Hace años leí en no recuerdo dónde que un hombre de Waterburg, en Connecticut, se enfrentaba a un divorcio después de que su esposa descubriera que había estado 60 años fingiendo que era sordo sin serlo, para no escucharla. En aquel momento la noticia me hizo gracia. Pero han ido pasando los años y cada uno de ellos se ha llevado un poco de mi capaciad auditiva. Con lo cual en las conferencias, tras dejar claro que yo "oigo poco, pero mal", me permito el lujo de contestar lo que me da la gana a las preguntas que me hacen, las entienda o no. Lo mismo hago con los periodistas y con la gente que se sienta a mi lado por las mañanas en la terraza del Café de Ocata interrumpiendo mi lectura.
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lunes, 17 de mayo de 2021
Las ventajas de la sordera
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Rumiar entre el vértigo
I Mañana luminosa, generosa de luz y placidez. Avanzo por la biografía de Dennett como por un camino amplio, lleno de sugerencias a izquier...
Deje que sigan creyendo que con la edad las personas se van haciendo más libres, más capaces de decir lo que en realidad sienten o piensan.
ResponderEliminarMe has hecho reir no me puedo imaginar que un hombre se haga el sordo en vez desepararse y hacer su vida libre y como la quiera
ResponderEliminarEl poder del que diran
saludos desde Miami