De repente topo con un dato. Me doy cuenta de su singularidad. Lo subrayo y lo conservo en el apartado de los datos singulares. Pero lo hago con plena consciencia de que no sé interrogarlo y eso le sienta fatal a mi narcisismo filosófico. Actúo como un coleccionista de excentricidades. Pongamos por ejemplo el dato de que en la Biblia no hay una palabra que sea equivalente a la palabra griega "physis" (naturaleza). Supongo que eso debe querer decir algo, pero no sé cómo hacerle hablar al dato y lo memorizo sin extraerle ningún jugo. Esta irreductibilidad del dato, que no se deja integrar en algo más amplio, como una teoría, es la señal del fracaso del filósofo. Me he visto abocado mil veces a esta frustrante sensación de topar con el encorsetamiento de mis límites. De hecho voy cargado de datos que se ríen de mí, señalando con su risa esos límites. Pero lo que más me inquieta no es eso, sino la sorpresa de que, sin comerlo ni beberlo, de repente, a la vuelta de una esquina cualquiera, me asalta con toda nitidez la pregunta adecuada y entonces veo el dato como lo que es, un índice de algo que lo trasciende. "¿Qué necesidad tenían los hebreos de la phýsis si poseían un dios que se autoproclamaba "yo soy el que seré"? Apunto inmediatamente la pregunta y comienzo, finalmente, el debate conmigo mismo. Un debate que se articula sobre el fondo de la perplejidad: "¿Qué demonios hay en mí que me va escribiendo a su capricho las preguntas?"
El yo no es sólo la síntesis de mis relaciones con el mundo. Es también la síntesis de mis relaciones con lo daimónico.
Otro dato sin pregunta: En Heidegger no aparecen ni una sola vez ni "Jesús" ni "Cristo".
El yo no es sólo la síntesis de mis relaciones con el mundo. Es también la síntesis de mis relaciones con lo daimónico.
Otro dato sin pregunta: En Heidegger no aparecen ni una sola vez ni "Jesús" ni "Cristo".
Intuyo que Merleau-Ponty sería un buen interrogador de ese último dato.
ResponderEliminarNo me atrevería a afirmar con toda rotundidad la veracidad del segundo dato, don Gregorio. Sobretodo porque en la primera página de "Wozu Dichter?", dentro de 'Holzwege', es puede leer lo siguiente:
ResponderEliminar"Das Wort ("... und wozu Dichter in dürftiger Zeit?") meint hier das Weltalter, dem wir selbst noch angehören. Mit dem Erscheinen und dem Opfertod Christi ist für die geschichtliche Erfahrung Hölderlins das Ende des Göttertages angebrochen. Es wird Abend. Seitdem die "einigen drei", Herakles, Dionysos und Christus, die Welt verlassen haben, neigt sich der Abend der Weltzeit ihrer Nacht zu."
Se puede argumentar que aquí Heidegger está hablando en nombre de Hölderlin, naturalmente, y que Cristo no juega un papel importante en el resto del texto, pero la palabrica está ahí...
Bienvenido a mi mundo.
ResponderEliminarComo ando todavía dándole vueltas a lo de los 31 años -soy lento de reflejos y muy español (sólo por lo de la envidia)- quisiera constatar que las grandes experiencias vitales se hallan detrás de las fórmulas teoréticas más logradas.
ResponderEliminarPor ejemplo,¿puede alguien no escribir lo siguiente:
Me he visto abocado mil veces a esta frustrante sensación de topar con el encorsetamiento de mis límites
si se ha pasado el viaje de novios en una tienda de campaña como la descrita en el post anterior?
Lacasaenobres: Tiene usted razón. El dato ahora ha cambiado su perfil, pero continúa siendo intrigante.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Con frecuencia pienso, lo digo sinceramente, que lo mejor de este blog son ustedes.
Angel: Acaba usted de enfrentarme a mi biografía intelectual.
ResponderEliminar:)
ResponderEliminarCarlos Suchowolski recoge en otro lugar mi pregunta: "¿Qué demonios hay en mí que me va escribiendo a su capricho las preguntas?"
ResponderEliminarY la contesta así: "La febril imaginación que persigue el adaptr/adaptarse para continuar "aquí", donde se ha "aparecido de repente". Contesto aquí como tributo a lo esotérico y para no hacer demasiada publicidad de mis tesis, je... "
Carlos, claro, pero entonces la llave de mis razonamientos la guarda "la loca de la casa", que decía Santa Teresa.
Entonces... ¿ya has dado con la respuesta a tu pregunta o sólo sería una hipótesis?
ResponderEliminarBueno, debo aclarar para no otorgar: la imaginación no es más locura que la de los estados "normales" (o "normalizados").
Y ahora... bye bye bye, que me piro a lontananza de vancanza...
(Gregorio, en algún momento posterior a mi regreso, te dedicaré un post de los que a tí te gustan, con bastante-bastante Strauss: es de los que tengo a medias y de los últimos que aparecerán allí)
Y de nuevo: bye bue bye... que tú también la pases muy bien con nieto y todo.
Crlos: Estoy atravesando la canícula con Strauss en una mano y Robert Musil en la otra. Lo intuía, pero ahora lo compruebo en cada página de "El hombre sin atributos": dicen, básicamente, lo mismo.
ResponderEliminarLa loca de la casa...cúanto más hermoso y familiar es ésta hermosa mujer que eso del daimon. Y qué espanto que a esa irreductibilidad del dato le hayan llamado con un nombre tan atroz como la "facticidad" esos horrendos filosofos alemanes.
ResponderEliminarY ni siquiera dato es una palabra que merezca la pena.También es atroz y de laboratorio.Cosa o "noticia" sería suficiente para una mística castellana comme il faut.
Me ha emocionado su post de hoy.
Dhavar: Tengo a todo Ortega aquí delante, para leerlo por orden cuando tiempo y recuperar el lenguaje castellano.
ResponderEliminarGracias.
Gregorio, como va. El otro día se me cruzo un pensamiento que quizás, esté relacionado. El decálogo es la síntesis perfecta de todo lo que hay de naturaleza en el hombre. Que desde el primer momento, se barra de la faz de la tierra la naturaleza, hace innecesario el nombre. Llegue a partir de lo siguiente, en nombre de qué o quién hacían los judíos la guerra. Por tonta que parezca no es fácil contestarla. La idea política moderna y no tanto ya está ahí.
ResponderEliminarAro: Es una alegría verte por aquí. Respecto al decálogo: Me costó mucho entender el uso del condicional en Strauss. Por ejemplo cuando dice: "Si el relativismo es verdadero, entonces el canibalismo es un asunto gastronómico", no demuestra la imposibilidad de afirmar el antecedente.
ResponderEliminarLa defensa del derecho natural (que no hay que confundir en Strauss con al ley natural) implica una afirmación del "nomos" o de la necesidad del "nomos" para mantener cohesionado a un pueblo. Tiene presente el "nomos" griego, pero también la ley judía (la torah) y la musulmana (sharia). En el Nuevo Testamento habría tenido lugar la sustitución del derecho natural por una ley que habita en el corazón y que anima a amar al prójimo. Aquí se encontraría el fundamento de la moderna sustitución de "la ley" por un sistema legal formal basado en los derechos del hombre, que en lugar de obligaciones sociales establecen derechos individuales.
La ley (el nomos) tiene tan presente a la naturaleza que impone su olvido para hacer posible la emergencia del animal social. La modernidad, por el contrario, simplemente habría olvidado la naturaleza.