jueves, 2 de enero de 2020

La rumpología

I
Una utopía razonable: la Navidad en un convento de clausura. Comidas frugales y poco sofisticadas, agua fresca para beber, largas meditaciones por el claustro, leer, ir a la iglesia a seguir en silencio contemplativo el sigiloso pábulo de la llama de la vela, regularidad a la hora de dormir y levantarse... Y ninguna noticia del mundo.

II
He ido al cine con los nietos. Jumanji. Insoportable, a pesar de los nietos. No soporto los diálogos anodinos, las secuencias previsibles, las gracias de recetario... en definitiva, el llamado cine familiar. Me estoy convirtiendo en un viejo cascarrabias. Y comienzo a sospechar que a mis nietos eso no les desagrada del todo. Me toman como el complemento adecuado de la abuela.

III
El descubrimiento del día: la rumpología. Nuestro tiempo es fascinante. Si se empeña, acabará haciendo de la ridiculez una obra de arte. Todos vivimos ya en Las Vegas.

IV
Leo titulares que hablan de posnacionalismo y de buscar respuestas técnicas y no ideológicas a los problemas políticos, y me digo que Gonzalo Fernández de la Mora es el ideólogo de la actualidad española.

V
El electorado español premia las buenas intenciones. Y la síntesis de nuestras buenas intenciones es el diálogo. ¡Pobre del partido que pueda ser acusado de negarse a dialogar! No ser dialogante es lo peor de lo peor. Yo no tengo mucha fe en los resultados de un diálogo honesto. Sospecho que las condiciones de posibilidad del diálogo no son dadas por el diálogo y, por lo tanto, tampoco las condiciones de posibilidad de su éxito, y que si es, de verdad, honesto, lo máximo que nos suele ofrecer es una mayor claridad de las diferencias, que no es poca cosa. Pero lo que la gente quiere es que se dialogue. Cree haber encontrado en el diálogo la desdramatización de la política o, al menos, como diría alguno, la neutralización del enfrentamiento. "Política es hablar", nos repiten los abanderados del diálogo. Y tengo que reconocer que llevan razón en algo: mientras se dialoga, remamos, y el barco se mantiene a flote. Eso sí, mejor no preguntar por el rumbo. Pero lo realmente importante es señalar al excluido del diálogo, porque ese es el culpable.

1 comentario:

  1. En el cine cada vez me sitúo en asientos más adelantados, la razón principal no es la vista, que también, sino las pantallitas de los móviles que me ponen cardíaco. Vamos, que soy un espectador a la defensiva.

    En cuanto al diálogo, tenía Marías un principio de tanta utilidad como poco uso en política: no intentar contentar a los que no se van a contentar. Los hay que lo piden todo y advierten de que no van a renunciar a nada. Pues adiós.

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