
ResponderEliminarLuc: Me atrevo a decir, sin que me duela nada, que Popper como Isaiah Berlin son más dos eventos de la historia política del siglo XX (especialmente de la propaganda de la Guerra Fría) que de la historia de la filosofía.
ResponderEliminarBueno, "dos eventos de la historia política del siglo XX" hace mayor justicia.
ResponderEliminarNo es estrictamente necesario ir siempre de original por la vida nada más que para epatar.
Y claro que puede criticar a quien quiera don Gregorio, de nuevo me estaba entendiendo mal. Yo me tomo la misma libertad, aunque procuro ser menos gratuito.
Permítame despedirme parafraseándole con medida equidad: Yo creo que usted tiene una úlcera. Lo que pasa es que no lo sabe.
Saludos.
La mala follá (en términos granadinos) de Strauss era antológica, pero justificada. Efectivamente, 'evento de la historia política'. Lo que por otro lado no es poco. Me permito linkar un texto de un querido colega sobre straussianos y antistraussianos:
ResponderEliminarhttp://www.ucm.es/BUCM/revistas/cps/15784576/articulos/FOIN0707110137A.PDF
Un abrazo dominicial
Ángel
Ángel: Muchas gracias. Me acabo de imprimir el texto. Las obras a que hace referencia las conozco y de hecho las tengo aquí al lado. Será interesante comparar mi lectura con las del autor del artículo.
ResponderEliminarUYYYYYY,se encuentran bien así,con todos esos líos?
ResponderEliminarBueno, no sé si Popper o Berlin venderían humo, pero hay sahumerios que son salutíferos, y hay substancias que sólo muestran sus verdaderas propiedades cuando se queman, y no me refiero precisamente al incienso.
ResponderEliminarDe todos modos siempre será mejor vender humo a expresionismo abstracto. Reconozco que como cerdo positivista y adepto analítico nunca podré entender la filosofía como un maestro iluminado rodeado de sus incondicionales que le rinden pleitesía y ejercen de banda protectora del núcleo mientras el maestro ignora los ataques y deja que sus muchachos se encarguen de la chusma. De ahí a la secta Moon, un paso, aunque hay casos como los orteguianos o heideggerianos que sobrepasan ampliamente el estatus de secta destructiva (de neuronas) en ocasiones. Cada vez que oigo hablar de "don José" o de las epifanías que tienen algunos al saber cómo le gustaba o dejaba de gustar el vino a don Martin, exactamente calcadas a las tonterías de los opusinos con el Padre Fundador, realmente me vengo abajo.
Llegamos entonces a la inconmensurabilidad, o problema de principio. Si para entender a Strauss hay que se straussiano de quinto nivel y si para entender la fenomenología hay que utilizar el método fenomenológico, entrar en una escuela determinada es una cuestión de fe como quien se hace masón y cree que es serio que un señor adulto puede andar por ahí iniciándose con el pernil izquierdo desnudo y lucir faldellines.
Eso sin contar que cada uno en estos casos cada uno tiene lo que se merece, y si no se quiere que a uno lo malinterpreten ni lo lean por lo torcido puede empezar por dejarse de secretismos, discípulos amados y "es que yo al pan lo llamo zusf y al vino, ñolo". Efectivamente, Popper era un mal filósofo, un filósofo plebeyo: hablaba claro y para que lo entendiese todo el mundo. Más le valía: trabajar en una disciplina donde tus compañeros de viaje son Russell y amigos no te permite ciertas alegrías. Si hablas claro y metes la pata, te pillan. Hay que ser tonto: es mucho mejor y más divertido buscar indefinidamente en una habitación a oscuras un gato negro que probablemente ni siquiera está allí.
Super: Totalmente de acuerdo en que la beatería es siempre opuesta a la filosofía. El que utiliza el reclinatorio para leer al maestro ha confundido la Academia con una capilla.
ResponderEliminarEl problema es si el positivismo o la filosofía analítica nos muestran verdaderamente la auténtica superficie de las cosas.
Si no somos platónicos (aunque podamos ser platonistas) no podemos refugiarnos en ninguna realidad en sí más allá de la superficie, ni tan siquiera en la del lenguaje.
Y lo que sospechaba Strauss es que la reducción positivista o analítica de la complejidad de la realidad no era suficientemente respetuosa con los hechos.
La propuesta de Strauss no es la oscuridad, sino la recuperación de la ingenuidad.
Un dato más, Super. Strauss criticó en profundidad "The liberal temper in greek politics" de Havelock (mencionado en esta entrada) en un ensayo titulado "El liberalismo de la filosofía política clásica" pero no hizo lo propio con "La sociedad abierta y sus enemigos".
ResponderEliminarEn lugar de eso se rebajó a la oscura intriga de pasillos que nos relata Gregorio Luri (¡por dos veces!), sin percatarse de la estampa que ofrece de su estimado profesor.
Ese es Leo Strauss.
Obviamente no existe el paralelo en el caso de Popper.
No es que no lo necesitara, que tampoco, es que no era así.
Strauss tiene, no obstante, el dudoso mérito de ser considerado el padre de una (nueva) rama esotérica de la pedagogía filosófica.
Pues vale. Y si no fuera por algunos de estos denominados neocon (tal vez a pesar del propio Strauss, esto es discutible) ni siquiera nadie lo recordaría hoy, más allá de un círculo muy minoritario.
Es en este contexto en el que considero que no carece de interés leer a Strauss quien, sin duda, debió ser un profesor de mucho talento.
Historias de animalitos trepadores.
ResponderEliminarLos Análisis nunca son respetuosos con los Hechos
porque los Hechos andan delante, esquivan baches, y en movimiento evolucionan imperceptiblemente, y les da el sol del mañana y de la tarde, los Análisis, como los japoneses, lo fotografían todo, menos el aire, el olor, la sensación, y el contexto, incluso una cámara y otra dan distinta luz de la misma foto.
Un Análisis, es como una película hecha con tan sólo unos pocos fotogramas,
vamos digo yo.