Ibn Paquda fue un filósofo judío del siglo XI en el que no es nada difícil hallar la huella de Plotino. En su admirable libro Los deberes de los corazones, escrito en Zaragoza hacia el 1080, cuenta que un santo [que en la tradición musulmana es Jesús de Nazaret] pasó con sus discípulos junto al cadáver de un perro en descomposición. Uno de ellos se quejó del hedor insoportable de la carroña y el santo le respondió: «¡Sí, pero tiene los dientes blancos!»
La moraleja es clara: hasta en lo repulsivo puede encontrarse algo digno de alabanza, por lo tanto, conviene acostumbrar a nuestras lenguas a no apresurarse a hablar mal.
Y si el cadáver, no es que tenga los dientes negros, es que no tenga ya ni dientes como será el caso de muchos de nosotros. Entonces qué?
ResponderEliminarA los kynicos les gusta reírse con sus dientes blancos,quizás seaxque son postizos como su ser.
EliminarLo del "vaso medio lleno" nivel Dios.
ResponderEliminar