Buscar este blog

domingo, 28 de septiembre de 2008

La filosofía: entre la lechuza y el gallo

Podría decirse que la filosofía del siglo XIX se mueve entre la melancolía de Hegel, que descubre que la lechuza de Minerva siempre llega tarde, y el proyecto de la izquierda hegeliana de convertir esta lechuza en gallo. Pero éste era un proyecto plagado de equívocos pues, como ya había advertido un sabio calagurritano, Quintiliano, “gallus” tanto puede significar “gallo” como “galo” o “castrado”. Demasiada polisemia. Pero quizás las utopías se construyen a golpes de polisemia. Podríamos añadir a esta lista de equívocos relacionados con el gallo la palabra “cocktail”, pues alguien me contó -no sé si con fundamento- que su origen no es otro que “cock-tail”.


El gallo aparece, como era de esperar, en la obra principal de Marx, El Capital. Don Carlos recurre a un poeta griego contemporáneo de Cicerón para ilustrarnos sobre las esperanzas que despertó el primer maquinismo.

"Antíparos saludaba la invención del molino de agua para moler los granos, esta forma elemental de todo el maquinismo productivo, como la aurora de la emancipación de las mujeres esclavas y el retorno de la edad de oro”

La imagen es recogida posteriormente por el yerno de Marx, Paul Lafargue en El derecho a la pereza”:

“(Antíparos) cantaba en los siguientes términos la invención del molino de agua (para la molienda del trigo), que venía a libertar a las mujeres esclavas y a traer la edad de oro: “¡Ahorrad el brazo que hace girar la piedra, oh, molineras, y dormid tranquilamente! ¡En vano os advierta el gallo que es de día! Dánae ha impuesto a las ninfas el trabajo de las esclavas; mas ahí las tenéis saltando alegremente sobre la ruda; y he ahí el asta sacudida que gira sus rayos haciendo dar vueltas a la pesada piedra. Vivamos de la vida de nuestros padres y gocemos contentos en la pereza los dones que la diosa concede.”

“Pero, ¡ay! –se lamenta Lafargue-, los ocios que el poeta pagano anunciaba no han llegado todavía". Las razones del retraso ya las había explicado Marx, al apuntar que los paganos no habían comprendido “que la máquina es el medio más seguro para prolongar la jornada laboral”.


Encontramos, que yo sepa, una referencia más al gallo en las obras de Marx. Se encuentra en la introducción a La crítica de la filosofía del derecho de Hegel:

“Así como la filosofía encuentra en el proletariado sus armas materiales, el proletariado encuentra sus armas espirituales en la filosofía y tan pronto como la chispa del pensamiento haya cundido en este terreno ingenuo del pueblo, se llevara a cabo la emancipación de los alemanes a hombres. . . La filosofía no se puede realizar sin la superación del proletariado, el proletariado no se puede superar sin la realización de la filosofía. Cuando se cumplan todas las condiciones internas, el canto del gallo galo anunciará el día de la resurrección de Alemania”.
Es decir la revolución que Alemania necesitaba no era una revolución burguesa, sino una revolución proletaria como, a su parecer, se estaba anunciando en Francia.

Pero hay también en la filosofía moderna un gallo que canta tanto contra la lechuza de Minerva como contra el gallo marxiano:

“Tratan de morderme porque les digo: para gentes pequeñas son necesarias virtudes pequeñas - ¡y porque me resulta duro que sean necesarias gentes pequeñas! Todavía me parezco aquí al gallo caído en corral ajeno, al que picotean incluso las gallinas; sin embargo, no por ello me enfado yo con estas gallinas”.

Es el gallo de Zaratustra, que no es heraldo de ningún nuevo sistema filosófico, sino que sólo se anuncia a sí mismo:

“Mi propio precursor soy yo en medio de este pueblo, mi propio canto del gallo a través de oscuras callejuelas”.

