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domingo, 7 de septiembre de 2008

El perro de Descartes

Tras la perra de Malebranche, toca hablar ahora del perro de Descartes.

Descartes tuvo un perro al que llamaba “Monsieur Grat”. Como “gratter” significa en francés rascar o arrascar, quizás pudiéramos traducir su nombre por “Señor Malaspulgas”. No sé. Lo que si sé es que se desprendió de él en febrero de 1648, cediéndoselo a una amiga parisina, Claude Picot.

Sospecho que hay que ver este gesto de desprendimiento como una muestra de aprecio, ya que a Descartes le gustaba practicar la vivisección con perros, como se puede ver en el siguiente pasaje de su “Descripción del cuerpo humano”:
“Si seccionamos el extremo del corazón de un perro viviente, y a través de la incisión insertamos el dedo en una de las concavidades, sentiremos claramente que el corazón presiona el dedo cada vez que se contrae, y deja de presionarlo cada vez que se dilata”.

De ahí que sospeche que Descartes estaba alejando la tentación de sí cuando se despidió del “Señor Malaspulgas”.

Descartes habla de perros en dos ocasiones más. En el “Tratado de las pasiones del alma” sugiere que si es posible adiestrar a los perros de caza para que no teman el estruendo de las armas de fuego, también se podría hacer lo mismo con los seres humanos. En la segunda referencia encontramos la primera descripción conocida del fenómeno del reflejo condicionado. Se encuentra en una carta a Mersenne de 18 de noviembre de 1630, donde explica que si se azota varias veces a un perro mientras se interpreta una pieza musical con un violín, al poco tiempo bastará el sonido del violín para que el animal tiemble de miedo.

A Descartes le gustaba hablar de lo que había experimentado directamente. Sabemos que acostumbraba a ir de caza con su amigo Van Zurk. Por lo tanto es probable que también experimentara el castigo del violín.

11 comentarios:

  1. En catalán al perro se le llamaría "el gratador" que grata.
    Pero hablando de canes filosóficos y no de Kínicos, me acuerdo del perro de Pitágoras de quien dice D.Laercio que viendo como castigaban cruelmente a uno de ellos, dijo: "deteneos, es uno de mis amigos difunto que se reencarnó en este perro".
    Pero profesor, ¿a dónde quiere llevarnos con estas fábulas sobre almas, animales y humanas?

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  2. Pues no tengo ningún proyecto trascendente con la zoosofía. Simplemente comencé a estirar del hilo y he encontrado un filón de anécdotas que, en algunos casos, quizás puedan esconder alguna categoría. Pero la pretensión principal es la diversión.

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  3. Benvolgut amic Luri... a aquestes alçades encara no sap que l'ordre és una cosa que a mi em fa venir picors?

    Una forta abraçada i gràcies per ser-hi tot aquest temps.

    cordialment,

    M

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  4. Estimado Gregorio:
    Independientemente del fin lúdico que le adjudica a estos escritos, creo que ellos ponen algunos temas en juego muy interesantes. A mí se me vienen a la mente dos que los comparto con Ud. y sus lectores:

    1. El debate sobre los derechos de los animales.
    2. La posibilidad de un vínculo entre la crueldad hacia los animales y la crueldad hacia los hombres.

    Un abrazo

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  5. Subal: ¡Ay, don Súbal, qué mala cosa es la orfandad!

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  6. Luc: La imaginación es imprescindible para el filósofo. Fíjese usted la que armó Platón con la alegoría de la caverna...

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  7. Eso lo hacía el señor Descartes con los perros porque con los gatos, ya se sabe, es casi imposible.
    Más amable es el libro de Elizabeth von Arnim "Todos los perros de mi vida" que es un libro de memorias de los perros que tuvo esta señora que, entre otras cosas, fue cuñada de Bertrand Russell.
    Y otra cosa: hemos iniciado una nueva aventura bloguera e invitamos a todo el mundo a visitarla: Micro Blog.

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  8. Comparto totalmente que la imaginación es fundamental no sólo para el filósofo sino para el ser humano. Por ello llevo estudiando ya hace 5 años el fenómeno de la utopía.
    No obstante, no entiendo qué me quiso decir.
    Perdone mi falta de imaginación, pero no logro unir en ningún mundo posible como su enunciado responde a mi sugerencia.

    Un abrazo

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  9. Luc: Simplemente quería resaltar lo que usted decía en el comentario anterior, que no hay anécdota de la cual el filósofo no `pueda extraer alguna categoría.
    Siempre he pensado que el árbol de Porfirio era una buena metáfora del saber, pero no tanto por lo que nos ofrece de imagen del orden de los seres, sino porque nos permite saltar de rama en rama, creando analogías.

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  10. Gracias por la aclaración y perdone si fui pedante o soberbio.

    Un abrazo

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  11. Luc, esto es un café, no una cátedra y, por lo tanto, bien venidas sean las discordancias y los diferentes estados de ánimo.

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