"Así pues, el deseo se lee y declina bajo el modo de la necesidad desesperante. Natural, fundamental y esencialmente, el deseo fabrica al individuo según sus fuerzas y sus potencias, sus leyes y sus normas. El objeto del deseo revela su sujeto indefectiblemente ligado a la mineralidad y a la animalidad de su estatuto. Cada cual llega a ser lo que ya es. Lecciones de los trágicos griegos, lección pindárica, lección, lección de las tinieblas."
Me ha parecido oportuno trasladarle esta cita de la Teoría del cuerpo enamorado ( por una erótica solar), de Michel Onfray. No como Fontaine desde luego, Onfray es también un moralista, antiplatónico. Pretende el hombre una lectura moderna de Epicuro que "permita un arte de vivir y de amar sin sacrificar la autonomía ni la independencia."
Hace unos días compuse un soneto, lo puse en boca de un fauno, que como éste, no se comió una rosca al final, espero que le guste, Gregorio:
Me ha sorprendido el término "Pope-Fig Island", he investigado y al fin he dado con esta aclaración:
papefigue Mot forgé par Rabelais (Pant. IV, 45) pour désigner les hérétiques, ainsi dits parce que l'un d'eux avait fait la figue au portrait du pape.
Vamos, que se había cachondeado del papa delante de su retrato. No parece que tenga relación, pues, con que la mujer del granjero enseñe el "jigo" al demonio.
"Si, por otra parte, aquel al que estáis viendo no es risueño. redondo, ni la tez fresca, no lo dudéis, calificad a ese hombre de papahiguero: Papahigo se llaman la isla y la región donde las gentes antes reíanse del retrato del Santo Padre. Son castigados, nada prospera en ellos, así nos lo ha contado maese Francisco. La isla le fue entonces dada en herencia a Lucifer: ahora es su casa de campo. Hoy se ve correr por toda esta heredad a sus invitados, pobres gentes rudas del pueblo que tienen cola, cuernos y uñas, si los cuadros que vemos no son apócrifos."
De las dos cosas Don Gregorio, pues que el estupor precede al miedo, y éste, a la huida. Este pobre diablo, habiéndose dejado engañar por dos veces, acude a castigar al labriego que se burló, y encuentra a esta chavala( que previamente pactó con el labriego salir en su defensa) esperándole para darle el susto de su vida. Ella se llama Perrette y le dice así al incauto fauno, en el instante anterior al que capta el grabado:
"¡Ah,qué verdugo, qué traidor, qué malvado! ¡Me ha perdido, me ha dejado magullada! En el nombre de Dios, Monseñor, salvaos. A zarpazos, me ha dicho muy irritado que debía pelearse con Vuestra Excelencia, pero al momento y sin ninguna tregua. Para entrenarse el pérfido me ha hecho este arañazo." Al decir esto, al duende ella le enseña...¿Qué? Bueno, algo terrible. El diablo al verlo sintió un pánico horrible y santiguóse, creyó hasta desmayarse: jamás había visto, leído, ni oído que los zarpazos tuviesen esa forma. Y así, tan pronto como apercibióse del grosor y tamaño del agujero puso él una cara tan horrorizada que emprendió la huida, dejando a Perrette. Los vecinos celebraron la derrota de este demonio: no fue en ello el clero de los más tardíos en participar.
Así acaba el relato sobre el que la donosa imagen nos ilustra. Estaré atento, es muy posible que el diablo se salga con la suya. Efectivamente, más sabe por viejo que por diablo, aunque éste, inspirado en Rabelais, se nos jubila joven sin haber catado hembra, me temo.
"Así pues, el deseo se lee y declina bajo el modo de la necesidad desesperante. Natural, fundamental y esencialmente, el deseo fabrica al individuo según sus fuerzas y sus potencias, sus leyes y sus normas. El objeto del deseo revela su sujeto indefectiblemente ligado a la mineralidad y a la animalidad de su estatuto. Cada cual llega a ser lo que ya es. Lecciones de los trágicos griegos, lección pindárica, lección, lección de las tinieblas."
ResponderEliminarMe ha parecido oportuno trasladarle esta cita de la Teoría del cuerpo enamorado ( por una erótica solar), de Michel Onfray. No como Fontaine desde luego, Onfray es también un moralista, antiplatónico. Pretende el hombre una lectura moderna de Epicuro que "permita un arte de vivir y de amar sin sacrificar la autonomía ni la independencia."
Hace unos días compuse un soneto, lo puse en boca de un fauno, que como éste, no se comió una rosca al final, espero que le guste, Gregorio:
http://al-juarismi.blogspot.com.es/2012/03/soneto-de-un-fauno-sin-perspectivas.html
Me ha sorprendido el término "Pope-Fig Island", he investigado y al fin he dado con esta aclaración:
ResponderEliminarpapefigue
Mot forgé par Rabelais (Pant. IV, 45) pour désigner les hérétiques, ainsi dits parce que l'un d'eux avait fait la figue au portrait du pape.
Vamos, que se había cachondeado del papa delante de su retrato. No parece que tenga relación, pues, con que la mujer del granjero enseñe el "jigo" al demonio.
"Si, por otra parte, aquel al que estáis viendo
Eliminarno es risueño. redondo, ni la tez fresca,
no lo dudéis, calificad a ese hombre
de papahiguero: Papahigo se llaman
la isla y la región donde las gentes antes
reíanse del retrato del Santo Padre.
Son castigados, nada prospera en ellos,
así nos lo ha contado maese Francisco.
La isla le fue entonces dada en herencia
a Lucifer: ahora es su casa de campo.
Hoy se ve correr por toda esta heredad
a sus invitados, pobres gentes rudas
del pueblo que tienen cola, cuernos y uñas,
si los cuadros que vemos no son apócrifos."
de El diablo de Papahiguera, Jean de la Fontaine.
No termino de entender si la cara del diablo es de miedo o de otra cosa
ResponderEliminarYo diría que de estupor. Pero el diablo es muy suyo.
EliminarDe las dos cosas Don Gregorio, pues que el estupor precede al miedo, y éste, a la huida. Este pobre diablo, habiéndose dejado engañar por dos veces, acude a castigar al labriego que se burló, y encuentra a esta chavala( que previamente pactó con el labriego salir en su defensa) esperándole para darle el susto de su vida. Ella se llama Perrette y le dice así al incauto fauno, en el instante anterior al que capta el grabado:
ResponderEliminar"¡Ah,qué verdugo, qué traidor, qué malvado!
¡Me ha perdido, me ha dejado magullada!
En el nombre de Dios, Monseñor, salvaos.
A zarpazos, me ha dicho muy irritado
que debía pelearse con Vuestra Excelencia,
pero al momento y sin ninguna tregua.
Para entrenarse el pérfido me ha hecho
este arañazo." Al decir esto, al duende
ella le enseña...¿Qué? Bueno, algo terrible.
El diablo al verlo sintió un pánico horrible
y santiguóse, creyó hasta desmayarse:
jamás había visto, leído, ni oído
que los zarpazos tuviesen esa forma.
Y así, tan pronto como apercibióse
del grosor y tamaño del agujero
puso él una cara tan horrorizada
que emprendió la huida, dejando a Perrette.
Los vecinos celebraron la derrota
de este demonio: no fue en ello el clero
de los más tardíos en participar.
Así acaba el relato sobre el que la donosa imagen nos ilustra. Estaré atento, es muy posible que el diablo se salga con la suya. Efectivamente, más sabe por viejo que por diablo, aunque éste, inspirado en Rabelais, se nos jubila joven sin haber catado hembra, me temo.