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sábado, 10 de septiembre de 2016

No le pongas deberes al niño, que tiene extraescolares

"No le pongas deberes al niño, que tiene extraescolares", le decía al final del curso pasado una madre al maestro de su hijo. Hay que tomar en serio estas palabras porque nos ponen en la pista de un fenómeno educativo de gran importancia.

Para las familias que se lo pueden permitir (es decir: que se lo pueden pagar de su bolsillo), la escuela es sólo una parte (y una parte menguante) de la trayectoria educativa de sus hijos. Han descubierto hace tiempo que las necesidades educativas reales no son cubiertas por el sistema educativo, así que administran su derecho a la educación de manera cada vez más autónoma, de acuerdo con los signos de los tiempos. 

El resultado es que en la actualidad 9 de cada 10 niños hacen algún tipo de actividad extraescolar. Sólo hay que considerar esta cifra para darse cuenta de la inmensa hipocresía que hay en la campaña contra los deberes, que tan buena acogida tiene en la prensa. Lo más honesto sería que los padres pusieran las cartas sobre la mesa y les dijeran claramente a los maestros: "No pongáis deberes a mi hijo, que apenas le queda tiempo libre después de las extraescolares". No exagero. Uno de cada dos niños hace dos o más actividades semanales fuera de la escuela.

Cuando estaba escribiendo La escuela contra el mundo, intenté calcular lo que las familias se gastaban entonces de media en actividades extraescolares. No fui capaz de establecer con rigor una cifra exacta y, además, las diferencias entre las familias eran enormes, pero no se desviaría mucho de los 800 euros anuales. De eso hace 10 años. Las actividades más solicitadas son: deportes (72,8%), idiomas (28,4), música o danza (24,9%), dibujo o pintura (22,3%) e informática (21,2% ). Pero aquí no se contabilizan los profesores particulares, los cursos de idiomas en el extranjero o los cursos por internet. El crecimiento vertiginoso de modelos educativos por internet relacionados con las STEM (science, technology, engineering, mathematics), como Smartick y otros, es un fenómeno educativo que conviene seguir de cerca. 

En definitiva:

1. Si los niños están sobrecargados de trabajo no es por culpa de la escuela. La imagen de un niño mártir que se pasa las tardes en casa encadenado a los deberes, si tiene alguna correspondencia con la realidad, es anecdótica.

2. Previsiblemente la escuela irá perdiendo cada vez más peso específico en la formación, al menos, del 90% de los niños. El otro 10% lo que no aprenda en la escuela no lo aprenderá ninguna parte.

3. Son las deficiencias de la escuela las que empujan a los padres a buscarse complementos educativos por su cuenta. En mi opinión, la demanda de complementos continuará creciendo.

4. Parecería lógico que la administración pública supervisara las empresas educativas paraescolares para garantizar unos mínimos de calidad en sus servicios.

18 comentarios:

  1. Don Gregorio, de sus cifras se deduce que quien paga, puede. Quizá éste es el debate que deberíamos tener sobre la educación.

    Creo que los padres no quieren deberes para no tener que hacerlos con ellos o luchar con ellos para que los hagan. Independientemente de las extraescolares, no siempre pueden ayudarle con la tarea.

    Si me permite, sus dos últimas conclusiones creo que apuntan a los tabús de lo que pueden llamarse estatalistas y mercantilistas educativos. Lo plantearé con dos preguntas: ¿cómo que la escuela pública tiene deficiencias estructurales? y ¿no es la misma demanda la que acaba regulando la calidad de la oferta?

    Quizá deberíamos preguntarnos para qué (y por qué) queremos la escuela. Si no tiene que ver con educación y formación no subsidiaria, me gustaría saber cuál es la respuesta.

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    1. Apunta usted la que para mí es la causa principal de nuestro desconcierto educativo: no sabemos qué función tiene la escuela. Yo me lo planteo de esta manera: ¿qué es aquello que si no lo hace la escuela no lo hace nadie más? La respuesta a esta pregunta nos marcaría su función y, por lo tanto, en la relación excelente de su función, encontraría su excelencia. Esta es la pregunta que subyace a todo lo que escribo sobre pedagogía.

