Aquilino Duque cuenta en Mano en Candela que en una ocasión Camilo José Cela y Fernando Quiñones, paseando por la ciudad de Cadiz, fueron a parar a la plaza de la Candelaria, donde toparon con la estatua de Castelar. "Al llegar ambos ante el monumento, comentó Camilo: Ahí donde lo ves, le quitó un amante a mi tía la Pardo Bazán."
Le conté la anécdota a Julia Escobar reconociéndole que no tenía ni idea quién pudiera haber sido el amante. Ella contactó inmediatamente con bibliotecarios y archiveros, concluyendo que "según los rumores de la prensa satírica ¡se trataba de Lázaro Galdiano! con quien doña Emilia "engañó" a su por entonces amante titulado, don Benito Pérez Galdós".
¡San Fermín bendito, un navarro! Pero parece que sí. Resulta que el mismísimo Presidente de la Primera república, don Emilio Catelar -para sus enemigos, "Doña Inés del Tenorio"-, andaba por la cincuentena cuando conoció a Lázaro, treinta años más joven. Un producto notable de su relación fue la revista La España Moderna. Y hay que reconocer que don Lázaro era un magnífico ejemplar de Navarro moderno:
Reconozcamos igualmente que nuestro tan denostado siglo XIX fue mucho más complejo -y libre- de lo que habitualmente acostumbramos a suponer.
Y no sólo en el XIX . Me han contado recientemente de un prohombre del tardofranquismo y la Transición , todavía vivo , que por lo visto comparte preferencias con Castelar.
ResponderEliminarQué vida la de Lázaro Galdiano. Menuda sorpresa toda ella. Cuando vaya por Madrid iré a ver su palacio
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