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jueves, 18 de julio de 2024

Víctima de un celo excesivo

I
Mucho podría hablar de mi incapacidad patológica para gestionar mi propia agenda. Con una frecuencia humillante me presento en el lugar que no es el día que no toca. Como suelo presentarme con días de antelación, la cosa tiene remedio. Pero alguna vez no estoy donde debo estar el día que toca. Como pueden imaginarse eso me hunde en un pozo de vergüenza.

II

Las cosas se complican cuando la agenda ya es, de por sí, complicada, por ejemplo si tengo que hacer un viaje al extranjero donde he de compatibilizar horas, lugares, vuelos, traslados, conferencias, hoteles, personas, temas... Como sé que me lío, intento tener todo lo que necesito en una carpeta específica pero, por mucho que revise todo, siempre hay algún papel que, a la hora de la verdad, no está donde debiera.

III

No es que pierda los papeles. Los papeles están, todos, ahí, pero juegan al escondite conmigo. 

IV

Creo que soy víctima de un celo excesivo. O, mejor dicho, de un celo, que como se sabe muy superior a mi memoria, intenta hacerlo todo con el mayor orden, pero ese orden acaba siendo para mí un laberinto.

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