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    2. El artículo me parece acertado y oportuno, para no faltar a la costumbre. No obstante sí hay algo que me suena raro y que plantea Pablo Rodríguez, cuando usted habla de que las administraciones públicas deberían supervisar las empresas educativas paraescolares para establecer ciertas garantías. No sé si lo entiendo pero suena a injerencia del Estado (una más) en el ámbito particular.

      Como plantea Rodríguez, ¿no es la propia demanda la que da cuenta de la calidad de la oferta?

      Cuando estudié Ciencias Empresariales la inmensa mayoría de los alumnos acabábamos en una academia en la que se impartía "Econometría". El profesor de la universidad tenía todas las certificaciones del mundo, pero quien impartía de veras bien la asignatura no estaba precisamente en las aulas de la facultad. No quiero pensar lo que habría sido si la Administración hubiera metido la zarpa también en aquel piso abarrotado de estudiantes necesitados de entender.

      Saludos cordiales

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    3. Entiendo perfectamente las suspicacias, pero de la misma manera que a un restaurante se le exigen una condiciones mínimas de higiene, sin por ello condicionar ni su menú, ni su precio ni su servicio, no me parecería mal que la administración concediera algo así como un permiso de sanidad educativa. Pero me han hecho ustedes pensar.

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    4. [Seré más breve, porque es la segunda vez que tengo que empezar a redactar de nuevo. No sé por qué Google me ha borrado el comentario anterior al pulsar el botón de vista previa.]

      Estaba tratando de ser irónico, don Rafael. Se ve que sin mucho éxito.

      Que la demanda mejora la oferta es un deseo. En el mundo actual el mercado lo domina totalmente la oferta, no está guiado por la demanda. Con un ejemplo tonto, la conexión a internet. ¿Por qué cree que es tan cara y tan mala?

      Hay actividades puramente privadas, como los tatuajes o la cirugía estética no reparadora, que es bueno que tengan una supervisión administrativa. Para que las personas se lleven el tatuaje o el implante, sin otro tipo de vida anexa.

      Que el Estado inspeccione no supone necesariamente una injerencia «en el ámbito particular». ¿O el cumplimiento de las condiciones laborales exigidas por normativa (relativos a exponer a personas a peligros para su salud o a condiciones laborales abusivas o defraudatorias) son una injerencia en el ámbito empresarial?

      En el caso de «las empresas paraeducativas», es sencillamente que no den gato por liebre. Considere que si pudiesen advertir el engaño las personas, quizá no necesitarían de los servicios que las empresas ofertan.

      La educación debe ser una función pública (del Estado, de la sociedad, como prefieran), no un negocio. Para garantizar a todos la formación máxima conforme a sus capacidades. No conforme a sus bolsillos o sus conexiones sociales.

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  2. Lo del 72,8% en idiomas (inglés) tiene, creo, otra lectura.
    Ya hace años que en el aprendizaje del inglés se optó por las metodologías más activas e innovadoras y ahora el que no tiene profesor particular en la ESO o bachillerato está condenado al fracaso...
    En Alemania, donde los escolares hablan el mejor inglés fuera de Inglaterra, prácticamente ningún alumno va a clases de inglés fuera del colegio, y además la principal lengua extranjera estudiada es el chino.

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    1. No sé si en Alemania se habla tan buen inglés. En Portugal o en Grecia no doblan las películas. En Escandinavia no doblan siquiera los dibujos (no sé si es así en Portugal o Grecia).

      En Alemania no estudian las lenguas vivas como si fuesen lenguas muertas. Eso fue mi aprendizaje de inglés en toda mi formación académica.

      En la generación que está jubilándose en Alemania, estudiaban idiomas en un laboratorio de idiomas. Aquí más de medio siglo después, creo que todavía seguimos sin hacerlo.

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    2. Pablo, además los alumnos alemanes que estudian latín y griego son de los mejores...

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  3. En realidad, actividad extraescolares ha habido siempre: antes, los hijos de los más pudientes aprendían música, idiomas, equitación o tenis fuera del tiempo escolar. Ahora, esa necesidad (o voluntad) de conocimientos y actividad se ha generalizado. El problema, como bien señala, es la calidad de lo que se aprende: ¿cuántos niños que han hecho música son capaces hoy de ejecutar con la mínima solvencia una pieza? Poquísimos. Y lo que es peor, "pasan" luego de la música, porque los profesores han sido incapaces de transmitirles no ya conocimientos (que a duras penas tienen) sino lo que transmite cualquier profesional bien capacitado: pasión y exigencia. Han proliferado las escuelas de todo tipo, y nadie parece haberse preocupado por validar esa oferta educativa. Algo parecido a lo ocurrido con la "formación para parados", que ha repartido miles de millones de euros en España (bastantes desviados de forma corrupta, como bien sabemos), y sigue siendo difícil encontrar un lampista que no sea chapuzas.

