Mi nieto Bruno, curioseando entre mis libros, se sorprende mucho de que tenga uno titulado ¿Por qué a los niños no les gusta ir a la escuela?
- ¿Quién ha escrito esto? ¡Vaya tontería!
- ¿Por qué es una tontería?
- Porque para saber la respuesta se lo podían preguntar a cualquier niño.
- ¿Y por qué crees tú que a los niños no les gusta la escuela?
- Porque pensar cansa.
Qué majo (¡y qué sabio!). A mí una de las cosas que más me pesaba de la escuela era la falta de libertad. En verano, cuando iba al pueblo, era feliz. Jamás eché de menos cualquier otro tipo de vacaciones. Y si algo me resultaba atractivo de la edad adulta era alcanzar la libertad plena (ingenuo de mí). La escuela era el reino de la obediencia, los exámenes, los horarios...
ResponderEliminarPero volviendo a Bruno, es verdad, pensar cansa. Por eso un gran pensador como fue Ortega decía que la caza eran unas vacaciones de civilización. Y yo, que no soy cazador ni me gusta la caza, a veces también necesito unas vacaciones de civilización, como aquellas de mi infancia rupestre, con mi cuadrilla, haciendo hogueras, trepando a ver los nidos, saltando de piedra en piedra para cruzar el río Ribota con sus aguas estancadas pobladas de renacuajos escurridizos.
Un abrazo
Hay -o había- un pueblo en África que llamaba al pensamiento "el azote de la vida". Es lo que creyço descubrir Rousseau con aquello de que el hombre es un animal enfermo.
ResponderEliminarYo también quería ser "mayor" para no tener que ir a la escuela.
El prólogo a los 20 años de caza mayor del Conde de Yebes es el texto son el que yo me quedaría si tuviera que elegir sólo uno de Ortega.