martes, 26 de agosto de 2025

El oficio de estilita

Cada vez me resulta más evidente: cuanta más edad tengo, más me cuesta escribir un artículo para la prensa. Admiro profundamente a los que son capaces de escribir varios artículos semanales y todos resultan redondos (el monstruo García Máiquez), pero yo necesito tener la idea esbozada el domingo, para ir trabajándola de lunes a miércoles y enviar el resultado al diario el jueves por la mañana. Nunca la envío completamente satisfecho. Ya sé que el arte de escribir artículos en los medios consiste, entre otras cosas, en la capacidad de ocultarle al lector todo lo que te has dejado en el tintero y, sobre todo, aquella objeción que, callada, pero terca en su inquisición, lanza sobre mi una sombra de decepción.  Quizás la cultura consista en esto, en ocultar las complejidades de la vida para poder creer que hay alguien al mando y, por lo tanto, que podemos distraernos de vez en cuando. Esta noche, en uno de mis desvelos habituales, recordaba cuando era columnista fijo -con doce y trece años- en el periódico escolar. No me resultaba difícil. Al contrario, me divertía. Y cuando me leía, tras la publicación, me sentía la mar de satisfecho. 

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