Otro día intenso.
Y satisfactorio.
He comenzado la mañana merodeando por un par de librerías de viejo, haciendo tiempo, porque a las 12:00 me esperaban en la Editorial Encuentro con La mermelada sentimental recién salida del horno. Estoy muy contento con este libro. Ha quedado bien. En Encuentro, una editorial que merece su nombre, se han esmerado.
Nada más comenzar la reunión ha llamado Josefina Stegmann, es decir, nada fuera de lo probable.
A las 13:00 he tenido que recorrer 50 metros para acercarme a la sede de The Objective, donde me esperaba sesión de fotos y entrevista. La mermelada sentimental recoge los artículos que he ido publicando estos años en El Subjetivo. Por lo tanto, era obligado que llevase un prólogo de Peyró. Ayer, alguien bastante más joven que yo, pero con buen criterio y fina inteligencia, dejó dicho con una copa de verdejo en la mano, en el hotel Urso, que "Peyró es el mejor de nuestra generación".
A las 14:30 me esperaban -a 300 metros de distancia- en la Fundación Botín, para ir a disfrutar de la comida casera a La Cocina de María Luisa. Comida tranquila, rica y cordial en la que no han faltado ni risas ni proyectos ambiciosos.
He vuelto caminando hasta el hotel, pero no tanto por hacer ejercicio (que también) como por husmear en otra librería de viejo, próxima a la puerta de Alcalá, a la que le había echado el ojo al pasar por delante de su escaparate con prisas.
En el hotel me esperaba otra entrevista -una curiosa y entretenida entrevista metafísica, sobre el yo- y, finalmente, el descanso.
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