sábado, 22 de mayo de 2021

Paisajes

Aparece hoy mi colaboración en El Tribú, que en este caso, se centra en una palabra: la amistad. Es el broche oportuno a unos días vividos con intensidad en Pamplona en los que la primavera y la amistad se han hecho muy presentes.

En Pamplona, durante la primavera, ¡créanme!, a veces sale el sol y se enseñorea del cielo y del paisaje, arrancando chispas de luz a los maravillosos parques de la ciudad, que muestra entonces sus lugares encantados, como la Vuelta del Castillo al atardecer:
 
 

Ayer, en la vuelta a Ocata, tras pagar un breve tributo a la melancolía con un brevísimo viaje a mi pueblo, Azagra, me dirigí al pueblo de Arbeca, en las proximidades de Lérida. Llegué con tiempo suficiente para darme el placer de volver a recorrer, despacio, la distancia que separa este lugar (y su magnífico poblado ibérico) de Vallbona de las Monjas. Al llegar a Maldà la carretera discurre dulcemente por el fondo de un pequeño valle -la vall del Maldanell- que conduce, primero a Llorens de Rocafort y, después a Vallbona. No me voy a entretener describiendo las delicias de este paisaje. Solamente diré que se entromete con frecuencia en mis sueños, como curioso fondo de diferentes vivencias oníricas. Bueno... añadiré también que, visto el rápido proceso de despoblación de la comarca, quien quiera disfrutar del geométrico cuidado con el que el hombre ha ido moldeando la orografía natural en terrazas para favorecer los cultivos, ha de apresurarse. Todo un mundo agrícola está desapareciendo, desvaneciéndose mientras nosotros miramos a no se sabe muy bien dónde. A las 19:30 comencé mi conferencia en el teatro de Arbeca. Al finalizar, dos horas después, el alcalde me hizo entrega de este valiosísimo obsequio:


Llegué a casa cansado, pero ese cansancio me ha proporcionado la dicha de dormir nueve horas de un tirón. Ahora me dispongo a ir a desayunar al Petit Café de la plaza de Ocata.

Vuelvo a leer lo escrito. Durante esta semana han pasado muchas cosas pero lo que de manera espontánea aflora a mi memoria son los paisajes, convertidos en decorado sentimental de un viaje. Y bien está que sea así. Se quedarán conmigo.

2 comentarios:

  1. Al lado de la intensidad de su semana tengo la impresión de estar desperdiciando mi vida

    ResponderEliminar
  2. No se me ponga tremendo... que ya le llegará la jubilación.

    ResponderEliminar

La Isla de Siltolá

 I Finalmente, después de varios intentos fallidos, el mensajero nos ha encontrado en casa y me ha entregado los ejemplares de Una triste bú...