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    1. Don Paco, creo que hay un cambio que apunta don Gregorio.

      Creo que el cambio de patrón es que ya casi ningún alumno estudia (ya no aprueba o aprende) unas cuantas asignaturas, si no es con una actividad extraesolar de refuerzo.

      No sé si me expreso bien, a la mínima que el niño tiene problemas, tiene clases particulares al canto. No tiene las herramientas ni la capacidad para aprender por sí mismo.

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  4. En mi pueblo, eso es una privatización encubierta de la enseñanza.

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  5. Por lo que leo en los periódicos, la principal crítica que actualmente la mayoría de los padres hace a la escuela es que hay demasiados días de vacaciones, lo que les plantea un enorme problema: ¿qué hacer con los niños?. De donde fácilmente se colige cuál es la verdadera función que la sociedad atribuye a la escuela.
    Todavía nadie ha osado enunciar una verdad tan obvia, pero lo que la sociedad realmente demanda es la escolarización obligatoria de los jubilados.

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  6. Quizás lo lógico sería que la administración pública supervisara las empresas educativas "público" y "concertada" que gestiona. Si llegara a esos mínimos, no se pagaría dos veces por lo mismo.

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  7. Creo que hay un exceso en Gregorio, tal vez un cierto pesimismo pero sí me parece pertinente la pregunta de para qué sirve la escuela.
    La mayoría de extraescolares son deportivas (nada que ver pues con la escuela) y luego está lo del inglés, lógico porque en clases de 30 chavales es difícil hacer un seguimiento, el número en este caso me parece muy importante más allá de la pedagogía utilizada. Si luego encima no se "ve" inglés fuera del ámbito escolar (pelis, dibujos) pues es complicada la inserción. Me quedarían las mates, que me da que también tienen su grupo, el bullicio, la vergüenza por preguntar, el dinero que tienen los padres y que permite que el alumno se relaje más en la clase ...

    Lo que sí me llama es la función de la educación, ¿realmente la escuela favorece la mejora de la comprensión y expresión, una base matemática y provee de un bagaje cultural mínimo? Creo que la desmoralización a veces en la respuesta viene del alumnado masivo que desde la LOGSE invadió los institutos, forzó la simplificación de contenidos, acabando con una cada vez menor elitización (eing?) y provocando sensaciones negativas. Habría que mirarlo porcentualmente. Difícil

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  8. no soy del ramo pero siempre cuando veo este tipo de planteaminetos me pregunto :
    Porque es tan dificil objetivar lo que seria una buena escuela, despues de todo el tema no es nuevo - je, je - y, si por ejemplo, alguien hiciera una tesis sobre esto, seguramente, podria plantear algo con sentido ?

    La escuela debe ensenñar una cuantas cosas y ya esta. Es cierto como he oido que en la escuela aprendemos el 20% del total de lo que aprendemos ?


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    1. Por supuesto, la escuela no enseña todo en la vida. No puede hacerlo, ni tampoco debe. Ahora, es la clave para lo que podamos aprender cuando la abandonemos.

      El porcentaje, por definición, es relativo. Cuanto más se aprenda en la escuela, más y más fácil se llegará a saber después.

      Tampoco yo soy del gremio, pero en la «objetivación» de la calidad de la enseñanza hay muchos intereses. De todas las personas implicadas.

      Por poner un ejemplo, ¿cuánta gente entiende que es mejor tener una valoración peor en un sistema excelente que una valoración mejor en un mal sistema?

      Por cierto, no sé pedagogía, pero me extrañaría mucho que no hubiese cientos de tesis sobre reformas educativas. En España y en todo el mundo. Aunque de esto —como de todo—, don Gregorio sabe más.

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  9. De las reformas educativas, lo que está más claro es que han sido demasiadas. Y visto el resultado, lo que cabe desear es que la próxima no empeore demasiado las cosas; no es realista esperar que las mejore.

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  10. Y hay que incluir también la principal «tarea» extraescolar: el teléfono móvil.

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