Cuenta Lafargue que "Muchas veces le oí [a Marx] repetir lo que decía Hegel, el maestro de filosofía de su juventud, 'Hasta el pensamiento criminal de un malhechor es más grandioso y sublime que las maravillas del cielo'"
Ocurre que a Hegel y a Marx la naturaleza les gustaba mucho como idea, pero como realidad concreta la veían... me temo que demasiado concreta. Así que si ese tipo que usted mienta tuvo alguna vez una idea, entonces esa idea fue para Marx más grande que el lago di Garda, por poner un ejemplo.
Recuerdo los desprecios de Hegel hacia la naturaleza> la monoton'ia del siempre repetirse lo mismo, lo rudimentario, la mera exterioridad del esp'iritu... no es de extra;ar que para Marx la naturaleza, consecuentemente, s'olo fuera material de trabajo....
El Hegel maduro no tiene reparos en manifestar claramente su rechazo de la naturaleza, pero el joven Hegel resulta que admira a Rousseau y considera de buen tono manifestar un aprecio rousseauniano por la naturaleza, que en su caso es pura afectación. Borja, no sé cólo lo ves tú, pero a mi me parece que es difícil hacer del marxismo un ecologismo si extraerle previamente la raíz hegeliana y entonces, ¿qué queda de Marx?.
Por lo menos Kant igualaba las cosas: el corazón y las estrellas. Pero había psado un mundo en el paso de Konigsberg a Berlín... De la crítica al sistema y todo eso.
Pero las iguala -me parece- en lo que tienen de sublime y, sin embargo, de forma paradójica, de reglado. La naturaleza, como lo no sometido a control ni a ley, se le cuela -me parece que Heidegger lleva razón- por la puerta de la imaginación. Una mala broma: En el triste final de su grandiosa vida sí que estuvo obsesionado con la naturaleza... de sus intestinos.
No le falta razón. Al fin y al cabo, ¿qué mérito tiene la naturaleza, que obra por pura inercia, incluso cuando se desborda?
Aunque duela, la obra humana siempre merece una mayor reflexión. La obra de un hombre es la obra de todos los hombres. Pero, en cambio, no puedemos (a no ser que se sea seguidor de un chamán) sentir ni empatía ni rechazo por la naturaleza... a no ser que se manifieste en nuestros intestinos. Y aun así, no deja de ser un problema existencial.
Supongo que el tal Txapote estará excluido de la terrenal nómina, ¿no?
ResponderEliminarOcurre que a Hegel y a Marx la naturaleza les gustaba mucho como idea, pero como realidad concreta la veían... me temo que demasiado concreta. Así que si ese tipo que usted mienta tuvo alguna vez una idea, entonces esa idea fue para Marx más grande que el lago di Garda, por poner un ejemplo.
EliminarRecuerdo los desprecios de Hegel hacia la naturaleza> la monoton'ia del siempre repetirse lo mismo, lo rudimentario, la mera exterioridad del esp'iritu... no es de extra;ar que para Marx la naturaleza, consecuentemente, s'olo fuera material de trabajo....
ResponderEliminarEl Hegel maduro no tiene reparos en manifestar claramente su rechazo de la naturaleza, pero el joven Hegel resulta que admira a Rousseau y considera de buen tono manifestar un aprecio rousseauniano por la naturaleza, que en su caso es pura afectación. Borja, no sé cólo lo ves tú, pero a mi me parece que es difícil hacer del marxismo un ecologismo si extraerle previamente la raíz hegeliana y entonces, ¿qué queda de Marx?.
EliminarPor lo menos Kant igualaba las cosas: el corazón y las estrellas. Pero había psado un mundo en el paso de Konigsberg a Berlín... De la crítica al sistema y todo eso.
ResponderEliminarPero las iguala -me parece- en lo que tienen de sublime y, sin embargo, de forma paradójica, de reglado.
EliminarLa naturaleza, como lo no sometido a control ni a ley, se le cuela -me parece que Heidegger lleva razón- por la puerta de la imaginación.
Una mala broma: En el triste final de su grandiosa vida sí que estuvo obsesionado con la naturaleza... de sus intestinos.
No le falta razón. Al fin y al cabo, ¿qué mérito tiene la naturaleza, que obra por pura inercia, incluso cuando se desborda?
ResponderEliminarAunque duela, la obra humana siempre merece una mayor reflexión. La obra de un hombre es la obra de todos los hombres. Pero, en cambio, no puedemos (a no ser que se sea seguidor de un chamán) sentir ni empatía ni rechazo por la naturaleza... a no ser que se manifieste en nuestros intestinos. Y aun así, no deja de ser un problema existencial.