"Las ejecuciones tenían lugar en las bodegas del Hotel Colón y los cadáveres eran quemados más tarde en la sala de calderas del sótano" (Julián Gorkin).
"Muchos de los seleccionados para su liquidación eran atraídos hasta el edificio que contenía el crematorio y asesinados allí mismo" (Archivo Mitrojin).
Todo eso, ¿antes o después del 26 de enero de 1939?
ResponderEliminarUna de las personas implicadas en estas fechorías fue Alfred Herz, cuyo "servicio" fue desmantelado en julio de 1937.
EliminarSupervisados por el mismísimo Orlov, que murió, al parecer cómodamente instalado, en el infierno USA.
ResponderEliminarEstoy leyendo "El caso Orlov", de Boris Volodarsky: 500 páginas de historias para no dormir. No dejo de pensar en lo contentos y alegres que van los pueblos a las guerras, y lo pronto que las guerras se les escapan de las manos.
EliminarLola, en la p. 275 de ese libro: "Orlov fue nombrado investigador en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan".
EliminarEs un común error el ir a la guerra empezando por el lado equivocado, actuando primero y esperando al desastre para discutir el asunto (Th. I.78.3.)
EliminarNo he leído el libro que citas. Me lo apunto. Era muy culto, al parecer. Y más listo que el hambre. Montó, antes de nuestra guerra, toda la infraestructura de los espías de Cambridge, pas mal. Me da que no creía en nada. El ejecutor.
ResponderEliminarEs que hay gente -algunos- pa to...Que toca quemar cadáveres, pues se queman.
Curiosidades: acabada la carrera, estuve a punto de largarme a la universidad de Michigan, en donde tenía contactos, a hacer algún doctorado. Cuestiones que no vienen al caso, me enraizaron aquí. Fíjate, ahora hablaría inglés (supongo).
El autor parece bien informado y maneja la documentación penúltima disponible (en espera de que un siglo de estos se abran los archivos rusos). Pero la sensación general es deprimente. No es un libro apto para melancólicos. Uno va viendo las manos que iban amasando la tragedia española y su absoluta lejanía del romanticismo del frente. La misma y famosísima foto de Marina Ginestà en el "terrat" del Hotel Colón ha de ser vista pensando en lo que podía estar ocurriendo al mismo tiempo en los subterráneos del hotel... y en el humo que salía de las chimeneas.
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