“Una mañana, no mucho tiempo después de su regreso a la caverna, Zaratustra saltó de su lecho como un loco, gritó con voz terrible e hizo gestos como si en el lecho yaciese todavía alguien que no quisiera levantarse de allí; y tanto resonó la voz de Zaratustra que sus animales acudieron asustados, y de todas las cavernas y escondrijos que estaban próximos a la caverna de Zaratustra escaparon todos los animales, - volando, revoloteando, arrastrándose, saltando, según que les hubiesen tocado en suerte patas o alas. Y Zaratustra dijo estas palabras: ¡Sube, pensamiento abismal, de mi profundidad! Yo soy tu gallo y tu crepúsculo matutino, gusano adormilado: ¡arriba!, ¡arriba! ¡Mi voz debe desvelarte ya con su canto de gallo! ¡Desátate las ataduras de tus oídos: escucha! ¡Pues yo quiero oírte! ¡Arriba! ¡Arriba! ¡Aquí hay truenos bastantes para que también los sepulcros aprendan a escuchar! ¡Y borra de tus ojos el sueño y toda imbecilidad, toda ceguera! óyeme también con tus ojos: mi voz es una medicina incluso para ciegos de nacimiento”.

En este “óyeme también con tus ojos” resuena un verso de Quevedo que propone “escuchar a los muertos con los ojos”. Recientemente ha servido de título a un libro de Roger Chartier que se se puede encontrar por las librerías.


El gallo vuelve a aparecer en El crepúsculo de los ídolos, cuando Nietzsche nos cuenta cómo el “verdadero mundo” terminó por devenir una fábula” y desmenuza la que para él es la historia de un error.

  1. El mundo verdadero es accesible al sabio, al piadoso, al virtuoso; éste vive en él, es este mundo. (Forma más antigua de esta idea, relativamente sabia, simple, convincente. Es una trascripción de la frase “yo”, Platón, “soy” la verdad).
  2. El mundo verdadero no es accesible hoy; pero es prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso (“al pecador que hace penitencia”). (Progreso de la idea: se hace más sutil, más insidiosa, más inaprensible, se hace femenina, se hace cristianismo).
  3. El mundo verdadero es inaccesible, indemostrable, no prometible; pero ya, por el hecho de ser pensado, es un consuelo, una obligación, un imperativo. (En el fondo es el viejo sol; pero se transparenta a través de la neblina y del escepticismo; la idea se ha hecho sublime, pálida, nórdica, “konigsberguiana”).
  4. ¿El mundo verdadero es inaccesible? En todo caso, no hemos tenido acceso a él. Y no habiendo tenido acceso a él, es desconocido. Por consiguiente, no puede servir de consuelo, no puede ser liberador, no puede obligar; ¿qué obligación podría imponernos una cosa desconocida...? (Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo).
  5. El “verdadero mundo” es una idea que ya no es útil para nada, ni siquiera impone obligaciones; es una idea que se ha hecho inútil y superflua; por consiguiente, una idea refutada; eliminémosla. (Día claro; desayuno; vuelta del buen sentido y de la serenidad; púdico rubor de Platón; caso endiablado de todos los espíritus libres).
  6. Nosotros hemos sorprendido al verdadero mundo; ¿qué mundo ha quedado? ¿Acaso el aparente...? Pero no. ¡Con el verdadero mundo hemos suprimido también el mundo aparente! (Mediodía; instante de la sombra más corta; fin del larguísimo error; punto culminante de la humanidad; incipit Zaratustra).

Pero Zaratustra, como acabamos de ver, también viene acompañado por el canto del gallo.


Más sobre el gallo y la filosofía:


El gallo del abate Damián

De gallos y filósofos

La academia de Platón

5 comentarios:

  1. Entrada magistral, Gregorio. Creo que las esperanzas de Antíparos se han cumplido, aunque lamentablemente no para todos. E incluso para esos pocos que se ha cumplido la felicidad imaginaria de la edad de oro no es comparable a la felicidad del ocio posmoderno que deviene en angustia y en soledad activas.

    Abrazo

    ResponderEliminar
  2. ei hem creat un bloc per denunciar que espanya no t'estima


    espanyanotestima.ppcc.cat


    visitans!

    ResponderEliminar
  3. Senyor/a/s/es: Potser esperaré una mica a visitar-los.
    I, per cert, quan pensen crear un bloc per denunciar que els catalans tampoc semblen estimar-se gaire a ells mateixos?

    ResponderEliminar
  4. No sé a cuento de qué la palabra filosofía en lo que ha escrito.

    ResponderEliminar
  5. Lo veo ultimamente muy rebelde, don Tumbaíto. Y así me gusta.

    ResponderEliminar

22 de diciembre

 I Se mire como se mire: el 22 de diciembre debiera ser la fiesta nacional de España. Nada nos une más que la lotería de navidad. II Esa ale...