Tengo hambre de rutinas, de las zapatillas que me esperan al pie de la cama al despertarme, de mi ducha, de mi armario de ropa limpia, de la luz que entra por la ventana de mi cuarto, del café de la Plaza de Ocata, de mis dos cerezos y sus cinco cerezas, de mis libros, de estas calles de mi barrio, de mi sofá, de las mil pequeñas cosas que dan forma a mi hogar.
Hoy aparece en El Subjetivo un artículo mío defendiendo la dimensión social del conservadurismo.
Me han escrito de Hornachuelos. Tras puntualizar algunos detalles que ya tenía asumidos, me dicen: "Si aún persiste en su solicitud... tendrá la puerta abierta, por supuesto".
Buen articulo. No se cómo aún puede dudarse que el estado del bienestar es obra conservadora. Aunque como liberal no sé si eso es en sí un buen legado
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