I
Demasiadas horas ante la pantalla del ordenador. Excesivas... y pico. Tengo la vista resentida, muy cansada. Así que aquí lo dejo, por hoy.
II
Pero antes una reflexión sobre el lenguaje emocional que no estoy seguro de lo que vale, pero que a mí me está costando lo suyo. Digamos que es una reflexión en tránsito... no sé si a la papelera o al libro.
Por razones que ahora no vienen a cuento, he llegado a la conclusión de que las pruebas PISA, especialmente las de matemáticas, evalúan el pensamiento formal de nuestros alumnos que, honestamente, es muy pobre. Son pruebas piagetianas. Esta mañana me preguntaba cuáles son los factores que mantienen a nuestros escolares tan pendientes de lo concreto y tan incapaces de elevarse hacia lo formal. He llegado a la conclusión (provisional) de que uno de esos factores es el lenguaje emocional, tan en boga en nuestras escuelas.
No negaré que los nombres que ponemos a las emociones tienen un componente conceptual/formal. Pero es pequeño y ambiguo, porque en lo formal no cabe el sujeto hablante y en las emociones todo es sujeto, experiencia propia, vivencia. Lo formal es aquello que nos aleja de lo concreto y biográfico y nos dirige hacia la idea (la definición). En el concepto puro de círculo no hay nada mío. Por eso las verdades del objeto supuesto que llamamos círculo se derivan necesariamente de la misma estructura formal de la suposición.
Las verdades geométricas son necesarias, eternas y comunicables en el lenguaje puramente denotativo de la geometría, Pero el dolor que siento ahora es mío y solo mío. Si lo puedo comunicar refiriéndome a un concepto, es porque supongo que la persona a la que me dirijo ha experimentado lo mismo que he experimentado yo y que nuestra común experiencia está recogida en el nombre. Esto quiere decir que lo que entre los conceptos puramente denotativos es transferencia, en los cargados de connotaciones es, como mucho, empatía.
Siento que "me duele tu pecho", le escribe Mme de Sévigné a su hija enferma. Entendemos lo que quiere decir, pero no podemos sentir su dolor. Nuestro pecho no puede sentir el "siento" que Mme de Sévigné siente en el suyo como reflejo del dolor de su hija.
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ResponderEliminar"uno de esos factores es el lenguaje emocional, tan en boga en nuestras escuelas".
ResponderEliminarYo no sé si en las escuelas actuales, porque no las conozco, pero sí que está de boga en la TV, en el cine, en la sociedad entera (ver la prensa). Hay un impudor emocional , un exhibicionismo emocional, una histeria emocional por todas partes que para mí viene de Norteamérica y es una consecuencia más del hiper-capitalismo. ¿Cuántos programas hay en las TVs occidentales que venden las emociones de la gente, sean vencedores o víctimas, que atraen a los telespectadores con despelotes emocionales, strip-teases anímicos, confesiones de todas clases?
Se nota hasta en los montajes de los programas de TV. En los de concursos de cantantes o de músicos jóvenes, por ejemplo, los realizadores cortan constantemente la actuación del cantante o del músico con imágenes del público "en delirio", del público que reacciona exageradamente a cada hecho insignificante que sucede, del público que llora o ríe, que se emociona - parece que obligatoriamente - de todo lo que ve.
La pornografía emocional es un producto fácil de "fabricar" que se vende muy bien. A los jóvenes que caen en la trampa de su consumo, imagino que les cueste mucho menos que a los otros, interesarse por la abstracción y aún más gozar con ella.
Me resuena todo esto, aunque sin ninguna demostración, a la lógica difusa, o lógica borrosa pues algunos la han mal-traducido como pensamiento vago.....
ResponderEliminarNo me hagan caso